Por José Natanson
La conclusión oficial corrió por cuenta del propio Fernando
de la Rúa, que anoche difundió un mensaje por cadena nacional
en el que dejó en claro que el paro de ayer no lo hará modificar
el rumbo del Gobierno. En su discurso, el Presidente criticó a las
cúpulas sindicales por ser cómplices silenciosas
del abandono y la desprotección de los trabajadores, dijo que
la huelga no ayuda al país y remarcó que la Constitución
le otorga más de seis meses para cumplir sus promesas.
El aviso se grabó el jueves en Olivos. De la Rúa dio las ideas
principales a Darío Lopérfido y Ramiro Agulla, quienes se
encargaron de redactar el texto. Siempre en primera persona, el Presidente
explicó el ajuste, subrayó la mejora de los indicadores económicos
y se ocupó del paro. Fue el cierre de un día dedicado de lleno
a seguir el impacto de la huelga, que De la Rúa reconoció
como amplio (ver aparte).
El mensaje, sumado a las especulaciones del Gobierno, deja algunas conclusiones:
u Durante estos diez años las cúpulas sindicales fueron
cómplices silenciosos del abandono y la desprotección de los
trabajadores. Así comienza De la Rúa su discurso. No
se refirió una sola vez al consenso.
En rigor, la idea de establecer un diálogo social fue
el propio De la Rúa, quien, sin embargo, no dio precisiones ni estableció
un interlocutor para cada sector. En el Ministerio de Trabajo, cuya cúpula
sigue en Ginebra, aseguran que la comunicación con los gremios nunca
fue interrumpida. Ayer, por ejemplo, Enrique Espínola Vera, la máxima
autoridad de la cartera en el país, habló dos veces con Rodolfo
Daer.
Este diálogo, que continuará en el futuro, no necesariamente
se traducirá en una mesa de concertación. Es que, si bien
puede haber contactos puntuales, en la Casa Rosada sostenían que
no es el momento para iniciar un diálogo político más
concreto con los sindicatos. Ahora no podemos aparecer cediendo como
consecuencia del paro, admitió un funcionario a Página/12.
En cuanto a los otros sectores, cada uno tomó la instrucción
a su manera: Raúl Alfonsín se ha entrevistado con Eduardo
Duhalde para criticar al neoliberalismo; Graciela Fernández viene
manteniendo reuniones con los obispos de la Iglesia para coordinar planes
sociales; Darío Alessandro inició contactos con la bancada
del PJ para elaborar una agenda de temas comunes. Por el momento, sin embrago,
no habrá una mesa formal de negociaciones encabezada por el Presidente.
Hacerle un paro al país
no ayuda al país; llamar a la rebelión fiscal perjudica a
los que menos tienen, señaló anoche el Presidente. El
Gobierno intentó aprovechar al máximo la imagen disparatada
y violenta que según dicen proyectan algunos sindicalistas.
Con Moyano no se puede hablar, le dijo Chacho Alvarez a De la
Rúa ayer por la tarde, luego de escuchar la conferencia de prensa
del camionero. Un poco después, en una reunión que mantuvieron
sobre la noche, Federico Storani describió ante De la Rúa
los distintos incidentes. Tenemos que subrayar que son ellos los que
provocaron la violencia, le dijo el Presidente.
Yo fui elegido para entregarles
al final de mi mandato un país más sin déficit, más
justo, compitiendo y creciendo con equidad. La Constitución me otorga
más de seis meses para hacerlo, dijo De la Rúa, subrayando
el supuesto apuro de los sindicatos en convocar a dos paros en sólo
seis meses de gobierno. El párrafo se apoya en una encuesta en poder
del Presidente y coincide con el sondeo encargado ayer por el Gobierno a
Analogías. La encuesta, que los funcionarios analizarán hoy
y que Página/12 obtuvo anoche, sostiene que un 60 por ciento de la
gente se opuso a la medida y que un 80 por ciento aseguró que el
motivo real de su adhesión fue la falta de transporte.
Abona además la tesis
de muchos funcionarios: los devaluados capos sindicales son un adversario
ideal para la Alianza, que no puedepermitirse una confrontación abierta
con los gobernadores peronistas. Por eso, en el mensaje de ayer De la Rúa
reafirmó su decisión de desregular el sistema de salud. Esto
significa que los sindicatos ya no controlarán las obras sociales.
