Por Martín Granovsky
Desde Washington
Los norteamericanos lo recomiendan desde los primeros años de vida: smile, smile, smile. Sonría, que la vida es más fácil. Si es por su record de ayer, a Bill Clinton la vida no le debe haber sido difícil. Y ayer, por lo menos, tampoco a Fernando de la Rúa. Se los veía felices, distendidos en las galerías de la Casa Blanca. Casi no hizo falta el broche que le puso Arturo Valenzuela, el jefe del área latinoamericana del Consejo Nacional de Seguridad: �Fue una reunión extraordinaria�. Es que, durante dos horas, Clinton y De la Rúa conversaron sin plantearse conflictos ni desacuerdos, felices con la agenda sin enfrentamientos heredada de Carlos Menem.
�Hablaron dos amigos, y coincidieron en los valores y en los problemas de la política internacional�, resumió también Valenzuela, el funcionario de origen chileno más cercano a Clinton para los problemas del área.
No hubo enfrentamientos, choques ni roces. Y después De la Rúa incluso pudo jactarse de la nueva�vieja etapa en las relaciones con una frase:
�La relación entre la Argentina y los Estados Unidos es distinta porque el Presidente soy yo �dijo en la explanada de la Casa Blanca, cuando fue consultado sobre sus diferencias con Carlos Menem.
Es decir, ninguna diferencia de fondo en el tipo de relación sino, en todo caso, un Presidente distinto a Menem, preocupado por el déficit fiscal, sin acusaciones de corrupción y continuador de un vínculo con Washington que Menem ya desbrozó de toda aspereza: proyecto secreto de fabricación del misil Cóndor II, patentes farmacéuticas sin régimen legal renovado desde el siglo XIX, cuestionamientos a la economía de mercado, falta de compromiso militar con los Estados Unidos.
Aunque tuviera sentido recuperar ahora alguna pieza del mecanismo desmontado, igual sería prácticamente imposible hacerlo sin pagar grandes costos, y además De la Rúa no sería el hombre para esa misión, de modo que, damas y caballeros, relax and enjoy.
El lugar de relax fue, ayer, la Casa Blanca. Nada falló. Los patovicas del Servicio Secreto estuvieron discretos, conectados siempre por el auricular en el oído izquierdo, ataviados con el traje y la remera que vestiría también cualquier emprendedor punto com. Miss Mary, que controla desde hace décadas la entrada de los periodistas a la Casa Blanca, sigue en su puesto, con su aspereza simpática y resolutiva. Las limo negras con una banderita a cada lado �la argentina, bastante más colorida que lo habitual� llegaron en hora, sin demasiado barullo, con la comitiva a cuestas. No hacía ni calor ni frío en la húmeda primavera de Washington. Había olor a césped recién cortado, que solo se alternaba con el aroma de los cafés en vaso de licuadora de los empleados de la Casa Blanca. Dentro del perímetro de la residencia presidencial, frente a la entrada del ala Este donde Clinton esperaba a De la Rúa, reinaba un silencio de domingo, ajeno al zumbido sordo de las cajas automáticas y alguna sirena, los únicos sonidos identificables en una ciudad que carece de ellos. A muchos metros, turistas en pantalón corto y gaseosa en mano curioseaban detrás de las rejas con otros, portadores de papafritas picantes, y algún grado en viaje de excursión.
El traje negro de De la Rúa y el marrón oscuro de Clinton pasearon al número uno del club de los presidentes, a punto ya de jubilarse tras ocho años en el cargo, y a un recién llegado de solo seis meses, por las galerías que rodean al Salón Oval. Nada de palabras. Solo sonrisas. Apenas la distancia rota por Andy Kusnetzoff, que agitaba una camiseta de la selección argentina:
�Clinton, ¿se acuerda de cuando le regalamos el saxo?
�Lo recuerdo �dijo Clinton sonriendo. Recién habían terminado su reunión privada. Según Valenzuela, estaba pautada para solo diez minutos y duró unos cuarenta. Tanto que impidió una reunión de los gabinetes de trabajo y dio pie para los habituales comentarios argentinos. Variantes:
Nunca un presidente fue recibido a solas tanto tiempo.
Nunca un presidente latinoamericano fue recibido tanto tiempo.
Es un gesto de amistad increíble por parte de los Estados Unidos.
De la Rúa fue tratado como si perteneciera a una categoría especial.
