A
José Luis Machinea la apertura del mercado de aeronavegación
a empresas de Estados Unidos le parece una buena idea. Desde Nueva York,
el ministro resaltó ayer las ventajas que la política de cielos
abiertos, reclamada con insistencia por la administración Clinton,
traería para Argentina. Bajarían los costos de los pasajes
de quienes vuelen al país, lo que aumentaría el flujo de turistas,
aseguró. Sin embargo, sostuvo que la desregulación de frecuencias
aéreas se hará de modo gradual a partir del 2003, para evitar
que una avalancha de compañías estadounidenses barra con las
empresas locales. En medio del debate por los cielos abiertos, que tiene
como telón de fondo el futuro de Aerolíneas Argentinas, el
gobierno español difundió finalmente en Madrid el plan de
salvataje de la ex compañía estatal, que incluye, entre otras
medidas, un plan de retiros voluntarios, jubilaciones anticipadas y una
reducción salarial de hasta el 20 por ciento.
No casualmente, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI),
accionista y administrador de Aerolíneas Argentinas, reclamó
el esfuerzo de todos para evitar la desaparición de la
compañía de bandera.
Fue un mensaje a dos puntas. Por un lado, al gobierno argentino para que
no avance con la política de cielos abiertos, que complicaría
aún más el futuro de Aerolíneas Argentinas por la mayor
competencia de empresas estadounidenses. Y en segundo término, a
los trabajadores de la empresa. El plan de rescate evita los despidos directos,
pero propicia la renegociación de los convenios colectivos de trabajo
de los siete sindicatos vinculados a la empresa, abre un programa de retiros
voluntarios, ordena jubilaciones anticipadas y dispone reducciones salariales
de hasta el 20 por ciento. La renegociación de los convenios, que
involucran a 5700 trabajadores, busca adaptarlos a los vigentes en
el sector, de modo de simplificar las categorías, reducir costos
(en 22,8 millones) y lograr una mayor productividad.
Una batería de medidas de ajuste constituye la espina dorsal del
programa de la SEPI. Además de la reducción de costos laborales,
los españoles proponen concentrar a Aerolíneas en las frecuencias
rentables, aunque sin dejar de operar ninguna de las rutas actuales.
El plan se completa con un aporte de capital de 650 millones de dólares,
a ser realizado por todos los accionistas de la compañía.
Ello incluye al Estado argentino, que debería integrar 32,5 millones,
y a los trabajadores que detentan el 10 por ciento del capital accionario
a través del Programa de Propiedad Participada, quienes deberían
aportar 65 millones. El accionista mayoritario de Aerolíneas es Interinvest
(85%), de la que forman parte Andes Holding (80%), American Airlines (10%)
e Iberia (10%). A su vez, Andes Holding está participada por Merryl
Lynch Bankers Trust (58%) y por la SEPI (42%).
La diputada y sindicalista Alicia Castro le dijo a Página/12 que
la propuesta de la SEPI es más de lo mismo y exhortó
al Gobierno a rechazarla. También calificó de despidos
encubiertos el programa de retiros voluntarios. Desde la privatización,
con ese mecanismo la empresa dejó afuera a 5 mil trabajadores,
recordó la legisladora. Nos oponemos a un plan de achicamiento
y tomaremos las acciones legales y gremiales que correspondan, concluyó
Castro.
En primer término, la SEPI pretende aportar 46,4 millones de dólares
entre el segundo semestre de este año y junio del 2003, para ordenar
el funcionamiento de la empresa. Esa inversión permitirá un
ahorro de 139,2 millones de dólares. Mediante la reorganización
de la empresa, la SEPI pretende pasar de un saldo negativo en la operación
de la compañía de 41 millones el año pasado, a otro
positivo de 152 millones. La nueva estructura también incluye la
creación de una nueva sociedad, Grupo Aéreo Argentino, que
tendrá seis unidades de negocio: transporte aéreo, transporte
de cargas, mantenimiento, aeropuertos, rampa y turismo. Con todo ello, según
el plan, la compañía aérea estará en disposición
deobtener ganancias por 110 millones de dólares entre julio del 2001
y junio del 2003, y así dejar atrás el fantasma de su desaparición.
GREMIOS AERONAUTICOS
CONTRA LOS CIELOS ABIERTOS
Protesta frente a la embajada
Mientras
José Luis Machinea ponderaba ayer desde Nueva York las
ventajas de la política de cielos abiertos, los gremios
aeronáuticos realizaban una marcha de protesta hasta la
Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires. Los sindicalistas
se oponen a la apertura del mercado aerocomercial, que el gobierno
estadounidense viene reclamando con insistencia. Un grupo de los
manifestantes, entre quienes estaba la diputada y titular del
gremio de los aeronovegantes, Alicia Castro, entregó un
petitorio dirigido al presidente norteamericano, Bill Clinton.
El encargado de negocios de la embajada, Manuel Rocha, se negó
a atender a los gremialistas,
quienes debieron dejar su petitorio a un empleado. Castro le dijo
a Página/12 que el gobierno debe rechazar el acuerdo
que Carlos Menem firmó con Estados Unidos antes de abandonar
el poder, y que establece un aumento de siete frecuencias al año
y la apertura total del mercado a partir del 2003. Al
asumir, la Alianza rechazó el acuerdo, recordó
la diputada, y agregó que espero que mañana
(por hoy) Fernando de la Rúa resista las presiones que
seguramente recibirá de Estados Unidos, cuando se
reúna con Clinton en su visita oficial.
En tanto, el titular de la Asociación del Personal Técnico
Aeronáutico, Ricardo Cirielli, señaló que
la nota dirigida a Clinton explica las consecuencias para
nuestro país si se aplica el acuerdo firmado por Menem.
El gremialista indicó que esto traería como
consecuencia el cierre, por una cuestión de precios y de
dumping que harían las empresas norteamericanas, de todas
las empresas nacionales de transporte aéreo.
Finalmente, el secretario de la Asociación de Personal
Aeronáutico, Ariel Basteiro, señaló que De
la Rúa mostró una actitud timorata cuando
se le preguntó su opinión sobre la política
de cielos abiertos, en una reunión que mantuvo con los
gremios la semana pasada. En ese sentido, apuntó que el
Presidente justificó esta política diciendo
que la había firmado el anterior gobierno y que no podía
desconocer un acuerdo firmado por el país. También
recordó que De la Rúa argumentó que
él no tenía postura fija y que estaba influenciado
por el secretario de Turismo y por su hijo Antonio.
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