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LA SUCESION DEL PRESIDENTE AL-ASSAD EN SIRIA
Apareció el príncipe negro

La muerte del presidente Assad en Siria promovió la candidatura de su hijo. Pero ayer el hermano exiliado reclamó prioridad.

En las calles de Damasco, sirios con imágenes de Assad y su hijo Bashar.
Rifaat, el hermano de Assad en el exilio (derecha).


t.gif (862 bytes)  Ayer se hicieron visibles los primeros signos de la lucha por el poder en Siria. Mientras el presidente francés Jacques Chirac o la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright acudían a Damasco –una ciudad habitualmente desconfiada con los extranjeros– para el funeral de Hafez al-Assad, desde España el hermano del presidente fallecido, Rifaat alAssad, reclamaba su derecho dinástico a la sucesión. Algo que, temía el gobierno israelí, para la estabilidad de la nación vecina y enemiga es una prioridad inamovible. Ayer se supo que la Mossad había conocido la muerte de Assad siete horas antes de que Damasco la revelara. Pero guardó el secreto para darle tiempo a Bashar, hijo del presidente y su heredero designado, a que organizara el traspaso del poder.
Rifaat al-Assad, que en 1983 intentó un golpe de Estado, amenazó ayer con volver de su exilio en Francia “en el momento adecuado”. Y explicó que la designación como sucesor de Bashar, de 34 años, es un acto ilegal: sencillamente, él debería ocupar su lugar. “Lo que está pasando en Siria es una farsa, un teatro inconstitucional”, dijo a través de su vocero en Marbella, España.
Dos bases de apoyo sostienen la pretensión de Rifaat, que no es nueva y es más sólida de lo que podría parecer a primera vista. Y son el ejército sirio y Francia. El ejército ha mostrado hasta ahora lealtad por Bashar. La decisión del presidente francés Chirac de asistir al funeral de Assad fue interpretada por muchos diplomáticos como prueba de que Francia está comprometida a sostener la sucesión de Bashar como parte de su propósito de largo aliento por reestablecer la influencia francesa en Medio Oriente. La preferencia de Chirac quedó en evidencia en noviembre cuando saludó en público a Bashar en la escalinata del Elíseo en París, en un gesto que irritó a Rifaat. Un gesto, también, que contrastaba con la cálida acogida que se le prestó en 1998, cuando era considerado un sucesor potencial como jefe de Estado. Con una fortuna estimada entre dos mil y cuatro mil millones de dólares, Rifaat ayudó a muchos políticos franceses con sus campañas y recibió a cambio un trato preferencial. Custodiado permanentemente por más de 30 guardaespaldas, continúa dirigiendo más de 100 empresas y controla fondos dispersos en Panamá y otros paraísos fiscales. No resulta claro, según fuentes diplomáticas árabes, que Francia se haya desentendido por completo de la candidatura de Rifaat. Le van a mantener todos los privilegios, incluyendo la protección oficial, hasta que la sucesión sea más clara. Bashar se enfrenta con una única pregunta: ¿puede durar? Y, tal como lo entienden los franceses y tal vez lo entienda el ejército sirio, Rifaat tiene todo para ganar en un política de esperar y ver si su rival resiste.
Chirac es el único jefe de Estado europeo que asistirá al funeral. El rey de Jordania, el emir de Kuwait, el príncipe de la corona saudí estarán todos allí, junto con los presidentes de Egipto, Irán, Líbano, Sudán, Turquía y Yemen. El ruso Vladimir Putin finalmente no asistirá. Gran Bretaña estará representada por su canciller Robin Cook. El líder palestino Yasser Arafat fue invitado personalmente por Bashar. Y Arafat se apuró en ponerse en el camino de Damasco: no desperdiciará una oportunidad de ser visto, en un mismo nivel, con jefes de Estado.

 

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