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EL PJ DICE QUE EL GOBIERNO LO SONDEA
Con el teléfono listo

El justicialismo empezó a regodearse porque funcionarios de la Alianza los convocaron a dialogar. “Se convencieron de que Reutemann, Ruckauf y De la Sota no son suficientes”, especulan después del paro.

Por Fernando Almirón
t.gif (862 bytes)  La dirigencia política del peronismo ya comenzó a capitalizar el resultado del paro general de ayer. Después de seis meses de relación distante con el oficialismo –que privilegió a un selecto grupo de gobernadores del PJ como interlocutores de la oposición–, ahora se restablecieron vertiginosamente las comunicaciones telefónicas entre la Casa Rosada y los operadores justicialistas, a los que hasta hace unos días el Gobierno les había cortado la línea. En el peronismo aseguran que la Alianza estaría sondeando la posibilidad de llevar adelante una serie de reuniones reservadas con los máximos referentes del PJ. Entre ellos podrían figurar Carlos Menem, presidente del partido, y Eduardo Duhalde, quien conduce el Congreso Nacional Justicialista. Estos encuentros se combinarían con otros que tendrían como invitados a los jefes de las bancadas de la oposición en el Congreso: Augusto Alasino, de Senadores, y Humberto Roggero, de Diputados. La convocatoria tendría como objetivo establecer una tregua política, un consenso nacional para salir de la crisis. Los peronistas aspiran a recobrar protagonismo, pero se encuentran limitados de hecho por sus propias contradicciones internas.
La contundencia del paro general de ayer alteró la relación que durante seis meses mantuvo la Alianza con la oposición peronista, que asegura que al Gobierno ya no le alcanza el apoyo que negoció con los gobernadores del PJ que controlan las provincias más importantes del país: Carlos Ruckauf, José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann.
Mientras se les hace agua la boca, los dirigentes apuntan como dato que también se abortó la maniobra del oficialismo que intentó sumar como aliados a una veintena de diputados justicialistas, sorprendidos por sus pares de bancada durante una cena “romántica” compartida con Fernando de la Rúa en un hotel cercano al Congreso. “Ninguno de ellos pudo hacer nada para evitar que se concretara la protesta convocada por las tres centrales sindicales”, señalan.
Pese a la fragmentación que domina al justicialismo, sus dirigentes coincidieron en la necesidad de capitalizar el beneficio que les otorgó la medida de protesta y dejaron sus teléfonos abiertos a la espera del llamado que efectivamente recibieron desde la Rosada. “Ahora, la Alianza quiere hablar con todos. Con Menem, con Duhalde, con los presidentes de las bancadas en el Congreso y con los líderes de todas las líneas internas que tengan algún peso de importancia”, aseguran fuentes peronistas.
“Está claro que el Gobierno tiene que volver a la política si quiere sostenerse en el poder”, señaló un dirigente de peso en el PJ bonaerense. “Sin lugar a dudas hace falta consolidar un verdadero poder nacional, lo que este Gobierno por sí sólo es incapaz de hacer”, agregó un diputado nacional, quien recordó que el peronismo controla la mayoría de las provincias del país, tiene quórum propio en el Senado, la primera minoría en Diputados y que conserva un impresionante caudal electoral.
El diputado no lo dice, pero bien sabe que el PJ también mantiene una estrecha relación con los dirigentes sindicales que controlan las dos versiones en las que se dividió la CGT. La del “rebelde” Hugo Moyano y la “dialoguista” de Rodolfo Daer. Justamente los artífices de un paro que habilitó el inicio de conversaciones entre el oficialismo y la oposición. “Hasta ahora sólo recibimos señales, hablamos con algunos enviados, pero no hay nada concreto”, le dijo a Página/12 un dirigente cercano a Eduardo Duhalde. La misma fuente aseguró que el ex gobernador “auspició desde siempre establecer un pacto de unidad con el Gobierno, pero en la medida en que el Ejecutivo aplique políticas consensuadas con la oposición”.
“Nosotros no vamos a sentarnos a la mesa ni con Federico Storani ni con el propio Presidente si pretenden que respaldemos su gestión y si ellos no hacen los cambios que les proponemos”, adelantó por su parte un legislador. “Ahora nos necesitan para calmar el quilombo interno que se les viene, pero la gente votó por un cambio de modelo, y si ellos nocambian el modelo, que se queden solos”, agregó un dirigente que está participando de las negociaciones con los enviados de la Alianza.
Los proyectiles políticos que lanzaron los operadores del oficialismo penetraron en la dirigencia peronista que ya logró un lugar en la mesa, pero a la que todavía le falta definir lo que propondrá sobre ella.

