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Mariana Enríquez Mike es una chica de 11 años que nació en el Bronx. Un día tomó la decisión de convertirse en estudiante de intercambio y embarcarse en una isla desconocida para huir de la gran ciudad. Allí conocerá a los nativos e inútilmente tratará de introducirlos en las bondades de la ciudad civilizada, como la televisión o los patines, que se muestran inútiles cuando no engorrosas en la tranquilidad isleña. Sus nuevos amigos, la caprichosa princesa Lu (que somete a todos los abusos posibles a su tortuga mascota Lancelot) y el inventor Og (que entre otras cosas fabrica aparatos de fusión de frío merced a las directivas de Mike) completan el cuadro, junto al resto de los bizarros isleños. Estos son los protagonistas de Mike, Lu y Og, una nueva serie animada que Cartoon Network que empezará a emitir el viernes 9, cuyo punto fuerte es la ironía con que se ríe de la adicción a la comodidad y la tecnología del siglo XXI. Irá todos los viernes a las 19, con repeticiones los sábados a las 10 y los domingos a las 18. La serie fue creada por Chuck Swenson, el responsable de la mítica película de Frank Zappa 200 Motels de los años 70, y que más recientemente, desde 1990, fue el ideólogo y productor ejecutivo de la exitosa Rugrats. Hoy trabaja en Kinofilm y es guionista de Mike, Lu y Og con los artistas rusos Mikhail Aldashin y Mikhail Shindel. Aldashin es el dibujante y creador del diseño de personajes: nacido en la ex Unión Soviética, trabajó en varias oportunidades en Estados Unidos, y hoy tiene base en Moscú, donde representa al campo de la animación para el gobierno ruso. Shindel, dueño de Kinofilm, inmigró a los Estados Unidos en 1981, y es el encargado de la parte financiera de la productora. Por esto, la serie se trabaja en Los Angeles y Moscú (donde se terminan los storyboards) antes de su proceso de animación final, que se lleva a cabo en Corea. Todos estos choques culturales son evidentes en la serie, sobre todo gracias al personaje de Mike, la chica cosmopolita pero crítica de la gran ciudad, que se maravilla ante el estilo de vida de los isleños y al mismo tiempo trata de cambiarlos. Y notando que es inútil, que las diferencias son irreconciliables, pero aun así se puede convivir. En el primer episodio de la serie (llamado The Tube), Mike extraña la televisión. Es fanática de un superhéroe, Action Guy, y no puede hacerle a entender a Lu (la princesa de la isla, caprichosa hija de Wendell, gobernador de la isla) por qué el superhéroe es tan interesante, ni por qué la tele (el mejor invento de los últimos mil años) es algo fundamental. Es bárbara, podés mirarla todo el día, y la gente que está ahí nunca va a decirte que hagas tu tarea o comas vegetales. Finalmente, Mike convence al pequeño inventor Og de que construya una tele, y él lo hace. Pero sólo consigue que aparezcan rayas. De todos modos, los nativos están fascinados y pasan un día entero viendo a las rayas grises moverse, como en un videojuego. Mike comprende su error, y decide vestirse como su superhéroe favorito y destruir la improvisada televisión, para volver a la isla a la realidad y parar el proceso de idiotización de los nativos. Resultados parecidos tienen sus intentos de introducir el teléfono celular y los rollers (que aunque les encantan a los nativos, los obligan a cubrir la isla de cemento, y producen demasiados accidentes). El gobernador Wendell también recuerda a mandatarios civilizados. Detesta la acción y las decisiones, y cuando un volcán amenaza con destrozar la isla, prefiere reflexionar sobre la posibilidad de crear baños de barro con la lava. Y ganar dinero con ellos, por supuesto. Tampoco sabe cómo solucionar el problema de los piratas que viven en The Barnacle, un arrecife vecino donde quedaron varados, lejos de la civilización y ahora, locos, sólo piensan en comerse al pobre Lancelot, la tortuga de la hija del gobernador. |