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Fernando Noy-Alba Toranzo, una extraña pareja
�Lo que queda es quejarse�

Dos generaciones y dos estilos, uno más que desfachatado y otro formal, coinciden en el audaz espectáculo "Tango al pie del poema".

Fernando Noy conoció a Alba Toranzo buscando una versión buena de �El cantor de Buenos Aires�.
El show que los hermana en un escenario va los viernes en el Centro Cultural Rojas, con entrada gratuita.


Por Silvina Friera

t.gif (862 bytes) �El tango siempre estuvo conmigo: fue mi equipaje secreto.� La confesión parece rara viniendo de Fernando Noy, poeta, actor, dramaturgo y, antes que eso, o después, un personaje de los sucesivos underground porteños. Su presente �tanguero� no es producto de un rapto de nostalgia contagiosa o una pose snob de los que descubren las virtudes del dos por cuatro tarde pero seguro. Noy recuerda que de niño miraba embelesado las performances de una musa de su pueblo rionegrino, Telma Wilde, en el hotel Ferroviario, que manejaba su padre. Cuando estaba por cumplir los 12 años, viajó a Buenos Aires para instalarse en la casa de su abuela, que observó como si fuese una visión los guantes plateados de su nieto, mientras bajaba del tren. Luego, ya declaradamente gay, vivió ocho años en Brasil. �Fui la primera reina extranjera del Carnaval de Bahía�, dice con orgullo. No dice rey, dice reina. 
En el cuerpo de La Noy, su personaje más recordado durante los �80, recorrió los escenarios del Parakultural, Cemento y cuevas y más cuevas de la movida under, con su amigo del alma y compañero de trasnoches Batato Barea. Desde Ingeniero Jacobacci, el pueblo de Río Negro que lo vio nacer, hasta el Abasto, donde hoy vive, ha transitado por muchos caminos en los que el tango siempre estuvo dando vueltas, como pidiendo tímidamente permiso. �Un día pasaba por un departamento y escuché �El cantor de Buenos Aires�, de Enrique Cadícamo, que es una canción fetiche para mí: �Dónde estarán Traverso, el cordobés, el Noy�. Ese era mi abuelo, amigo de los malevos y capos del Abasto, que también menciona Jorge Luis Borges en El idioma de los argentinos. Le pedí a mi vecina que me prestara el compact para copiarlo y ella me dijo que Alba Toranzo estaba cantando en vivo. Ahí nos conocimos y planeamos un espectáculo�, cuenta Noy en una entrevista con Página/12, junto con Toranzo. Hace dos años debutaron en el Club del Vino con Vermutango. Invitados por el coordinador de Culturas Populares, Coco Romero, presentan ahora Tango al pie del poema en el bar del Centro Cultural Ricardo Rojas, los sábados 17 y 24 de junio, y el 1º de julio a las 22, con entrada libre. 
�¿Cómo definen Tango al pie del poema?
Fernando Noy: �Es un espectáculo mutante. Alba hace a Cadícamo, Gardel y Carmen Guzmán, y yo interfiero con poetas que amo, que son las más importantes, las que me hicieron poeta a mí. Es un misterio la amalgama que hay entre las voces, el sonido y el canto de Alba. Sentí que podíamos hacerlo para que la gente no fuera solamente público sino para peregrinar junto a nosotros, que ya anduvimos por tantos caminos. El tango y la poesía se potencian. Ella canta como si fuese una Edith Piaf, aunque se resiste a hacerlo descalza, y yo recito un poema de Alejandra Pizarnik. Jamás hubiera pensado un poema de Pizarnik con sonido de tango. También están Olga Orozco, María Moreno, Leonora Carringthon y Marosa Di Giorgo, la poeta favorita de Batato. Todas son mujeres y están presentes en el canon de mis divas amadas, de mis musas inspiradoras. La única mujer que no tiene ese nombre como tal soy yo, que también incluyo la presentación de dos libros míos, Poder de nombrar y Dentellada. Detesto la lectura de púlpito y de salón, si es por eso es un antirrecital. No pongo tantos poemas míos, por una lujosa humildad y para no creérmela. No es un pretexto para traficar mi poesía. Lo importante es que la gente destaca el propio destello de nuestro arte. Eso es una suerte de inmunidad para tanto escombro cultural que hay en este momento. El sueño nuestro es andar por los barrios con este espectáculo.
