Por Pablo Rodríguez
Era el hombre más buscado
del Paraguay. Fue el protagonista de cuanto intento golpista hubo en ese
país desde hace once años. También supo ser el precandidato
presidencial más votado dentro del partido que gobierna Paraguay
desde hace más de medio siglo. Semejante figura fue arrestada ayer
en el octavo piso de un edificio céntrico de la brasileña
Foz do Iguaçu. Semejante figura estaba disfrazada con una peluca
de pelo largo y bigotes. Tenía documentos falsos brasileños,
diez celulares y un arma cargada, pero no la usó. Según
las autoridades brasileñas, estuvo tranquilo durante todo el proceso
de detención y cuando llegó a la Superintendencia de la
Policía Federal Brasileña, pidió un intérprete
argumentando no entender el portugués (algo extraño para
un paraguayo). El fantasma, ahora disfrazado, de Lino Oviedo, el hombre
que durante un año estuvo prófugo de la Justicia y amenazando
con volver, se hizo carne. No se sabe cuándo será trasladado
a Brasilia, desde donde será trasladado a Asunción según
el pedido de extradición aprobado por el Ministerio de Justicia
brasileño hace dos semanas. Oviedo tiene dos condenas pendientes:
una por el intento golpista de 1996, y otra por la autoría intelectual
del crimen del vicepresidente Luis María Argaña en marzo
del año pasado.
El ministro del Interior paraguayo Walter Bower ya viajó a Brasilia
a la espera de que el ex militar prófugo sea trasladado allí,
de donde sería extraditado a Asunción. "Esto es el
inicio de un nuevo Paraguay. No va a haber venganza, pero sí justicia",
declaró orgulloso el ministro de Defensa paraguayo, Nelson Argaña,
a la local Radio Ñandutí. Argaña tiene un doble motivo
para descorchar champagne y para albergar aunque sea un poco sus deseos
de venganza. Según la versión oficial del gobierno y la
Justicia paraguaya, Oviedo fue el autor intelectual del asesinato de Luis
María Argaña, padre de Nelson y en aquel momento (marzo
del '99) vicepresidente de Paraguay. Y además de todo, Nelson Argaña
fue quien, desde el intento de golpe de Estado del mes pasado, insistía
una y otra vez sobre el hecho de que Oviedo, ese personaje escurridizo
que hablaba con la prensa cuando quería, pero jamás era
apresado, estaba en Brasil. Insistía también en que no podía
dar detalles, pero su arresto era inminente. En junio del año pasado,
Oviedo había sido condenado a diez años de cárcel
por el crimen de Argaña y también tenía pendiente
una condena de otros diez años por su intentona golpista en abril
de 1996. "Lo veníamos escuchando a través de scanner",
aseguró orgulloso Argaña.
El cónsul paraguayo en Foz do Iguaçu (en la triple frontera
entre la paraguaya Ciudad del Este y la argentina Puerto Iguazú),
Norberto Segovia, confirmó que Oviedo "tenía los días
contados". Señaló que "en muchos medios de opinión
en Foz do Iguaçu se daba como seguro que las autoridades estaban
pisándole los talones", pero que al mismo tiempo el operativo
"se desarrolló en completo hermetismo y muchos de los detalles
difícilmente serán conocidos por la complejidad que reviste
el hecho".
Por ahora, Oviedo continúa en Foz do Iguaçu custodiado por
nada menos que 120 agentes federales. El portavoz de la Policía
Federal brasileña en esa localidad indicó que "aún
no existe una definición sobre cuándo el señor Oviedo
será trasladado a Brasilia para permanecer a disposición
de la Justicia", aunque adelantó que allí "quedará
detenido en la sede de la Superintendencia de la Policía Federal".
También informó que "ya están iniciando los
preparativos del aparato de seguridad que será necesario para proceder
al traslado".
El juez brasileño Mauricio Correa había dispuesto la prisión
preventiva de Oviedo hace diez días. Tanto las autoridades brasileñas
como las paraguayas afirmaban que el ex militar prófugo estaba
en Brasil, pero que no se podían dar más detalles. El mismo
Oviedo había sido durante mucho tiempo un personaje escurridizo.
Huyó de Paraguay el 28 de marzo del año pasado, en el mismo
momento en que su hijo político y presidente Raúl Cubas
presentaba su renuncia. En Argentina, bajo la presidencia de Carlos Menem,
obtuvo un asilo político que violó casi sistemáticamente
(haciendo declaraciones políticas cuando la ley lo prohíbe
expresamente) y que no le sirvió cuando asumió Fernando
de la Rúa en diciembre. A partir de allí, se supone que
estuvo en Argentina, Brasil y hasta en Paraguay, según tres periodistas
que lo entrevistaron en una quinta.
