Por Guillermo Pellegrino
La imponente figura de Carlos Gardel ha logrado, ¿qué novedad hay? infinitos reconocimientos. Pero la conversión de aquel cantor en un símbolo del tango, y por ende de la Argentina, oscureció a buena parte de las figuras que rodearon su obra. En el centro de ese entorno brilla el nombre de Alfredo Le Pera que, tan poco reconocido está, parece arriesgado considerarlo uno los máximos poetas del tango. Sin embargo, aquel hombre que nació hace hoy exactamente un siglo, en Brasil, escribió nada menos que �El día que me quieras�, �Volver�, �Mi Buenos Aires querido�, �Cuesta abajo�, �Silencio�, �Sus ojos se cerraron�, �Por una cabeza�, �Lejana tierra mía� y �Arrabal amargo�, entre otros tangos más que claves de la historia. En éstas y en la mayoría de sus otras letras se destaca uno de sus méritos: una escritura pulcra, sin lunfardo ni palabras de uso coloquial, lo que convertía a sus letras en universales dentro del castellano, sin el fuerte contenido porteño que tenían, por ejemplo, las de Celedonio Flores o Pascual Contursi. Le Pera tuvo marcadas influencias del poeta chileno Amado Nervo. �El día que me quieras tendrá más luz que junio, la noche que me quieras será de plenilunio� escribió Nervo y Le Pera aprovechó esta imagen �que encontró en El arquero divino� para una de sus máximas creaciones. Además de Nervo, Le Pera tuvo influencias de poetas modernistas como Rubén Darío, José Asunción Silva, Leopoldo Lugones y Julio Herrera y Reissig.
Le Pera nació el 7 de junio de 1900 en la ciudad brasileña de San Pablo. La fecha se puso en duda muchas veces, pero fue aclarada con la documentación debida en Alfredo Le Pera, El poeta brasilero de Gardel, de Martín Correa. Allí se establece que era hijo de una pareja de italianos del sur que, en 1896, decidió radicarse en San Pablo. Un año después, y tras dejar atrás algunas penurias económicas pasadas en Europa, el matrimonio recibió a su primogénito, a quien llamaron Rodolfo. Pero a los pocos días el pequeño niño murió. El joven matrimonio italiano quedó marcado por el suceso y fue así que, dos meses después del nacimiento de Alfredo, la pareja decidió cambiar el barrio Cidade Jardim por el porteño San Cristóbal, donde el niño pasó sus primeros años.
Cursó sus estudios primarios en la Escuela Gervasio de Posadas y el secundario en el Nacional Bernardino Rivadavia. �Alfredo, no es que vas a ser un gran poeta, ya lo eres ahora�, le dijo en una oportunidad el escritor Vicente Martínez Cuitiño, su profesor. El elogio de Cuitiño (quien despertó la pasión de Alfredo por las letras) se debió a que, en una oportunidad, solicitó a sus alumnos una composición sobre la bandera y Alfredo, de 16 años, decidió escribir en verso. Cuando el profesor la leyó, no podía creer que ese texto era de ese alumno. Decidió comprobarlo solicitándole que allí mismo escribiera un poema sobre el cielo. Cuando Cuitiño pudo leer el nuevo poema, se dio cuenta de que no había allí un impostor.
El joven Le Pera se recibió de bachiller e ingresó a la Facultad de Medicina, donde cursó hasta cuarto año. Luego abandonó porque prefirió doctorarse en las carreras de boliche, calle y poesía. Poco a poco comenzó a vincularse con gente de la bohemia y la cultura, e hizo buenas migas con Enrique de Rosas, Ivo Pelay, Manuel Romero y el escritor José Ingenieros.
En esos primeros años de la década del 20 comenzó a trabajar en diarios y semanarios apoyado por dos periodistas muy reconocidos: Manuel Sofovich �sí, el padre� y Pablo Suero, quien también le dio una mano a Enrique Cadícamo en el oficio. Le Pera se desempeñó en diversos medios: escribió en Ultima hora, trabajó como crítico en el diario La Acción y colaboró, además, en El Telégrafo, La Nación, Noticias Gráficas y El Mundo.Simultáneamente, entre 1924 y los comienzos de la década del 30, fue acercándose al teatro como autor de textos y diálogos revisteriles. En esa época pergeñó numerosos libretos y una treintena de obras teatrales de las que fueron estrenadas Piernas de seda y Opera en jazz (ambas de 1930) y La plata del bebé Torres y El gran circo político (de 1931), entre otras.
A raíz de sus trabajos en el ámbito teatral, el empresario Mariano Hermoso (representante en Buenos Aires de muchos autores españoles) le propuso viajar a París para adquirir derechos de varias posibles novedades teatrales. Corría el año 1928 y ese empresario, seguramente, había pensado en él por sus amplios conocimientos de francés, entre otras virtudes. Le Pera se radicó en París entre finales de 1931 y principios de 1932, abandonando su quehacer periodístico y dedicándose a traducir los subtítulos de los films que se exportaban a países de habla hispana. Antes de su radicación parisina, colaboró con Enrique Santos Discépolo en la letra de �Carrillón de la Merced�, que Gardel cantó pero nunca llegó a grabar. Hasta 1932 no habría existido entre Gardel y Le Pera ninguna relación amistosa, aunque sí se habrían conocido. En su libro Mi historia la escribo yo, Tomás Simari afirma haber sido testigo de un primer encuentro, en el Teatro de Verano en 1923.