Es casi enternecedor que los funcionarios digan esto. Y comprensible: nadie puede comparar lo que no vivió, y a cada uno que llega le parece que el mundo empezó con su Presidente.
A solas, Clinton y De la Rúa tocaron, entre otros, dos temas. Uno, la delicada situación económica argentina y la necesidad de que Washington haga fuerza en los organismos multilaterales de crédito. El otro, la situación institucional en América latina. Página/12 pudo saber que la Casa Blanca está sumamente preocupada por el panorama de crisis en Bolivia, Ecuador, Paraguay, Perú, Colombia y Venezuela. El canciller Adalberto Rodríguez Giavarini lo conoce porque ya se lo planteó Madeleine Albright, la secretaria de Estado, y desde ayer De la Rúa cuenta con un panorama propio de la preocupación norteamericana por una región donde la democracia baja constantemente de calidad. Estados Unidos está inquieto por el riesgo de mayor inestabilidad. Un funcionario de la comitiva dijo a este diario que De la Rúa comentó su visión del continente, también de inquietud cada vez mayor, y aprovechó para hacer propaganda del Mercosur más Chile, algo que no repetiría en público un rato más tarde.
Cuando el encuentro de una duración sin precedentes en la historia mundial terminó, los dos siguieron trabajando en el almuerzo. Del lado argentino estuvieron, además de De la Rúa y Rodríguez Giavarini, José Luis Machinea, Nicolás Gallo, la secretaria de Industria Débora Giorgi (por gentileza de Daniel Marx, que declinó su lugar), Hernán Lombardi, Enoch Aguiar, Darío Lopérfido, Antonio Berhongaray y Guillermo González, embajador en Washington.
En el ordenado relato de Valenzuela, son presidentes que representan a dos países que comparten valores y se reunieron esta vez para tratar asuntos internacionales, regionales, bilaterales y económicos.
Para el mundo coincidieron en que la ONU seguirá enviando misiones de paz y que la Argentina las integrará, un deseo cada vez más difícil si se combina la penuria fiscal argentina con la decisión norteamericana de bajar su aporte a la ONU y pedir que aumente el del resto de los países.
En lo regional, promoverán la defensa de la democracia. Traducción: Clinton le dijo a De la Rúa que había que apoyar a Colombia, y el argentino le contestó que piensa lo mismo, que conoce bien la situación y que sabe lo difícil que se ponen las cosas cuando se mezclan guerrilla y narcotráfico.
�Los presidentes se comprometieron a cooperar �dijo Valenzuela.
�¿Con participación militar? �quiso saber este diario.
�Solo se habló de cooperación.
�¿Sin detalles?
�Sin detalles.
Con Perú, la aspiración es que acepte la próxima misión de la OEA, resuelta tras las acusaciones de fraude escandaloso en las últimas elecciones. De la Rúa le dijo a Clinton que los temas de democracia serían tratados en estos días en la reunión del Grupo Río en Cartagena, donde concurrirá, y que de hecho servirá para una legitimación de Alberto Fujimori, quien podrá retratarse junto a sus colegas y exhibir en su país la foto de un presidente autoritario respaldado por los otros. En este punto la verdad es que la Argentina jugó la posición más dura, cercana ala de Estados Unidos, pero Brasil prefirió malo conocido y estable para su frontera occidental en el Amazonas.
La conversación económica estuvo dominada adivinen por qué. Clinton refirmó su apoyo al ajuste, recomendó a De la Rúa �mantener el rumbo� y dijo que confiaba en el Gobierno. De la Rúa pidió apoyo en los organismos de crédito. Machinea ofreció una pequeña clase de política fiscal.
En ese punto, el diálogo tuvo la ayuda de que Clinton hubiese recibido como una gran noticia la desregulación de las telecomunicaciones.
�Acabo de ver en la India y Pakistán cómo la computación y las telecomunicaciones modernizan a la sociedad y fortalecen la educación -dijo Clinton.
El único tema un tanto agrio fue el de los limones, planteado por De la Rúa. La semana pasada, como símbolo de apertura, Clinton abrió la importación de limones. Pero a medias.
�Queremos exportar también el jugo �dijo De la Rúa decidido, sin miedo de ahuyentar a los mercados.
Clinton contraatacó con un pedido norteamericano destinado a mantenerse en el tiempo: los cielos abiertos, o aumento de la operatividad de American Airlines y de United en detrimento de Aerolíneas, siguiendo las líneas de un acuerdo firmado por Menem.
