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Por Adrián De Benedictis El golpe había sido demasiado fuerte. Las dos derrotas consecutivas la primera ante Boca, con eliminación de la Copa Libertadores incluida sacaron a relucir ciertas diferencias entre algunos integrantes del plantel, y desataron una verdadera guerra entre la hinchada de River y el técnico Américo Gallego. Por eso, el equipo necesitaba recuperarse rápidamente en dos aspectos clave: el anímico y el futbolístico. Y una buena oportunidad era en su visita a La Plata para enfrentar al difícil Gimnasia, que jugando como local siempre se las ingenia para complicarle la vida a los que están en la lucha por el título. Pero, en la tarde de ayer, River terminó de ratificar que será el gran protagonista del campeonato. En un par de minutos, el equipo de Núñez dejó atrás cualquier pronóstico que anunciara tormenta, y demostró que luchará hasta el final para lograr el bicampeonato. Fueron cuatro goles, pero pudieron ser algunos más si se lo proponía. Claro, River tiene un handicap extra sobre el resto de sus rivales. No sólo por la diferencia de tres puntos que lo ubican en la cima de la tabla sino porque cuenta con tres jugadores que una vez más volvieron a hacer diferencia: Aimar, Saviola y Angel lucieron en una de sus mejores tardes, y nuevamente desplegaron toda su jerarquía donde mejor saben hacerlo: en una cancha de fútbol. El Payaso Aimar desparramó alegría e hizo reír a un estadio colmado que no paraba de asombrarse; el Conejo Saviola no paró de sacar variantes de su galera; y el colombiano Angel continuó con su habitual cuota goleadora que le aseguran destino (¿Parma?) europeo. Parecen suficientes argumentos para una goleada conseguida en un terreno maltratado por la lluvia. Pero River tiene más. Y en ese grupo ingresa nada menos que el arquero de la Selección Argentina: Roberto Bonano. Resulta difícil explicar que después de una diferencia tan clara haya que hablar de Bonano. Es que el ex Central también fue una de las figuras a partir de la seguridad que transmite permanentemente. River encontró rápidamente la tranquilidad que su presente necesitaba. A los diez minutos del primer tiempo ya ganaba 2-0 y era dominador absoluto de la situación. El equipo visitante aprovechaba los espacios que dejaba la frágil defensa de Gimnasia, y contaba con todo a su disposición: pelota y terreno. Además, la contundencia con la que resolvían sus delanteros era su arma principal. Después de ese inicio demoledor, River le dio la iniciativa por un rato a su rival, pero la falta de ideas del equipo conducido por el uruguayo Gregorio Pérez hacía todo demasiado impreciso. Para colmo, sobre el final de esa etapa, Aimar marcó el tercer gol como para dejar todo resuelto. En la segunda mitad, los de La Plata intentaron sólo con algunas acciones individuales del juvenil Messera (a quien dirigentes del Toulose de Francia estuvieron observando por recomendación de Alberto Márcico), y con el empeño de Diego Alonso. Demasiado poco. Para colmo, desde la tribuna local se podían escuchar cantos que pedían el alejamiento del técnico Pérez. Debido a la floja campaña de Gimnasia, los directivos no le renovarían el vínculo que finaliza al término del Clausura. Sobre el final, llegó el cuarto gol luego de una gran definición de Angel. Con esa simpleza pretende terminar River este torneo. En medio del frío y un cielo gris, River dejó sentado que no resignará su condición de campeón tan fácilmente. Si bien el sabor amargo que le propinó su eterno rival en el certamen internacional será difícil de olvidar, River buscará endulzar aún más historia en los próximos cinco encuentros. Gallego quiere
a Casas y Buján Por
A.D.B.
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