Cada familia tendrá la libertad de elegir la cobertura médica
que quiera. Y esto es bueno para la gente, sostuvo el Presidente.
En conclusión, el Gobierno aceptó con resignación la
altísima adhesión del paro de ayer. Significó una demostración
del poder real de las tres centrales sindicales y dejó como preocupación
extra para los funcionarios el apoyo pasivo que obtuvo de algunos gobernadores
peronistas (ver aparte). A pesar de todo esto, lo cierto es que cuando grabó
el mensaje, antes incluso de conocer el nivel de adhesión de la medida,
el Presidente había decidido que los sindicatos no lo impulsarán
a modificar el rumbo.
Palabras
del Presidente
Tuve que tomar una
decisión difícil por el bien del país. Debido
al enorme déficit fiscal tuve que disminuir drásticamente
el gasto público.
A través de
la reforma impositiva les pedimos una mayor contribución a
los que más tienen y la recaudación aumentó.
Pero hemos tenido que hacer más. Tuve que reducir los salarios
más altos de los empleados del Estado. Esto no significa que
se le haya rebajado el salario a todo el pueblo. Se le pidió
el esfuerzo transitorio sólo a los empleados del Estado.
Algunos me dijeron:
recortar el salario de todos los empleados estatales. Pero yo dije
no: no le cortaré el ingreso a nadie que no gane más
de mil pesos por mes.
Muchas de estas medidas
debieron tomarse hace muchos años, pero faltó coraje
y responsabilidad. Durante estos diez años las cúpulas
sindicales fueron cómplices silenciosos. Hacerle un paro al
país perjudica al país.
Yo fui elegido para
actuar con firmeza y decisión y no voy a dejar que nadie nos
desvíe del camino del crecimiento.
Yo fui elegido para
terminar con los privilegios y sepan los concesionarios de servicios
públicos que deberán pagar el canon que adeuden. Yo
fui elegido para proteger a los más desamparados. Por eso,
el único gasto que ordené aumentar es el de las partidas
sociales.
Yo no causé
esta enfermedad de la Argentina, pero fui elegido para darle el remedio
que la hará recuperarse. |
EN
EL CONGRESO EL PARO DURO UN DIA MAS
Legisladores con fin de semana largo
Por
Susana Viau
Y... es un día jodido.
La gente tiene miedo. Nosotros estamos porque somos de seguridad,
dijo la mujer, y revoleó los ojos para abarcar de izquierda a derecha
un hall inusualmente desierto al mediodía. De no ser por las puertas
abiertas, los dos edificios del Congreso mostraban la quietud del fin
de semana. Recortados y sin saber aún cuál será el
destino definitivo de los 800 trabajadores de la imprenta, los empleados
del Legislativo tenían sus propias razones para no trabajar. Pero
no sólo ellos habían pegado el faltazo. El jueves, buena
parte de los diputados se había despedido con un saludo explícito:
Hasta el lunes.
A las tres de la tarde y solo, Darío Alessandro, jefe del aliancismo,
cruzó la avenida Rivadavia para meterse en el Palacio. Tenía
reunión de bloque. En otro bloque, el del cavallismo, se informaba
que, por supuesto, no se habían adherido al paro y Guillermo Francos
se encontraba en un almuerzo de trabajo. Sin embargo, los despachos de
los legisladores de Unión por la República estaban vacíos
y, como en el resto de la casa, a las llamadas telefónicas respondía
un festival de contestadores automáticos que explicaban cómo
y cuándo dejar el mensaje o el fax.
Por el Senado fueron vistos el frepasista Pedro del Piero y los radicales
Jorge Agundez y Mario Losada. El secretario administrativo, Ricardo Mitre,
amigo de la adolescencia del presidente de la Cámara alta y vice
de la República, Carlos Chacho Alvarez, deshojaba la
margarita para determinar si correspondía o no descontar la jornada.
En los dos puntos vulnerables del Congreso, la Biblioteca y la imprenta,
el paro se había cumplido a rajatabla.
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