Por Raúl Kollmann
En épocas de crisis las sensaciones de la gente parecen contradictorias: no les gustan las medidas de ajuste que tomó el Gobierno, aunque tampoco quieren rupturas con el FMI. Piensan que se podrían haber encarado otras iniciativas desde la Casa Rosada y hay escepticismo sobre el futuro, pero más allá de los paros sigue bajo, bajísimo, el índice de aprobación a los dirigentes sindicales. La imagen del presidente Fernando de la Rúa bajó en forma notoria, pero todavía su figura parece lejos de una hecatombe. En una lectura rápida, se podría decir que la Argentina está hoy desconfiada, con pocas esperanzas y bastante malhumor, aunque el Gobierno aún no gastó el capital conseguido al ganar las elecciones.
Estas conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Mora y Araujo y Asociados que conduce Manuel Mora y Araujo. En total se entrevistaron a 400 personas de Capital Federal y Gran Buenos Aires, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico.social.
�El plan de ajuste, en términos generales, genera pocas adhesiones. En particular la reducción de salarios carece de consenso -.señala Mora y Araujo�. Por eso la imagen del Gobierno ha sufrido una declinación después de la elección del 7 de mayo.� Sucesivos sondeos muestran que De la Rúa tuvo picos de más del 60 por ciento cuando asumió el Gobierno y que ahora supera levemente el 40 por ciento. Es decir que hay una pérdida significativa en apenas seis meses de administración. Para tranquilidad de los asesores presidenciales todavía no es mucha la gente que lo califica mal -.20 por ciento-. y sobre todo está muy lejos de los índices de rechazo que tenía y aún tiene el ex presidente Carlos Menem, quien apenas conseguía el 12 por ciento de opiniones favorables cuando dejó el Gobierno.
El trabajo de Mora y Araujo -.que ya está en poder del primer mandatario-. puede servir también de referencia en los debates que el ajustazo y el paro desataron en la interna oficial. Sobre todo, en cuanto a la repercusión pública de las medidas anunciadas por el equipo de José Luis Machinea.
Es obvio que el Gobierno no se propone aumentar en forma sustancial los planes Trabajar ni incrementar demasiado la inversión en obras públicas, justamente porque aduce que no hay fondos. Pero como ambas medidas tendrían el beneplácito de la población ya anunció que se harán crecer los primeros mediante el �ahorro� del gasto público y también las inversiones de la mano de la iniciativa privada.
Parece lógico que profundice el mensaje contra los evasores impositivos, algo que tiene muchísimo consenso entre los ciudadanos.
El discurso sobre la reducción de gastos de los políticos tiene, por supuesto, mucho respaldo entre la gente. Anular o patear para adelante las jubilaciones de privilegio o reducir los gastos de legisladores y gobernantes son medidas muy populares.
Elegir a los gremialistas como adversarios parece una buena estrategia, por lo menos en cuanto a sus posibilidades de éxito. Hugo Moyano apenas tiene el 10 por ciento de aceptación y la gente aprueba en forma mayoritaria la desregulación de las obras sociales.
Mantener la convertibilidad tiene mucho consenso. Son muy pocos los que proponen la devaluación o dolarizar la economía. Es decir que el Gobierno puede usar ambos fantasmas como amenaza para tratar de demostrar que �no hay otro camino que el ajuste�.
El principal adversario que tiene la administración De la Rúa es el escepticismo y la desconfianza que empiezan a ser mayoritarias en la población. Los optimistas son pocos. Apenas una de cada tres personas cree que van a mejorar su situación en el futuro, que el país estará mejor o que se saldrá de la recesión. Esto marca un clima que, de profundizarse,provocará en los próximos meses fuerte impaciencia y después un malestar creciente. Lo único que podría modificar esa situación es si efectivamente la gente empieza a percibir un cambio en la marcha de la economía.
En diciembre, la mayoría de los encuestadores señalaban que el Gobierno contaba con unos ocho meses de �luna de miel�. Esto situaba el punto crítico en agosto. Por ahora, el pronóstico parece válido. En los próximos meses se hablará mucho de la relación de la gente con el Gobierno y una mirada desapasionada prenuncia tiempos que no serán fáciles.
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