Donde sí se produjo el encuentro que inició una amistad que duraría hasta la muerte de ambos fue en París, durante 1932. La entrevista habría sido propiciada por la empresa Paramount de Francia, para la que Gardel ya había filmado Luces de Buenos Aires. Lo que la Paramount buscaba era interesar a Le Pera para hacerse cargo de los argumentos y de las canciones de las futuras películas que Gardel protagonizara para el estudio. Se quería dar a su figura una proyección internacional que atrajera la atención del público más allá del Río de la Plata. En cuanto al tango y las composiciones del folklore nativo, puntualmente, debían tener un lenguaje más universal que fue lo que, a la postre, y como lo expresó José Gobello, �le allanó el camino a Gardel para su extensa conquista�. Le Pera aceptó la propuesta y de inmediato se puso a trabajar (ver recuadro). Su tarea fue tenaz y silenciosa, lo que hoy se llamaría �perfil bajo�. Menos de cinco años juntos bastaron para dejar el sello indeleble de �Gardel y Le Pera�. Se convirtió, además, en amigo y consejero de El Mago, hasta el fatal 24 de junio de 1935.
Toda la magia y la inagotable capacidad de creación de Le Pera también se cortaron en ese accidente de aviación. El periodista César Tiempo realizó, en un volumen del libro La historia del tango, una detallada descripción del hecho: �Carlos Gardel y su comitiva salieron de la capital de Colombia rumbo a Cali. El avión de la SACO, piloteado por Ernesto Samper Mendoza, propietario de la empresa, haría una escala en Medellín. Integraba la delegación Alfredo Le Pera, destacado periodista y autor de algunas de las mejores canciones de Gardel y del guión de sus más aplaudidas películas. Los pasajeros del avión departieron hasta la hora de la salida. Carlos Gardel, Alfredo Le Pera y otros de la comitiva tomaron unos tragos de whisky. A las tres en punto el trimotor tomó la pista para salir. Cerca de los hangares esperaba el avión de la Scadta que debía partir para Bogotá. El aparato calentaba sus motores en espera de la salida del otro avión. El trimotor fue al extremo del campo y se preparó para salir. Los motores fueron acelerados y arrancó. Gardel se acomodó en el asiento, su dentadura perfecta relampagueó en una sonrisa y él se quedó mirando por la ventanilla a los amigos y admiradores que lo despedían. Segundos después, el aparato carreteaba para ir a chocar contra el avión de la Scadta, imposibilitado de despegar por exceso de peso. Los tambores que contenían el film Payasadas de la vida, ubicados en el trimotor gracias a una gentileza de Gardel, fueron los culpables de la tragedia�.
Un dúo bien de película
El estudio Paramount quería para los films de Carlos Gardel un ambiente de tango pero a la vez exigía modalidades expresivas que fueran comprendidas por todo el mundo hispanoparlante. Los productores solían mutilar, al principio, parte de los argumentos escritos por Le Pera, y a eso se sumaban las exigencias de Gardel que pedía que las historias y composiciones fueran a su medida. Este comentario quedó en la historia porque originó una infrecuente salida de Le Pera: �Entonces, ¿para qué querés un escritor? Lo que vos necesitás es un sastre�. Le Pera fue autor de los guiones y letras de canciones de todas las películas de Gardel entre 1932 y 1935. El siguiente es un detalle de los films (con sus respectivas composiciones) del dúo:
Melodía de arrabal (1932): Incluye �Mañanita de sol�, �Cuando tú no estás� y �Silencio�, además del tema que le dio título.
La casa es seria (1932): �Volvió una noche�, �Recuerdo Malevo� y �Quiéreme�.
Andanzas (1932): �Por tus ojos negros�, �Me da pena confesarlo�, �Criollita de mis ensueños�, �Estudiante�.
Cuesta abajo (1934): El tema que tituló al film, �Mi Buenos Aires querido�, �Amores de estudiante�, �Impía�, �Criollita decí que sí�, �En los campos en flor�, �Olvido�.
El tango en Broadway (1934): �Rubias de New York�, �Golondrinas�, �Soledad�, �Caminito soleado�.
The Big Broadcast of 1935 (o Cazadores de estrellas, film-revista a la manera estadounidense en la que desfilan artistas de la época como Bing Crosby, Richard Tauber, Ray Noble, George Burns y el propio Gardel): �Apure delantero buey�, �Amargura�.
El día que me quieras (1935): �Guitarra mía�, �El día que me quieras�, �Volver�, �Suerte negra�, �Sus ojos se cerraron� (inspirado en la muerte de uno de los amores de Le Pera, la bailarina Aída Martínez).
Tango bar (1935): �Lejana tierra mía�, �Por una cabeza�, �Arrabal amargo� y �Los ojos de mi moza�. |
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