Quien está en Argentina es su mujer, Raquel Marín, correntina
de nacimiento. "Ella está muy shockeada y en las próximas
horas decidirá si se queda con sus tres hijos menores en Corrientes
(donde cursan la escuela primaria) o si viaja a Brasil para juntarse con
su esposo", declaró el abogado Osvaldo Peña Alvarez,
que incluso podría ser quien defienda a Oviedo en el proceso de
extradición. Peña Alvarez es especialista en estos temas.
Quizás por eso sea amigo de Oviedo.
LINO
OVIEDO, UNA VIDA VIOLENTA
El hombre de los cuatrocientos golpes
El ex general Lino
César Oviedo saltó a la fama gracias a un golpe exitoso
y debe su detención de ayer a un golpe fallido. Desde que fue el
aguerrido militar que exigió la rendición al dictador Alfredo
Stroessner, se convirtió en el protagonista inescapable de todas
las rebeliones militares de los últimos cuatro años de vida
en Paraguay.
Carismático, egresado de la Escuela de Guerra de Alemania aunque
de una locuacidad en guaraní que no iguala ningún político
paraguayo actual, era un favorito del dictador Alfredo Stroessner. Pero
el 3 de febrero de 1989 Oviedo se plantó frente a su protector
para exigirle una rendición que puso fin a cuatro décadas
de dictadura. Había ingresado al bunker stronista con una granada
en una mano y una pistola en la otra, y la acción lo promovió
como uno de los héroes del golpe militar que encabezó el
general Andrés Rodríguez para derrocar al octogenario dictador.
Llamado
el jinete Bonsai por su baja estatura, Oviedo ejerció
una notable influencia sobre las fuerzas armadas durante la presidencia
de Rodríguez. Su lealtad fue premiada con ascensos fulgurantes,
y sólo le faltaba un peldaño para escalar el máximo
grado en el generalato cuando en 1996 se puso al frente de un movimiento
sedicioso. Y el militar que había dado su apoyo para que Juan Carlos
Wasmosy llegara a la presidencia (que éste ejerció entre
1993 y 1998) se negó entonces entendiblemente a acatar su destitución
de la Comandancia del Ejército. Durante algunas horas y desde un
cuartel asunceño de Caballería, Oviedo mantuvo en jaque
a la democracia paraguaya. En agosto de 1996, tras pasar 55 días
preso y mientras su proceso por sedición seguía su curso
ante la Justicia, Oviedo optó por la lucha en las urnas y lanzó
su candidatura presidencial. Al frente de una corriente del gubernamental
Partido Colorado (que gobierna Paraguay desde 1947), se dedicó
a criticar a Wasmosy en numerosos actos públicos. En las internas
partidarias, Oviedo derrotó a Luis María Argaña,
quien se convirtió desde entonces en su acérrimo enemigo.
El 9 de marzo de 1998, una condena de 10 años de prisión
militar por la intentona de 1996 truncó su carrera militar perdió
cargo y honores y limitó sus ambiciones presidenciales al
inhabilitarlo políticamente. Pero su amigo y aliado político
Raúl Cubas Grau tomó su relevo como candidato a la presidencia
y en mayo se alzó en las urnas como sucesor de Wasmosy. El 18 de
agosto de 1998 y a poco de haber asumido la presidencia, Cubas Grau aceleró
la salida de Oviedo de la prisión asunceña al conmutar la
pena de 10 años por otra de tres meses. Pero el 2 de diciembre
de 1998 la Corte Suprema ordenó el regreso de Oviedo a prisión
y consideró inconstitucional la decisión de Cubas. Hubo
que esperar hasta el 24 de marzo de 1999 para que Oviedo concluyera otra
de sus etapas de resistencia al Poder Judicial y se entregara en una unidad
militar.
Pero desde el día anterior Paraguay vivía una nueva convulsión
política: asesinos a quienes se acusó de actuar bajo
órdenes de Oviedo mataron en pleno centro de Asunción
al vicepresidente Luis María Argaña, a un guardaespaldas
y a su chofer. Las protestas ciudadanas en demanda de responsabilidades
para los culpables del magnicidio recibieron la madrugada del 27 de marzo
como respuesta una lluvia de balas de francotiradores que causaron la
muerte a cuatro jóvenes e hirieron a un centenar de personas.
El 28 de marzo, horas antes de que la presión popular provocara
la dimisión del presidente Cubas Grau, Oviedo huyó en una
avioneta a Argentina, donde obtuvo el asilo político. El 15 de
julio la Justicia paraguaya lo condenó en rebeldía como
responsable del asesinato de Argaña y ordenó el embargo
de 300.000 dólares de sus bienes. El 9 de diciembre Oviedo emprendió
otra de sus huidas. Un día antes de que Fernando de la Rúa
asumiera la presidencia argentina, el ex militar golpista pasó
a la clandestinidad. Hasta ayer, su paradero era una incógnita,
a pesar de que se vanagloriaba de entrar y salir del Paraguay
cuantas veces quisiera, dando desde allí notas a la prensa. El
gobierno paraguayo tampoco dejó deacusarlo como instigador de la
última intentona de golpe del 18 de mayo pasado.
