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Yo quiero a mi bandera, yo la quiero planchadita, planchadita

Por un decreto de Menem, el 20 de junio el Estado debería cambiar las banderas en uso por otras nuevas, fabricadas bajo reglas que sólo cumple un proveedor. Para no gastar millones en estandartes, Economía impulsa un decreto modificatorio.

Por Maximiliano Montenegro
t.gif (862 bytes)  “Yo quiero a mi bandera... planchadita, planchadita, planchadita”, podría cantar el ex ministro del Interior Carlos Corach, aunque difícilmente sea fan de Sumo. A partir del próximo 20 de junio, Día de la Bandera, regiría un decreto firmado en agosto del año pasado por el ex presidente Menem –a instancias de Corach– que establece que los organismos del Estado nacional y provinciales deberían sustituir las banderas en uso por otras nuevas, fabricadas con las siguientes características: “tela poliéster, masa por metro cuadrado de 200 g/m2; 70 hilos por cm; resistencia a la tracción 35 daN/cm, resistencia al desgarre 5 daN, resistencia a la abrasión plana 150, solidez a la luz 6, solidez al agua de mar 4...” y sigue una página entera de requisitos, todo dentro de normas IRAM (7508, 7537, 7510 y otras). También habría que respetar “el color de la bandera oficial de la Nación” –en base a una compleja fórmula química para el “celeste y sol (amarillo)”, con colorantes de la línea PROCION de BASF– medidos por un espectrofotómetro, y cumplir con las “normas aclaratorias sobre el Sol”. Alertados por el Ministerio de Economía de que semejante decreto entregaría el negocio patrio a un único proveedor y que el Estado no está en condiciones de gastar millones en nuevos estandartes, en Interior trabajan contra reloj para que el presidente De la Rúa firme en los próximos días un decreto suspendiendo al anterior.
“Ese decreto fue como ganarme el Premio Nobel, pero sin cheque”, dice Mauricio Kohan, el único empresario del ramo banderil que festejó la salida del decreto 858/99, del 12 de agosto pasado, pero que lamenta que desde entonces el Estado no haya llamado a ninguna licitación para la compra de insignias patrias. Kohan tiene un empresa llamada AAAntártida Argentina (“las tres A las registré para figurar primero en las páginas amarillas”, aclara). Está en el rubro desde 1949 y desde hace unos años es el único producto de banderas de poliéster con las normas IRAM especificadas en el mencionado decreto. Sus sofisticadas banderas, cuya calidad él defiende a muerte, cuestan alrededor de seis veces más que las de sus competidores: para un modelo estándar, unos 60 pesos contra 8 a 10 pesos de precio promedio de mercado. El hijo de Kohan se llama Alberto, pero jura que es una mera coincidencia y que no existe ningún parentesco con el ex secretario general de la Presidencia menemista.
El decreto en cuestión dice que “serán de aplicación obligatorias las normas establecidas en el mismo por parte de los organismos nacionales y provinciales”: desde un colegio, una comisaría o un hospital, hasta la Casa Rosada. Los organismos que tuvieran “en uso o en reserva los emblemas indicados en el artículo 1 (Bandera oficial de la Nación, Bandera de Ceremonias de la Nación y Escarapela nacional) con otras especificaciones, podrán utilizarlos hasta el 20 de junio del año 2000, fecha límite para cumplimentar los preceptos del presente decreto”.
Esta condición es la que inquietó a los funcionarios de Economía, preocupados de que en las próximas semanas el Estado tuviese que llamar a licitaciones para comprar todo un nuevo parque de estandartes fabricados bajos las normas IRAM. Como el decreto fue originado en Interior, ministerio al cual compete “todo lo relativo al uso y custodia de emblemas y símbolos nacionales”, es en esa área donde se trabaja en la redacción de la nueva norma modificatoria de la anterior.
La recesión arrasó hasta con los símbolos patrios. Tanto es así que para el 25 de Mayo pasado –según fuentes del mercado– se vendió la menor cantidad de banderas y escarapelas de las últimas dos décadas (ver aparte). En ese contexto, la competencia de Kohan no ahorró críticas para los privilegios que le otorgaría el decreto menemista.
Carlos Capra (“52 años vendiendo banderas), dueño de Antigua Casa Cesto, afirmó a este diario que “las banderas de nylon aguantan perfectamente” las inclemencias de la intemperie. Y calificó las “banderas de lujo” de su competidor como “tan pesadas que ni siquiera flamean”. En tanto, Luis Lamas, de la casa homónima, aseguró que “esto de exigir las normas IRAM enuna bandera de tela especial es ridículo, porque no se trata de un paracaídas que puede salvar la vida a alguien. Está hecho para crear un monopolio”, afirmó. Y explicó que “yo que fabrico banderas hace 25 años, si prospera esta norma tendría que dedicarme a otra cosa porque no le podría vender más a ningún organismo oficial”.
“En esta tela no tengo competencia. Porque es como un Mercedes Benz al que sólo se le puede competir con un BMW, y acá no hay BMW que me compita”, admite Kohan, y orgulloso dice que “en calidad no me gana nadie”. Dice que se sorprendió cuando fue publicado el decreto, pero que lo vivió como un reconocimiento. “Todas las banderas que están en Plaza de Mayo son truchas, porque no se ajustan al decreto”, explica. Y asegura que sus banderas no se rompen porque son “antiabrasión”: “Cuando flamean no tocan la punta consigo misma”.

 

La recesión en la escarapela
La recesión no respetó ni los emblemas nacionales. “Este 25 de Mayo fue uno de los más pobres en ventas de las últimas décadas”, dice Carlos Capra, fabricante de insignias patrias de Antigua Casa Cesto. Según el empresario, “el negocio de las banderas estuvo muerto, sólo se movió un poco mejor el de las escarapelas”. Porque, obviamente, son más baratas, pero además porque algunos shoppings hicieron adquisiciones importantes para luego regalar a los clientes. A su vez, Luis Lamas, de Casa Lamas, dice que las ventas este año cayeron un 40 por ciento. Y, más allá de la mishiadura, ensaya una teoría sobre semejante bajón: “Hoy lo patriótico se asocia a los político, ¿usted cree que un empleado público al que le bajaron 15 por ciento el sueldo va a poner la bandera en su casa?”, pregunta.

 

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