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Por Gustavo Veiga Settimio Aloisio vive días de alborozo. El empresario custodia los intereses del jugador argentino más valioso y carismático, lo que no es poco. Gracias a los goles de Gabriel Batistuta, comprobó cómo todos los caminos que conducen a Roma lo elevaban al éxito más grande de su dilatada trayectoria en el mercado futbolístico. El delantero, a los 31 años, acaba de firmar un contrato millonario. Y, cuando otros profesionales comienzan a vislumbrar el retiro o a recorrer la pendiente hacia abajo, el jugador más emblemático de la Selección recibió una ovación en el famoso Estadio Olímpico. Detrás del ídolo, con su voluminosa figura y convertido en el escudero del Quijote, Aloisio disfrutó también de su jornada de gloria. Esta operación entre la Fiorentina y la Roma, ¿fue la más importante de todas en las que usted participó? Sí, y es la que me dio más satisfacción. Tuvimos a los tres clubes más importantes de Italia en la pelea hasta último momento, cuando bajamos el martillo. Créame que la explosión que provocó Batistuta en Roma sólo puedo compararla a la llegada de Maradona al Napoli. Aunque hay una sola diferencia. El recibimiento que le hicieron a Diego estaba preparado y éste no. Todo fue decidido de la noche a la mañana. Gabriel apenas iba a dar una conferencia de prensa, pero los hinchas amenazaron al presidente con que lo querían ver. Y entonces, en un día con 35 grados de temperatura, de manera espontánea, quince mil personas lo recibieron en el Olímpico. Fue apoteósico, algo impresionante. ¿Se siente reivindicado después de que en la Argentina, otro empresario, Gustavo Mascardi, lo desplazó del primer lugar en las preferencias de los futbolistas? Tengo en mis manos al mejor del mundo y trato de defenderlo al máximo. Para nada tomo esto como una reivindicación. Mi alegría radica en que los diarios y la TV de Italia hablaron conmigo todos los días y no lo digo por fanfarronería, tuve que dejar de atender el teléfono porque era algo continuo. ¿Sabe lo que dijo la RAI? Que Aloisio había dado el golpe del año. ¿Cómo fue toda la negociación? Hace 60 días que ni duermo. Fíjese el compromiso que era para mí tener a la Roma, Lazio y el Inter interesados en Gabriel y que el pase se frustrara. Me fusilaban todos. Por eso digo que se trató de una operación de alto riesgo. Aunque nunca dejé de estar seguro de manejar al mejor jugador del mundo, al que batió todos los records de goles en Italia y al que querían contratar muchos clubes. Jamás dudé del éxito, pero también quiero decir que no imaginaba la cifra en que se cerró la transferencia. ¿El contrato por tres años tiene alguna cláusula especial? No, ninguna. Cuestiones de forma como la casa, la cesión del auto, aunque con las cifras que se negociaron esas cosas no tienen la mayor importancia. Se dijo que Abel Balbo, amigo de Batistuta y ex jugador de la Roma, había tenido algo que ver con el pase. ¿Eso es cierto? No, para nada. En la operación intervinimos el padre de Gabriel y yo. Con él, Osmar, nos consultamos todos los días por teléfono. Y cuando hubo que decidir, los tres coincidíamos en todo. El teléfono quedó rojo de tantos llamados entre Reconquista (la ciudad natal de Batistuta) e Italia. Pero Balbo no tuvo nada que ver. ¿Cómo quedó la relación con la gente de la Fiorentina? Mi vínculo y el de Gabriel quedaron óptimos. Además, les hicimos ganar setenta miliardi (setenta mil millones de liras). Como para que se quejen, ¿no? Con ese dinero y el que va a cobrar Batistuta, los inspectores fiscales ya deben estar revoloteando alrededor de usted... No, no, acá no hay inspectores fiscales (se ríe con cierto sarcasmo). A mí no me tienen que inspeccionar nada, porque esa plata se la llevan Fiorentina y Gabriel, ¿qué tengo que ver yo? Aquí en Italia no es como en la Argentina que no te dejan respirar.
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