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Por Roque Casciero El título de una canción de Víctor Heredia es la mejor definición posible para el estado del mercado del disco en la Argentina: Sobreviviendo. A diferencia del Primer Mundo, donde quienes ponen en jaque a la industria discográfica son el MP3 y la piratería informática, aquí el problema es menos virtual más concreto: la recesión económica ha hecho que las ventas caigan de manera brutal. La Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif) acaba de admitirlo, al informar que durante el pasado mes de abril se vendieron apenas 565.263 unidades (entre CDs, casetes y videos). En la fría estadística esto es menos de la cuarta parte de los 2.422.855 facturados durante el mismo mes del año pasado. El mercado viene en baja, evidentemente. Durante 1998 la venta global fue de 23.142.305, durante 1999 cayó a 21.368.911 y para este año se esperan cifras bastantes más reducidas. En realidad, las cifras que brinda Capif no reflejan las ventas de las disquerías al público, sino las de los sellos a las disquerías. Esto habla de que las diferentes cadenas y los locales independientes han optado por no sobrecargar su stock y no de que el 75 por ciento de los consumidores haya dejado de comprar. Sin embargo, no hay dudas de que la venta minorista también ha caído. Un ejecutivo de una de las compañías multinacionales graficó ayer a Página/12 su sensación de este momento: Se vende entre un 40 y un 50 por ciento menos que durante 1999. Y esto no es poco decir, porque el año pasado fue bastante malo. De acuerdo con la visión de la industria, nada mejorará durante el 2000, cortado en dos por el ajuste. En el último boletín de Capif, Carlos Sanmartín (presidente de esa institución y del sello BMG) escribe que no se prevé una reacción importante y que la situación es realmente lamentable. Para colmo de los males de la industria, en épocas de crisis recrudece la piratería porque la gente no tiene plata y prefiere pagar casi un tercio del valor real del disco con la canción que le gusta. Daniel Herzkovich, gerente comercial de Musimundo, agrega un tercer elemento que conspira contra las ventas: Da la impresión de que se acabó el boom del compacto y que la gente ya terminó de cambiar sus vinilos por CDs. De todos modos, no puede asegurarse que sea así, porque la recesión tapa cualquier indicador. Ante la crisis, algunas compañías discográficas han devuelto contratos a artistas, reducido su personal y limitado notablemente el número de las ediciones. Entre los artistas que se quedaron sin contrato están Babasónicos, Turf, Ratones Paranoicos y Los Visitantes, en el mundo del rock, que es el que más dinero vende. Una de las multinacionales, incluso, ha iniciado gestiones con su casa central para bajar el precio de los compactos, que podría ayudar a que la gente vuelva a revolver en las bateas. Una medida similar han tomado algunas disquerías, con promociones especiales en el material de catálogo. Por eso, hoy no es tan extraño conseguir por precios que oscilan entre los 7 (Lorca, de Tim Buckley) y los 10 pesos (Shadows and Lights, de Joni Mitchell). Las disquerías independientes deben soportar la crisis en inferioridad de condiciones, porque no cuentan con las herramientas promocionales como para difundir sus novedades ni las facilidades financieras de las grandes cadenas. Eso sí, tienen a su favor la fidelidad de sus clientes, que suelen buscar en ellas material del que carecen los megastores. En medio de la recesión, Zivals ha experimentado una leve suba en la facturación, producto de las reformas edilicias y de exhibición de los compactos que encararon sus propietarios. La crisis ya existía en octubre del año pasado, cuando decidimos hacer los cambios, asegura Fernando Laviz, gerente general de la disquería de Callao y Corrientes. En ese momento no pensábamos que la recesión iba a ser tan grande, pero estamos contentos de haber hecho las reformas, porque hoy no podríamos siquiera pensar en comenzarlas. Y sin esos cambios, estaríamos vendiendo la mitad que hace unaño. Obviamente, teníamos expectativas de facturar mucho más, pero no haber caído ya es suficiente. Entre las reformas de Zivals están una entrada única y amplia, y exhibidores de autoservicio para CDs, libros y videos: Hoy en día no podés vender discos si los tenés encerrados con candados. La gente quiere tener los CDs en la mano, poder tocarlos. Tampoco se puede poner una puerta, porque echa al público más que atraerlo, afirma Laviz.¿Cómo hacen las disquerías independientes para resistir la competencia con las grandes cadenas? Nosotros tenemos dos medios: uno es rezar para que Tower no se nos instale enfrente, responde Laviz entre risas. El otro es dedicar esfuerzos a la distribución de sellos pequeños. Nosotros distribuimos quince, de música clásica y jazz (los principales son Naxos, ECM y Harmonia Mundi). Cuando Tower o Musimundo venden un disco de esos sellos, es porque nosotros se lo entregamos, así que también ganamos con eso. Con 123 sucursales en la Argentina y 7 en Chile, el panorama es distinto para Musimundo, que maneja la mitad del mercado local. Nosotros tenemos claro que nuestro target es popular, pero eso no quiere decir que no nos interese el melómano que quiere discos especiales. Y nos preocupamos por tener ese material, afirma Herzkovich. A pesar de la crisis, estamos llevando adelante dos proyectos para devolverle a la gente un poco de lo que nos da. Uno es el de lanzamientos propios a través de un sello llamado Musimundo Proyectos Especiales (que ha editado los discos de Turf, Adriana Varela y Alfredo Casero, entre otros) y el otro es el auditorio (ubicado en el megastore de Florida y Viamonte), que nos interesa para difundir gratuitamente a cierto tipo de artistas que no tiene alcance masivo.
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