Por Martín
Granovsky
Desde Nueva York
Si los mercados tienen ciudad, es ésta. Solo en Nueva York
puede verse una publicidad como ese cartel de Forbes colgado en la quinta
avenida, cerca de Central Park, que muestra todo el orgullo, las nuevas
tendencias y hasta el desparpajo de una economía que ni sufre la
desocupación: Proliferar el capitalismo.com. Buscando
recoger algo de la proliferación pasó Fernando de la Rúa
su primer día neoyorkino. Ya estaba tonificado por la felicitación
de Bill Clinton, que hasta minimizó los efectos del paro y pareció
elogiar a De la Rúa como líder a prueba de Moyanos.
Las palabras de Clinton constituyen un acto de confianza en el país,
que yo valoro y aprecio, dijo De la Rúa, quien mañana
se verá con Clinton en Washington desafiando los maleficios del
martes 13. Significan un gran respaldo internacional, que en el
marco de la globalización del mundo de hoy es muy importante,
agregó.
De paso insistió en que la Argentina respetará la
Convertibilidad a rajatabla, que ahora es un modo de decir no solo
que el Gobierno no devaluará sino que tampoco aceptará la
propuesta de dolarización que impulsan el ex presidente Carlos
Menem y su hombre de confianza en el Banco Central, Pedro Pou, que a diferencia
de Carlos Silvani sigue manteniéndose en el poder pese al cambio
de gobierno.
En su primera visita oficial a los Estados Unidos, De la Rúa permitió
trazar diferencias de estilo con Menem.
Menem se lanzaba a jugar al tenis con Alberto Kohan, Raúl Granillo
Ocampo o quien fuese de la partida no bien llegaba al hotel desde el aeropuerto.
De la Rúa fue a misa.
Menem hacia escapadas sorpresa del hotel. De la Rúa prefirió
un día muy tranquilo.
A Menem lo esperaban pidiéndole autógrafos. De la Rúa
es discreto.
Menem se alojaba en el Waldorf Astoria, el mismo de Frank Sinatra. De
la Rúa en el Plaza, frente a Central Park. El mismo de Raúl
Alfonsín.
El primero se rodeaba de una gran comitiva. El segundo la achicó,
o en todo caso buscó una tarea pública para cada uno. Así,
su hijo menor participó de la reunión con los empresarios
punto com, y también su asesor publicitario, sin cargo en el Gobierno,
Ramiro Agulla.
Lo que iguala a Menem y De la Rúa es su esfuerzo por complacer
a los famosos inversores dándoles una imagen de Presidente fuerte
de país estable que cumple con sus obligaciones y no pide nada
a cambio. Alfonsín también les hablaba a los mercados en
sus giras norteamericanas. La diferencia es que pedía a cambio,
lo cual naturalmente no caía bien entre sus interlocutores, y que,
al final, los mercados parecían escucharlo cada vez menos.
La austeridad de movimientos de De la Rúa fue tanta que ni sufrió
el bochornoso calor de ayer en Nueva York, con más de 30 grados
bien húmedos, ni los embotellamientos que provocó la celebración
del día de Puerto Rico, el Estado asociado a los Estados Unidos,
que vino a ser una especie de dolarización política de la
historia. Tampoco pudo ver los reflejos más evidentes de una economía
con solo el 3 por ciento de desocupación: los carteles en los bares
pidiendo empleados, el desfile de bolsas de compras que a veces, solo
a veces, deja ver la gente que las lleva, la japonesización siempre
actualizada del parque automotor, el recliclaje intenso de los edificios
de ladrillo no solo en el Village de los cafecitos y los clubes de jazz
sino también en el lejano Harlem de la calle 125 y Malcom X.
Ayer por la tarde, la Internet fue su obsesión. Y se trató
de una obsesión filmada. El Presidente habló durante más
de una hora con los empresarios Martín Varsavsky (ver reportaje
aparte), el ex bateristaCharly Alberti y José Cibrián Campoy,
a los que se sumó el experto financiero Javier Timerman, que después
merecería un agradecimiento especial del Presidente. El es
el hijo de mi gran amigo Jacobo, diría De la Rúa a
los periodistas. Pero antes de la charla formal, los funcionarios de presidencia
dejaron entrar a las cámaras a la reunión. Los periodistas
quedaron como frente a una pantalla, porque por un buen rato los empresarios
hicieron como que no sentían la presencia de testigos. Era divertido
ver a Alberti hablando como si ignorase el foco blanco que lo iluminaba,
en una suerte de backstage de la política que a la noche, sin embargo,
se trocó en cena formal, cuando llegó el momento de compartir
una comida privada con los pesos pesados de la City neoyorkina.