Los festejos
y las dudas dominaron los pasillos de la Casa Rosada
Por Fernando Cibeira
En el Gobierno, o lo que quedó
de él en Buenos Aires, se celebraba anoche la detención
del ex general golpista Lino Oviedo en Foz do Iguaçú casi
como un triunfo propio. "Corrobora lo que nosotros decíamos:
que no estaba en nuestro país y que muy posiblemente se encontraba
en Brasil", remarcaba el ministro del Interior, Federico Storani.
Sin embargo, en la Rosada no estaban del todo convencidos de que el hecho
sirva para distender las relaciones internas entre los países del
Mercosur. "Primero hay que ver si Brasil accede a darle la extradición.
Y, después, hay que ver qué es lo que quieren en Paraguay",
explicaba un funcionario con injerencia en las relaciones exteriores.
Buena parte de las dudas que recorrían ayer a los hombres de la
Rosada estaban puestas en la posición
que tomará el gobierno de Luis González Macchi. Si bien
las declaraciones de ayer de los funcionarios paraguayos indicaban que
aguardaban que Oviedo se presentara ante la Justicia de ese país,
entre los hombres del Gobierno no daban nada por seguro. "Una cosa
es lo que declaran en público y otra, la que nos dicen en las reuniones
reservadas. Por ejemplo, antes de que asumamos, a nosotros nos hablaban
de la posibilidad de buscar un tercer país donde llevarlo detenido,
pese a que en público pedían a gritos su cabeza", confesaba
ayer un funcionario.
Luego, la historia es conocida. Un día antes de que asuma Fernando
de la Rúa, Oviedo se fugó y a partir de ese día se
mantuvo en la clandestinidad. Sólo una vez, mientras hablaba a
través de un teléfono satelital, los investigadores del
Gobierno tuvieron la certeza que se encontraba en Corrientes, pero no
contaban con la tecnología necesaria para precisar su escondite.
Le pidieron ayuda a la Embajada de Estados Unidos, pero nunca obtuvieron
respuesta.
Pese a ese incidente, el ministro Storani aseguró ayer a Página/12
que Argentina colaboró activamente en la persecución de
Oviedo: "Nosotros hemos colaborado activamente con el Paraguay, por
ejemplo, cuando detuvimos a dos personas que estaban sindicadas como colaboradoras
materiales del asesinato del vicepresidente Argaña", respondió.
--¿Oviedo detenido quita tensión dentro del Mercosur?
--En principio sí. Esto claramente sirve para colaborar en el fin
de la impunidad que todavía existe en América latina.
--¿La situación de Oviedo empeoró a partir del último
levantamiento militar fallido en Paraguay?
--Acá no, nosotros lo buscamos siempre igual desde el primer día.
--¿Pero estaba en el país o estaba afuera?
--Alguna vez supimos que estaba acá y lo buscamos. Hicimos operativos
en estancias en Corrientes, en Chaco y en Misiones. También había
mucha psicosis y recibimos montones de denuncias anónimas que después
se comprobaron que eran falsas. Incluso se dio el caso de algún
pueblo en el que recolectaron firmas para repudiar la presencia de Oviedo
y resultaba que no era así. Por otra parte, siempre tuvimos controlada
a su mujer, Raquel Marín, que se alojó en Corrientes. No
descarto que también Oviedo haya alguna vez pasado la frontera.
Es una frontera muy complicada.
Un huésped de honor
Disfrutó de los mejores haras y estancias de empresarios
menemistas, se reunió con quien se le antojó violando el asilo
político, anunció a través de los diarios que volvería a Paraguay
para ser su presidente, desató incidentes diplomáticos, paseó
por shoppings y hasta se hizo implante de pelo natural. En los
ocho meses y medio que estuvo en el país, Lino Oviedo no se privó
de ningún gusto. Su estancia en la Argentina coincidió con los
finales del gobierno de su amigo Carlos Menem: el ex general paraguayo
aterrizó en la madrugada del 28 de marzo del año pasado en el
aeródromo de San Fernando. Consiguió el asilo político en 24 horas,
pero antes de tenerlo en sus manos ya estaba instalado en el haras
del empresario naviero Arnaldo Martinenghi. Se mudó después con
toda su familia a una quinta de Moreno con pileta de natación,
canchas de tenis y de fútbol y espacio suficiente para recibir
a sus partidarios que comenzaron a llegar del Paraguay. La filtración
de las reuniones políticas obligó a confinarlo a Tierra del Fuego.
El general pidió clemencia y alegó que el implante capilar realizado
por el cirujano José Juri podía arruinársele con el frío. El 9
de diciembre fue su último día en el país. Su fuga al Brasil ocurrió
un día antes a la asunción de De la Rúa, quien había advertido
que el asilado estaba a punto de perder su calidad de huésped
de honor.
|
|