Alba Toranzo: �En el arte hay mucho misterio. Lo mismo sucede con el tango. Antes, mucha gente no quiso o no supo descubrirlo . Ahora que lo descubrió, se aferran a él desesperadamente.
�¿Por qué?
A.T.: �El tango bailado tiene su encanto: ternura y sexo, el calor de otro cuerpo. El hombre ponía la pierna y la mujer se sentaba encima. Ese paso lo hacía el cachafaz. La danza era un pretexto, casi siempre después del baile... ¡se formaba una pareja!
F.N.: �Por algo al tango le llamaban �la flor lasciva�, nacida del arrabal. Alba tuvo un padrino profético que le tocó la cabeza. Contá por qué nunca te lavaste el pelo (risas).
A.T.: Cuando Gardel se va de Buenos Aires (en 1928), se despide en el mismo teatro en donde al día siguiente yo debutaba junto a Josephine Baker. Saludó a mi papá y me tocó la cabeza. �Che, qué linda la nena, va ser artista�, le dijo. Nunca me olvido de esa escena. Fue la última vez que lo vi a Gardel.
�¿En el espectáculo hay lugar para la improvisación?
F.N.: �Sí, pero nada está librado al azar. Intenté recordar de memoria a los poetas que admiro, pero tengo que recurrir al papel. Es muy difícil no profanar un texto ajeno cuando hacés teatro. Para no olvidar una frase, menguar el efecto de una metáfora por expresar en ese juego de voces, abrazos y rasguños que es cada expresión, los tengo que leer. Los descalabros están muy premeditados. Al final tenemos que mostrar la hilacha. Ella deviene en un taita del Abasto arrabalero y yo me transformo en una especie de pipistrela 2001. Esta mezcla nos permite el humor, y el contratango, que es el tango cachada, que antes curtió tan bien Sofía Bozán, Tita Merello y Elba Verón. A Alba le veo un destello batatesco, me llena de humor.
�¿Noy se anima a cantar tangos?
F.N.: �Sí, hago una versión muy libérrima y osada de �Niño bien� y de �Pipistrela�. ¿A quién le tengo que pedir perdón, de quiénes son? 
A.T.: A (Juan Antonio) Collazo y a Juan Canaro.
F.N.: También hacemos un viaje juntos a gardelandia, con �Rubias de New York�. El tango tiene muchos puntos en común con otros estilos musicales. Hoy las etiquetas se desmoronan y hay algo más que la palabra tango, un perfume, una emoción. Es la pulsación de un fantasma más vivo que nunca. Creo que ahora hay en cada argentino como un tango agazapado, que intenta salir de esa jaula. Es un modo de liberación: lo único que queda, en este país, es quejarse.


La nena de Josephine Baker

Mientras prepara una nueva obra de teatro sobre el mundo del rock y del tango, inspirada en gran parte por las conversaciones con Alba Toranzo, Fernando Noy dispara sobre su actual compañera de ruta en Tango al pie del poema: �Esta �asegura señalándola� es una loba disfrazada de margarita�. Toranzo empezó su carrera artística a los 4 años, impulsada por su padre, devenido en una suerte de manager. �Por ese entonces estaba en la compañía de Angelina Pagano. Cuando vino Josephine Baker a Buenos Aires, un amigo de mi papá le dijo que fuera al teatro Astral porque estaban necesitando una nena chiquita. Enseguida me tomaron. Tenía que hacer una escena en la que me acostaba a dormir. Baker intentaba escaparse para ir a bailar. Yo tenía que llamarla antes de que se fuera y ella se acercaba al lado de mi cama y empezaba a cantar. Tenía las uñas plateadas, un color de esmalte que en aquella época no había en Buenos Aires�, recuerda Toranzo.

 

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