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Por Facundo Martínez Con el retorno y los goles de la fórmula del Boca bicampeón, Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto, el equipo de los juveniles de Carlos Bianchi consiguió ayer un importante triunfo por 3-2 frente a Colón, que si bien no parece aportar mucho a la situación del equipo en el Clausura, sirvió para realzar la capacidad ofensiva del plantel en lo que ya se considera la previa de la primera final de la Copa Libertadores ante el Palmeiras de Brasil. La marcada ausencia de espectadores, algo extraño desde la llegada de Bianchi al club, fue otro indicador sobre las preocupaciones de este Boca, que apuesta todo al título Internacional. Nadie hubiera imaginado lo que finalmente sucedió: la vieja fórmula de Palermo y Guillermo, después de más de seis meses de separación, reapareció con toda su magia y efectividad. Palermo había entrado al campo desde el inicio, entre los chicos de la reserva, para hacer un poco de fútbol, para ponerse acaso en ritmo para llegar lo mejor posible a la segunda final de la Copa. Pero la circunstancias del partido obligaron a Bianchi a cambiar un defensor por un delantero: el Mellizo Guillermo, para cambiar la historia. Por puro oficio, Colón hizo pie enseguida en La Bombonera. Se aprovechó de los errores de varios de los juveniles y consiguió ponerse en ventaja en los primeros minutos. Estaban Fuertes capitalizó una indecisión entre los defensores xeneizes Facundo Imboden y Elías Bazzi, y luego de quedar mano a mano con Abbondancieri, forzó un penal, que él mismo ejecutó, para abrir el marcador. Pero la alegría de los santafesinos encontró su contrapunto cuando dos minutos más tarde, el arquero Joaquín Irigoytía sufrió un desgarro que lo obligó a abandonar y cederle su lugar a Leo Díaz. Para el conjunto de Osvaldo Piazza el trámite parecía fácil. Porque Boca no encontraba los medios para reaccionar frente a la adversidad y se mostraba cada vez más inseguro. Sin embargo, la confianza de los visitantes fue decreciendo a fuerza de imprecisiones y de la poca profundidad en sus llegadas. El partido se abrió para los dos. La primera advertencia de los xeneizes llegó recién a los 12 minutos, cuando el volante Sebastián Battaglia remató por encima del travesaño. Después, los locales, sin hacer más que Colón, comenzaron a crecer, aunque tampoco lograban llegar con claridad. Un remate de Palermo, a los 25, que pasó cerca del arco, y un cabezazo de Nicolás Burdisso, a los 36, fueron las más claras de Boca, hasta el final del primer tiempo. En la segunda mitad, con el ingreso de Guillermo, Boca cambió sustancialmente: se formó con un 3-4-3, y mientras Colón esperaba algún otro error de los locales, Boca se adelantó unos metros y comenzó a presionar, y así consiguió el control de la pelota y el protagonismo. A los 13 minutos, Barros Schelotto convirtió el gol de empate de cabeza, luego de una habilitación de Palermo, también de cabeza. De contraataque, a los 18, llegó el segundo gol de Boca y el primero de Palermo, quien coronó con su grito el buen trabajo que venía realizando, ya desde el primer tiempo. Enseguida, empató Colón con gol de Richetti, quien encontró un rebote tras un tiro de esquina y, en medio de la confusión, disparó al arco de Abbondancieri. Tras el empate parcial, Piazza imitó a Bianchi: cambio a Claudio Baggio por Claudio Marini y Colón quedó con tres delanteros. La lucha se intensificó de arco a arco. A los 28, Boca se salvó del tercero de los santafesinos, tras un cabezazo de Enría. Pero a los 33, José Basualdo encontró un rebote fuera del área y habilitó a Palermo, quien no perdonó a Leo Díaz en el mano a mano. En los últimos minutos, la dupla PalermoGuillermo, pudo haber convertido dos tantos más, pero la suerte ya estaba echada: Boca se llevó los tres puntos y Bianchi recuperó la fórmula de la felicidad, en el mejor momento. Después
de la actuación de los dos delanteros-símbolo Por
F.M.
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