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FAMILIARES DE LAS VICTIMAS DE LAPA CONTRA LA EMPRESA
Toda la bronca en un grito

El director general de la empresa debía declarar. Lo esperaron con pancartas y lo persiguieron al grito de �asesino�.

t.gif (862 bytes)  Los familiares de las víctimas de la tragedia de LAPA esperaron pacientemente hasta las 10.30 en la puerta de los tribunales de Comodoro Py. A esa hora llegó el director general de la empresa aérea, Ronnie Boyd, para prestar declaración indagatoria ante el juez Gustavo Literas. El directivo quiso pasar inadvertido, pero no pudo: la gente lo corrió al grito de “Asesino, asesino”. Así comenzó su día el segundo hombre en importancia de la compañía, cuya responsabilidad en el accidente es investigada por el juez. En el tribunal, Boyd aburrió durante dos horas sobre aspectos vinculados al funcionamiento de la compañía y luego se negó a contestar la preguntas del juez: argumentó que no tuvo tiempo de leer la causa y pidió una nueva citación, que el juez concedió para el 23 de este mes.
Boyd, lo mismo que otros once miembros del directorio de LAPA, está imputado por su responsabilidad –mediata o inmediata– en el accidente: si bien los informes de la Fuerza Aérea culpan por la tragedia a los pilotos de la nave, el juez quiere saber si la empresa había garantizado la seguridad de sus vuelos y si los tripulantes estaban en condiciones de comandar la nave. También serán indagados como imputados nueve oficiales de la Fuerza Aérea, responsables de la habilitación de los pilotos para volar y de controlar el sistema de aeronavegación. Están acusados bajo la figura general de “delitos contra la seguridad pública” y, después de las indagatorias, el juez deberá determinar si se trató de una acción dolosa o culposa.
“¡Boyd!”, gritó una mujer a un grupo de hombres trajeados que entraba en los tribunales. Era una forma de reconocer al directivo, y dio resultado: uno de ellos se dio vuelta. “¿Usted es Ronnie Boyd?”, insistió la mujer. Y el hombre esta vez negó, aunque sin convicción, porque comenzó a correr seguido por los familiares de las víctimas. En medio del alboroto, se escucharon insultos y el grito de “Asesino, asesino”. Los familiares estaban indignados por recientes declaraciones de Boyd, donde señaló que LAPA también había sido víctima del accidente. “Es una víctima de su propia codicia”, replicaban los familiares desde una pancarta.
Con la asistencia del abogado de LAPA, Roberto Durrieu, Boyd se amparó en el derecho a no declarar cuando el juez comenzó con su interrogatorio. A través de un comunicado, la defensa argumentó que “el tiempo transcurrido desde la notificación ha sido muy exiguo, teniendo en cuenta que la causa tiene en estos momentos 60 cuerpos, lo que equivale a 12.000 fojas.
En rigor, los abogados de la empresa habían solicitado al juez, en reiteradas ocasiones, que se los admita como parte en la causa, demanda a la que el magistrado no accedió. Por eso presentaron un pedido de nulidad, por “violación al derecho de defensa”. Tras un recurso, la Cámara de Apelaciones le concedió a LAPA el derecho a acceder a los expedientes. Pero ya las indagatorias estaban encima. El abogado Durrieu, entonces, pidió una nueva fecha para declarar. También declaró ayer el jefe del Area de Prevención de Accidentes de LAPA, Raúl Novo. Asesorado por el mismo abogado, el directivo adoptó idéntica estrategia.
También debe declarar en la causa el presidente y dueño de la empresa Gustavo Andrés Deutsch y otros directivos de la compañía. El mismo día que los citó para la indagatoria, el juez Literas dispuso el embargo de los bienes personales de los miembros del directorio hasta cubrir la suma de 60 millones de dólares, Lo hizo con el fin de asegurar el pago de eventuales indemnizaciones a los familiares de las víctimas.
El accidente se produjo el 31 de agosto último, cuando el Boeing 727 que debía despegar de Aeroparque hacia Córdoba, en lugar de levantar vuelo se estrelló contra un talud de tierra y se incendió. En el accidente murieron 67 personas. Según el informe de la junta investigadora de la Fuerza Aérea, los pilotos no accionaron los flaps, pese al insistente aviso de una alarma. Sin rechazar este argumento, Literas decidió ir más allá consu investigación: si los pilotos cometieron errores, hay que averiguar si estaban capacitados para cumplir esa tarea.

 

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