Les pido por favor que den clases, rogó el ministro
Juan José Llach a los maestros desde La Plata, a donde concurrió
para asistir a la sesión del Consejo Federal de Educación.
Se refería al paro nacional del viernes próximo convocado
por las dos CGT y la CTA. Hace cuatro días, el titular de Educación
había advertido que iba a esforzarse para que las provincias no pagaran
el día de huelga a quienes faltaran a clase. Pero ayer, el gobernador
Carlos Ruckauf decidió no hacerle caso y anunció que no les
descontará el día a los maestros bonaerenses que adhieran
a la medida de fuerza. El viceministro de Educación Andrés
Delich reaccionó indignado ante Página/12 y se quejó
porque Ruckauf habla siempre de mano dura en todos los temas y ahora,
en este tema, no se preocupa. Tal vez juega para que la repercusión
del paro sea lo más alta posible, especuló después.
Ajenos a esa pelea, los docentes ya tomaron su decisión. Vamos
a adherir al paro, anunció Hugo Yasky, secretario de CTERA.
Antes de entrar
al Salón Dorado de la Gobernación, donde lo esperaban Llach
y todos los ministros de Educación provinciales, Ruckauf decidió,
esta vez, diferenciarse del gobierno nacional. Es un derecho constitucional
que hay que respetar, opinó entonces sobre la huelga declarada
por las tres centrales sindicales para el viernes. Y anunció que
respetará el derecho de huelga de los maestros bonaerenses.
En otro episodio más de su contradictoria relación con el
Gobierno que parece obedecer a una estrategia casi ajedrecística,
el mandatario bonaerense contradijo al ministro de Educación y criticó
otra vez a José Luis Machinea. El FMI tiene un error de diagnóstico
que lamentablemente también lo tiene el ministro de Economía.
Ellos suponen que el problema de Argentina es el déficit fiscal,
cuando en realidad es el desempleo, dijo. El segundo de Llach cuestionó
las declaraciones de Ruckauf. Hay gobernadores justicialistas que
quieren que la protesta social sea lo más grande posible. Sienten
que con un gobierno nacional desgastado pueden gobernar mejor, señaló
el viceministro Delich sobre la decisión del gobernador de no descontar
el día de huelga. Precisamente el paro nacional del próximo
viernes, que fue anunciado por Hugo Moyano en la marcha contra el FMI, preocupa
mucho al Gobierno, que prevé que la adhesión a la medida de
fuerza será muy alta. Con este pronóstico, el objetivo oficial
es tratar de reducir el impacto político de la huelga. Este
es un paro netamente político. No se justifica que no haya clases
por una adhesión a la CGT de Moyano, remarcó ayer Delich
obviando que la convocatoria es de las tres centrales obreras, incluida
la CTA que integra la CTERA.
El ministro de Educación aprovechó una pausa en la sesión
del Consejo Federal para exhortar a los maestros para que no falten el viernes.
El paro no justifica que no se den clases, porque creemos que la sociedad
argentina está haciendo un esfuerzo muy grande para jerarquizar a
la docencia, para cumplir con el Fondo de Incentivo Docente y los 660 millones
para el año 2000 y 2001, afirmó. Y, como una alternativa
al paro de actividades, Llach aconsejó a los docentes que protesten
a la japonesa. En homenaje a los chicos, les pedimos que,
por ejemplo, trabajen más o hagan algún tipo de manifestación
pública o de marcha, reclamó, sin mucho éxito.
Es una forma de chantaje. Es francamente inaceptable y deplorable
la actitud de Llach, respondió Hugo Yasky. Al ministro lo que
lo desvela es la adhesión de los docentes argentinos a la medida
y no el ciclo lectivo, agregó Yasky.
Informe: Martín Piqué
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