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LAS COREAS DESPUES DE MEDIO SIGLO EN GUERRA
Cuando dos Kim se encuentran

Después de medio siglo de guerra caliente y muy fría, los líderes de las dos Coreas se encontraron ayer en Piongyang, capital del Norte comunista. El clima de la reunión fue altamente emotivo.

La entrada de Kim Dae Jong en Pyongyang ayer, acompañado de Kim Jong Il.
La emoción del reencuentro histórico dio la tónica de un día cargado de símbolos.


El País de Madrid
Por Ignacio Cembrero
Enviado especial a Seúl

t.gif (862 bytes) �Encantado de verlo. Hace tiempo que lo quería ver.� Con estas palabras, pronunciadas con una emoción contenida, el presidente de Corea del Sur Kim Dae-jung estrechó ayer la mano del líder norcoreano Kim Jong Il, poniendo fin a 50 años de hostilidades �ambos países siguen técnicamente en guerra� entre el régimen comunista del norte y su vecino meridional convertido desde hace unos años en una democracia de corte occidental. �Mi gran esperanza es que con esta visita medio siglo de recelos y enfrentamientos sean sustituidos por la reconciliación y la cooperación�, declaró el huésped surcoreano al término de la cena. �Tenemos que desarrollar nuestro futuro nosotros mismos�, enfatizó. 
Kim Dae-jung, de 76 años, el viejo luchador por las libertades que ahora gobierna Corea del Sur, confesó en Pyongyang, la capital del Norte que pisaba por primera vez, estar turbado por el acontecimiento histórico que vivía. �No tengo palabras, estoy sobrecogido por la alegría y la felicidad�, afirmó y en más de una ocasión se le escaparon unas lágrimas cuando le entregaban flores. El protocolo no había previsto discursos de bienvenida en el aeropuerto de Pyongyang, donde cientos de norcoreanos engalanados agitaban flores de papel al tiempo que gritaban �bravo�; y coreaban el nombre de su líder. Kim Dae-jung compensó su frustración por no poder hablar distribuyendo un discurso por escrito dirigido a la población norcoreana. �He venido aquí porque quería encontrarme con ustedes. Somos el mismo pueblo. Compartimos el mismo destino. ¡Los quiero a todos!�, concluía el texto.
Aunque nunca dejó traslucir sus sentimientos, Kim Jong Il, que ha convertido a Corea del Norte en el último baluarte del stalinismo, multiplicó las deferencias hacia su huésped. La primera, no prevista en el protocolo, consistió en acudir al aeropuerto a recibir a su viejo enemigo. �El hecho de que estuviera allí fue una sorpresa agradable�, comentó en Seúl Sung Chang-kee, director de la agencia de información gubernamental.
Eso sí, Kim Jong Il no se quitó para ir al aeropuerto el traje de faena militar con el que suele aparecer en público y que marca su prominente barriga en un país en que la hambruna y la escasez de transporte hacen que prácticamente no haya obesos. Alineados al pie del avión presidencial, los miembros del gobierno norcoreano iban, en cambio, todos trajeados. 
El anfitrión comunista proporcionó una segunda sorpresa a Kim Dae-jung. Lo invitó a compartir la misma limousina, una enorme Lincoln Continental como las que transportan a los presidentes de EE.UU., en la que juntos recorrieron los 30 kilómetros que separan el aeropuerto de Sunan de la residencia de huéspedes de Baekhwawon.
Apretujadas en las aceras, unas 600.000 personas, hombres encorbatados y mujeres vestidas con trajes tradicionales, saludaron con frenesí la comitiva presidencial voceando el nombre del �querido líder�. �Han venido espontáneamente�, aseguró un guía norcoreano, omitiendo mencionar que les habían dado la jornada libre.
Detrás del Lincoln, en un Mercedes viajaba Lee Hee-ho, la esposa del presidente surcoreano, que careció de interlocutor porque en ningún momento apareció la mujer de Kim Jong Il, a la que nunca se ha visto en público. �Es una figura todavía más misteriosa que su marido�, comentó un funcionario surcoreano.
Kim Jong Il debió ser sensible a la emoción que embargaba a su visitante. Tuvo palabras amables. �No se preocupe �le dijo al despedirlo en la residencia�, no lo voy a decepcionar. El mundo nos está observando y tengo que responder durante sus tres días de estancia aquí�, añadió según los periodistas surcoreanos desplazados a Pyongyang. La prensa norcoreana optó por no reproducir estas frases cordiales. 
Los sentimientos de su presidente eran compartidos por buena parte de la población de Corea del Sur, que siguió expectante el acontecimiento. En la sala de prensa de Seúl, donde siguen la cumbre cientos de periodistas que no han obtenido un visado de entrada norcoreano, el apretón de manos entre ambos Kim, en la pista del aeropuerto, provocó una salva de aplausos entre los corresponsales surcoreanos y a más de uno se le saltaron las lágrimas.


Claves

Ayer comenzó la cumbre entre el presidente surcoreano Kim Dae Jung y su par norcoreano Kim Jong-Il. El segundo dirige un gobierno excepcionalmente stalinista, una economía en ruinas y una población hambrienta. 
Es la primera vez que se reúnen los jefes de Estado de las dos Coreas y el encuentro suspende implícitamente el estado de guerra que existió entre ambas naciones desde la guerra de Corea (1950-53). 
El objetivo del surcoreano es pactar mayor ayuda para que Corea del Norte no colapse y cree una situación de crisis en la península. 
Para Kim Jong-Il, la visita es una oportunidad de desacoplar a Corea del Sur del amigo americano y conseguir mayor apoyo económico para su régimen. 

 

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