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Se dirigió a los periodistas acreditados en Casa Rosada con los pulgares en alto y una sonrisa amplia. Parecía estar viviendo la noche del 24 de octubre. �Tengo una noticia fenomenal�, dijo Fernando de la Rúa, como si fuera a anunciar que los sindicalistas habían suspendido el paro de pasado mañana. Para sorpresa de todos, su euforia se debía a que Argentina ganó una licitación para la provisión de un reactor nuclear de baja potencia a Australia. Un tema que hasta ese momento muy pocos conocían. La empresa que hará la mayor exportación de alta tecnología en la historia argentina es Investigaciones Aplicadas (INVAP), ciento por ciento estatal, perteneciente a la provincia de Río Negro y a la Comisión Nacional de Energía Atómica. La oferta de INVAP para la construcción del reactor se impuso a las de compañías de renombre internacional, como la alemana Siemens, la francesa Technicatome y la canadiense AECL. Se trata de un contrato por 170 millones de dólares, que le permitirá a 150 técnicos e ingenieros argentinos trabajar en su puesta en marcha durante los próximos cinco años. �Es la primera vez que ganamos una licitación abierta en un país desarrollado�, destacó De la Rúa, como si se tratara de un éxito personal. Lo cierto es que INVAP viene trabajando para la obtención de este contrato desde hace dos años. Y la empresa es una suerte de rara avis que logró escapar a procesos privatizadores y al desguace de compañías del Estado, trabajando en silencio con excelencia profesional en temas de alta tecnología. La empresa se creó hace 51 años, junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica. Antes de imponerse en la licitación australiana, la compañía había fabricado reactores nucleares para Argelia, Cuba, Perú, India, Egipto, Rumania y Turquía. �La decisión australiana de aceptar la oferta de INVAP implica un reconocimiento notable para las actividades argentinas de ciencia y tecnología�, subrayó su gerente general, Héctor Otheguy. El equipo vendido a Australia no servirá para generar electricidad, sino que será utilizado para otros múltiples propósitos. En materia medicinal, servirá para diagnosticar enfermedades cerebrales, pulmonares, renales y de tiroides, entre otras. También se aplicará en la producción industrial, agrícola, de minería y energía. Asimismo, facilitará estudios de polución en ambientes marinos, y formará técnicos australianos en tareas de investigación. Otheguy explicó que �se trata de un reactor de investigación y producción como el que hay en Ezeiza, el cual le permitirá a Australia abastecerse de radioisótopos por los próximos 30 ó 40 años�. El directivo también señaló que el reactor va a estar �en las afueras de Sydney y servirá para reemplazar uno inglés que todavía está en operaciones� pero que está llegando al final de su vida útil. Por otra parte, comentó que en INVAP trabajan 300 personas y que la mitad estará ocupada en el proyecto australiano durante los próximos cinco años. Del contrato global por 170 millones, algo más de la mitad se gastará en Argentina, mientras que el resto se destinará a la puesta en funcionamiento del reactor en Australia.
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