�Le voy a ser muy franco �dijo ayer De la Rúa, que alternaba un mayoritario castellano con frases en inglés�, me dejaron el decreto firmado cuatro días antes de que el anterior gobierno se fuera. Como es un tratado, necesita ratificación del Congreso. Habrá que trabajar mucho con el Congreso y con la gente.
Los mercados no reaccionaron mal. Tampoco lo hicieron cuando De la Rúa pidió a Clinton, recogiendo palabras del mismo Clinton, que Washington favorezca a los países que cuiden el medio ambiente y paguen bien a sus trabajadores: es que cualquiera podría interpretar el reclamo como un modo de autoflagelación.
Y eso, a un amigo, se le perdona.
CARLOS RUCKAUF destaca la imagen de unidad con el gobierno
�De la Rúa lleva solamente seis meses�
Por M. G.
Desde Washington
También aquí Carlos Ruckauf desplegó su idea de que sin el peronismo y sin Buenos Aires nada es posible y de que con el peronismo y con Buenos Aires la Argentina es otra. Sólo un nombre y un apellido representan ambas cosas. La sigla es CR y el dueño de esa sigla participó ayer del desayuno de Fernando de la Rúa con los organismos financieros de crédito (ver más información en las páginas 4 y 5).
�Quisimos expresar la presencia de toda la Argentina �dijo en una conversación por la mañana con tres medios, entre ellos Página/12.
�¿Se refiere al peronismo?
�A la unidad de las fuerzas políticas. Estuvieron, además de mí, los senadores Eduardo Menem y Carlos Branda. Y todos dijimos lo mismo. En nuestro caso, Buenos Aires tiene necesidades de financiamiento de obra pública y podríamos afrontar un sistema como el leasing con un riesgo país menor.
�¿Cuál fue el papel de Eduardo Menem?
�Dijo que el Senado no traba al Presidente. Como para que en el Fondo midan la presencia unida de la Argentina. Así, De la Rúa pudo decir con más fuerza que la Argentina no pide plata sino comprensión, y todos pudimos pedir recomendaciones a la banca acreedora. Fíjense que (la diputada) Beatriz Nofal planteó los mismos argumentos. La Argentina ahora tiene un frente externo común para enfrentar la crisis social y la desocupación.
�¿Los peronistas plantearon su oposición al ajuste?
�No. Eso no hubiera sido presentarnos en el exterior como un solo bloque.
�¿Y plantearon los reparos al Fondo Monetario Internacional?
�En la provincia de Buenos Aires no nos monitorea el Fondo. Nosotros nos comprometimos a bajar 700 millones del déficit fiscal global. Si lo logramos, ayudaremos a bajar el déficit fiscal de todo el país y todos juntos estaremos mejor.
�¿Cuál es la calificación de riesgo de su provincia?
�La misma que la nacional. Pero si las tasas que debemos pagar afuera no descienden, ni la nación ni la provincia saldrán beneficiadas. Yo creo que en estas reuniones se plantean imágenes, y la imagen hoy por la mañana fue la de un gobierno acompañado por senadores y gobernadores peronistas, que son mayoría. De paso, les recordamos a los interlocutores que De la Rúa tiene sólo seis meses de mandato. ¡Sólo seis meses!
�El PJ, sin embargo, apoyó la marcha convocada por Hugo Moyano contra el ajuste.
�Insisto: no queremos fisurar el frente externo común.
�Pero la marcha era también contra el Fondo Monetario.
�Contra las políticas del Fondo Monetario.
�Gobernador, justo con quienes compartieron el desayuno.
�Pero es que estos organismos económicos tienen que entender la realidad global. La protesta significa que éste no es el único camino posible, y que queremos la reactivación.
opinion
Por J. M. Pasquini Durán |
Ritual
Fernando de la Rúa cumplió con el rito de los primerizos presidenciales de América latina: acudir al centro del imperio para que lo conozcan y lo evalúen. Aunque la gira no concluyó, ya puede anticiparse un balance provisional. Por lo pronto, los resultados de su visita no dependerán de la capacidad de seducción de sus discursos. Lo mejor que puede esperar es que no se despierten desconfianzas cerradas o abiertas hostilidades en algunos de los hombres que manejan influencias determinantes. Y nada más, porque Estados Unidos maneja su política exterior bajo los mismos términos desde su fundación: según la conveniencia de sus propios intereses.