 

LA IZQUIERDA ACTIVA EN EL PARO
“Sumamente fuerte”

“Muy bueno”, “masivo”, “contundente”, “visible y sumamente fuerte”, “un gran paro”. Con estos términos, la izquierda manifestó ayer todo su entusiasmo por el éxito de la huelga convocada por las tres centrales sindicales. Al finalizar la jornada, los principales dirigentes de este sector analizaron el escenario político abierto por la medida de fuerza. A pesar de la satisfacción por la masividad de la protesta, no ocultaron su descontento ante una posible “concertación” entre gremialistas y funcionarios del Gobierno. Sería una “traición”, denunciaron a este diario. Durante la mañana y en las primeras horas de la tarde, muchos militantes de izquierda habían participado con estudiantes, desocupados y jubilados en los cortes de calle en apoyo al paro. Por eso, cuando escucharon a los líderes sindicales aceptar el llamado oficial al diálogo no pudieron reprimir una mueca de disgusto.
Cuatro ideas centrales circularon ayer por los discursos de los líderes de las fuerzas de izquierda. La necesidad de un plan de lucha, la inminencia de un estallido social incontrolable para los dirigentes políticos y gremiales, el rechazo a acordar con el Gobierno y la necesidad de una nueva alternativa política. Para la legisladora porteña electa de Izquierda Unida Vilma Ripoll “el Gobierno tiene miedo” porque –dice– “si la gente avanza esto se va a convertir en una rebelión que hasta se les puede ir de las manos a las direcciones sindicales y políticas”. Su futura colega en la Legislatura Lía Méndez, del Partido Humanista, pronosticó que el descontento social “se va a agravar”. “La gente va a empezar a marchar pero no detrás de un dirigente”, subrayó. Humberto Tumini, del Frente de la Resistencia, también compartió el diagnóstico. “La situación es explosiva. Si introducen más represión, esto puede ser un desastre. Se va a agudizar el conflicto social y también el conflicto político”, aseguró.
El llamado a un plan de lucha, clásico en los partidos de izquierda, ayer no se hizo esperar demasiado. Jorge Altamira, reconocido dirigente del Partido Obrero y diputado electo en la ciudad, convocó ayer a “profundizar las medidas de lucha para lograr la derogación de los decretos de ajuste y reforma laboral”. En el mismo sentido, Christian “Chipi” Castillo, del trotskista Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), señaló que “se debe continuar con un plan de lucha hasta derrotar el ajustazo, la reforma laboral y el plan económico del FMI”.
Las principales voces de la izquierda vernácula resaltaron ayer el rápido desgaste político que ha sufrido el gobierno de Fernando de la Rúa en apenas seis meses. “La ruptura política que hay con el Gobierno es de masas e impresionante. La crisis es tan profunda que no da para planteos intermedios o `progresistas’, como los que en su momento hizo el Frepaso”, analizó ayer Ripoll a Página/12. “No hay espacios para nuevos Frepasos”, remarcó. Para el comunista Patricio Echegaray, en tanto, el paro fue una “condena muy fuerte al ajuste antipopular de la Alianza”.
Informe: Martín Piqué

 

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