De la Rúa repitió una de sus características más
marcadas, que es la postura monográfica ante la política:
un tema por vez, y el mismo tema para todos. En Europa, el año
pasado, antes de asumir, fue el turno de anunciar que Menem dejaba unas
cuentas públicas horribles. En Estados Unidos, ahora, el centro
está puesto en que el Gobierno combate tanto desastre heredado
de Menem, aunque, eso sí, la palabra Menem no aparece, y menos
todavía como símbolo de algo malo. El enemigo es el desorden
fiscal, como si se hablara de una fuerza demoníaca.
Si ayer De la Rúa tuvo algún descanso, porque recién
llegaba tras su viaje en vuelo comercial por Aerolíneas, hoy la
agenda está a tope, y los business dominan todo el día excepto
una audiencia con el embajador norteamericano en las Naciones Unidas,
Richard Holbroke.
Habrá un desayuno con 400 empresarios, sobre todo los que tienen
intereses en la Argentina, un almuerzo con inversores en el consulado,
un encuentro con el directorio de The New York Times, una reunión
con el directorio de The Wall Street Journal y la presentación
de una propuesta turística para el mercado estadounidense a cargo
del secretario Hernán Lombardi.
Con este último punto se conecta la posición del gobierno
argentino en la cuestión de los cielos abiertos, que es el eufemismo
utilizado por los Estados Unidos para describir su reclamo de que la Argentina
desregule el diagrama de vuelos para favorecer más a American y
United en detrimento de Aerolíneas. La oscilación oficial
se debe a una tensión: por un lado, como afirmó ayer el
propio José Luis Machinea, la Argentina se propone demorar la desregulación
que ya prometió a los Estados Unidos. Por el otro, el Gobierno
está interesado en un flujo mayor de turismo norteamericano a la
Argentina.
Antes de viajar a Washington, esta misma noche, De la Rúa cumplirá
con un deber de la tradición de relaciones con el establishment.
Dará una conferencia en el Council on Foreign Relations, auspiciada
por la Americas Society y presentada por Mr. Citi, William Rhodes. Citicorp,
después, le ofrecerá una cena.
La última vez que Menem cumplió el mismo raid, cuando viajó
a los Estados Unidos sin Domingo Cavallo para probar si el establishment
extrañaba o no a su ministro, lo ametrallaron a preguntas sobre
la crisis de las provincias. Quizás la agenda no haya cambiado
tanto.
De Machinea a los
mercados
Por
M.G.
José Luis Machinea parece menos abrumado que en Buenos
Aires. Sin Fernando de Santibañes
tomando el último whisky del día con el Presidente,
alejado por unos días de los efectos del paro y las discusiones
internas de la Alianza, el ministro de Economía está
concentrado en hablarles a los mercados sin intermediación,
directamente a través de sus representantes.
Cifras: Las
medidas eran necesarias y muy pronto se verá su efecto:
por lo pronto, en junio vamos a tener superávit.
Diferencias con
el bloque de diputados de la Alianza: Hace dos noches
nos juntamos y todos dijeron lo que querían decir. Más
allá de las personas, de lo que cada uno expresó,
todos salimos fortalecidos.
Nervios: Yo
entiendo la ansiedad para que el fruto de las medidas se note,
pero la tendencia positiva es muy clara.
Fondo: Vamos
a cumplir con las metas pautadas. Y no estamos haciendo nada con
el Fondo Monetario. No estamos renegociando. No vamos a pedir
flexibilidad en lo que tenemos acordado.
El paro en el exterior:
El paro no ayudó, por supuesto, en la conversación
con los inversores, pero tampoco es determinante.
Obras sociales:
Vengo hablando de la desregulación de las obras sociales
desde antes de ser ministro. No es una medida que se me ocurrió
ahora.
Clinton: ¿Si
el apoyo de Clinton nos compromete más? Nos preocupa la
credibilidad ante la gente, no sólo ante Clinton.
Momento: La
reactivación se va a percibir claramente en el segundo
semestre.
Desocupación:
En octubre, cuando se conozcan los índices, puede
haber una baja en el de desempleo.
A los antifondomonetaristas:
La credibilidad en la Argentina y en el exterior no
se gana acordando o no con el Fondo.
A los mismos, bis:
La Argentina tiene que generar inversiones y debe garantizar
la solvencia fiscal. Decir que el Fondo dicta la vida del país
es una lectura que no condice con la realidad de un mundo globalizado.
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Reportaje
a Martin Varsavsky
Acá la Argentina tiene que llamar la
atención
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