El presidente argentino, con seguridad, despertó menos interés que su antecesor, no sólo porque su estilo es menos estridente, sino porque la canasta de Menem estaba provista de gangas comerciales y políticas: todo el patrimonio público que se enajenó a la marchanta y la subordinación absoluta a las �relaciones carnales�. Apenas si, de apuro, De la Rúa llevó como ofrenda la desregulación del mercado telefónico, controlado hasta ahora por el monopolio dual de Telecom y Telefónica, pero no pudo satisfacer la demanda sobre patentes ni los �cielos abiertos� que vienen reclamando los laboratorios y las aerolíneas norteamericanas. Son asuntos pendientes, lo mismo que deberá probar, en adelante, que también es capaz de controlar el disgusto social.
En cuanto al discurso, ninguno de sus ocasionales anfitriones podría sobresaltarse mientras sea el sustento de políticas públicas que suben los impuestos y bajan los salarios de las clases medias, dejando a salvo al capital financiero y a las mayores corporaciones. Si está satisfecho el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde Washington corta el bacalao, en Wall Street y la Casa Blanca será bienvenido. Esto no significa, necesariamente, que se abrirán las fuentes de inversiones productivas que contribuyan a cortar la racha recesiva. En los negocios, los sentimientos y las alianzas políticas cuentan menos que las tasas de rentabilidad. Tampoco Menem, después del huracán financiero �tequila�, consiguió el respaldo que tuvieron México o Brasil, que importan más que Argentina, a la hora de las dificultades.
Para la ortodoxia del �mercado libre�, las libertades políticas y los derechos humanos son cuestiones secundarias. Saddam Hussein en Irak o Milosevic en Yugoslavia, que siguen en sus sitios a pesar de las ofensivas guerreras del �mundo libre�, saben bien que el imperio no muere por esas causas. Además, en los términos de la globalización, las democracias débiles viven en situación de libertad condicional. Por eso, son auditadas por el FMI y tienen que presentarse con regularidad ante el poder de policía que ejerce Estados Unidos en el mundo para dar cuenta de sus actos. En eso consiste el ritual de este tipo de visitas, que no están pensadas para alimentar el ego ni la dignidad nacional de los huéspedes transitorios.
Para el pensamiento conservador dominante en Estados Unidos, las democracias políticas son olas que van y vienen, como lo ha explicado en detalle uno de sus más calificados exponentes, el historiador Samuel P. Huntington. O sea, que la posibilidad de que sean quebradas no quedó al margen para siempre de las perspectivas regionales. Para comprobarlo, basta con echar una mirada prolija sobre la evolución institucional en la actualidad sudamericana.
Más aún, dado que Estados Unidos quiere involucrar a las Fuerzas Armadas en sus enunciados antinarcóticos, otorgándoles espacios represivos hacia el interior de estos países, el partido militar sigue estando en la nómina de posibilidades de esas doctrinas continentales de seguridad. Fiel intérprete de ese pensamiento, el ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, el mismo que propuso primero la rebaja de salarios en el Estado, incluyó la pobreza entre los motivos para una hipótesis de conflicto de las tres armas. Al menos, hay que regocijarse porque el Presidente norepitió la tesis en sus pronunciamientos públicos, aunque su gobierno no se privó de usar a las fuerzas de seguridad, sobre todo a la gendarmería, en contra de manifestantes populares.
Las antiguas consignas antiimperialistas hoy resuenan como voces ilusorias o anacrónicas. ¿Quién podría, sin pagar el precio de Cuba, desprenderse de la tutela norteamericana? Esto no implica, mecánicamente, el polo opuesto, la declinación completa del interés nacional ni la humillación por la miseria del propio pueblo para que el capital salvaje no se irrite. Pero, en todo caso, la diferencia no está ligada al protocolo de las visitas rituales, sino a las relaciones internas de poder. Si hay energía suficiente para defender las demandas populares, habrá chances de satisfacerlas. De lo contrario, los debates sobre las visitas son un ejercicio académico de crítica. Cambia tu aldea y cambiarás el mundo: está bien que el Presidente haga un compromiso antinazi en el memorial del Holocausto, pero sería más alentador que pudiera esclarecer el atentado contra la sede de la AMIA. La defensa misma de la democracia, entendida como un régimen de justicia y libertad, depende siempre más de las capacidades nacionales que de los halagos imperiales. |
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