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![]() Flamarique y Daer se cruzaron ayer en Ginebra en dos oportunidades, aunque no llegaron a profundizar acerca de ningún tema. Uno de los encuentros fue en la cafetería del edificio de las Naciones Unidas en el que se desarrollan las deliberaciones de la OIT, donde se saludaron después de que el asesor de la CGT oficial, Lucio Garzón Maceda, acordara la reunión que ambos mantendrán hoy. El otro cruce se produjo en el mismo recinto de sesiones y allí a Flamarique no le quedó otra alternativa que escuchar las críticas del gremialista desde el estrado que ocupa como presidente de la asamblea. Parado de espaldas al ministro de Trabajo y a tan pocos metros que la televisión podía mostrarlos en un mismo plano, Daer justificó el último paro. “Se procura debilitar a nuestros sindicatos afectando su representatividad global, con campañas de prensa vergonzosas, se favorece la personalización de la negociación colectiva, se segmenta el mercado laboral, todo en un marco de alta desocupación e intolerable clandestinidad laboral, con destrucción de los servicios sindicales”, señaló. Daer habló seis minutos, uno más que lo estipulado en el reglamento de la asamblea de la OIT. Flamarique nada dijo del exceso del gremialista y -al menos en apariencia– tampoco le dio mayor importancia a la dureza de su discurso de siete carillas: en varios tramos se lo vio más interesado en conversar con la funcionaria sentada a su diestra que en prestar atención a las palabras del titular de la CGT oficial. A propósito de Flamarique, el gremialista calificó como una “triste paradoja” su designación como presidente de la reunión de la OIT “en reconocimiento a la tradición laboralista” argentina, mientras en el país “hemos ido a la huelga para exigir al gobierno que respete los derechos que esta conferencia debe ratificar”. Daer cargó las tintas sobre el Banco Mundial y el FMI, a los cuales acusó de seguir “ensañándose con los trabajadores, con las organizaciones sindicales y con las economías populares”. También les atribuyó ser los que “exigen reducción del gasto social, atomización sindical con menoscabo de la negociación colectiva”, así como de propiciar “en la misma senda reaccionaria la destrucción” de las obras sociales gremiales. A la gestión de De la Rúa, el jefe de la CGT oficial lo denunció como operador de las políticas de esos organismos de crédito internacionales. “Hoy el gobierno democrático –dijo–, mientras en sus discursos privilegia el diálogo social, ha impuesto unilateralmente una reducción masiva importante de los salarios del empleo público, induciéndose a reducciones salariales en los sectores productivos”. En su discurso Daer destacó que la “CGT ha hecho siempre profesión del diálogo social” y llamó a la OIT a “supervisarlo y asegurarlo activamente”. Después brindó ante la prensa la posición de la central sindical que conduce frente a la ronda de consultas que piensa abrir el Gobierno: “Queremos el diálogo para construir consensos y no el diálogo que propone el ministro del Interior, Federico Storani, que es sólo de formalidad. Storani y el vicepresidente Carlos Alvarez deben entender que el diálogo no debe ser bastardeado; se debe discutir la gran estrategia para no ser país agroindustrial sino con fuerte valor agregado”.
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