Por Verónica Abdala
�Somos los seres más necesitados del planeta�, piensa Fran, el protagonista de la novela Ultimas noticias del paraíso, que se desarrolla en un paisaje anodino y en un entorno aparentemente convencional, detrás del cual se esconde la desesperación de unos hombres y mujeres que, sin descanso, le buscan un sentido a la vida. La obra de la escritora mexicano-española Clara Sánchez, que resultó ganadora del premio Alfaguara 2000 (entre un total de 496 obras) por decisión de un jurado que integraron, entre otros, el peruano Alfredo Bryce Echenique y el argentino Héctor Tizón, utiliza los sucesos cotidianos de un barrio de las afueras de una gran ciudad, para intentar �una literatura de pensamiento�, define la autora. �Que revela aspectos profundos del alma humana en un momento en que la humanidad asiste a la creciente despersonalización de los espacios urbanos.� Sánchez, de 45 años, nació en Guadalajara pero actualmente reside en Madrid, junto a su esposo y su hija. Lleva publicadas cinco novelas: Piedras preciosas (1989), No es distinta la noche (1990), El palacio varado (1993), Desde el mirador (1996) y El misterio de todos los días (1999).
�¿A qué se refería, el día en que se supo que usted era la ganadora del Premio Alfaguara de novela 2000, cuando dijo que le interesaba llenar de poesía los espacios urbanos, que éstos necesitan una mirada distinta?
�En ese momento hablaba de la capacidad poética del ser humano. Desde el punto de vista literario, me interesaba especialmente llenar de poesía estos lugares fronterizos, estos barrios que existen al margen de las grandes ciudades, que son generalmente sitios despersonalizados, con multicines, un hipermercado, carteles despintados, perros, árboles... No desde un lugar de condena, sino desde un punto de vista artístico y si se quiere más contemplativo. En todos los sitios están los rastros de sus habitantes, los poéticos pero también los destructivos.
�En este sentido, se podría decir que le interesaba apropiarse, desde la literatura, de esos espacios sin historia, sin tiempo, sin tradición. Que no son estrictamente lo que Marc Augé llamó los no-lugares, pero que se le parecen bastante...
�Sí, y que acabarán teniendo su identidad, ya que finalmente somos nosotros los que vamos moldeando los sitios a imagen y semejanza nuestra. Ellos expresan lo mejor y lo peor de nosotros, nos representan. La vecindad específica en la que transcurre Ultimas noticias... es también una metáfora del mundo en que vivimos, en el que nos sentimos un poco perdidos, desorientados.
�¿Es ésta una novela sobre la incertidumbre, entonces?
�Sí. La necesidad de darles una respuesta a preguntas como �¿qué ocurrirá en el mañana?, ¿qué puedo hacer con mi vida, en este mundo y en este momento?� me impulsó a escribir esta novela. Después, claro, están el amor, las pasiones, el miedo, la soledad, el tiempo, los grandes temas. Y el deseo, sobre todo el deseo, ése es el paraíso.
�Este espacio exterior tan vacío, tan despersonalizado, del libro, contrasta a su vez con la intensa vida interior de los personajes...
�Claro, las pasiones, sus formas de afrontar la vida, resaltan en estos tiempos en que todo aparece tan homogéneo, tan aburrido.
�¿Por qué eligió como punto de vista para contar esta historia la mirada casi virgen de un chico adolescente como Fran, el protagonista?
�Básicamente, porque a mí no me interesaba abordar estas cuestiones desde una mirada peyorativa. Yo no hago sociología ni psicología, sino literatura: no quería caer en el error de condenar a determinado tipo de gente o determinado tipo de vida. Yo creo que la literatura no está para juzgar tal o cual cosa. No me interesaba el punto de vista hostil, ni siquiera crítico. Incluso, porque no estoy tan segura de que los que viven en las grandes ciudades vivan mejor que quienes viven en las afueras, que por lo menos todavía disfrutan de la naturaleza. De modo que, en fin,elegí la mirada de este chico, que no conoce otra cosa que lo que ve, y que por ende no lo juzga ni cree que necesariamente deba ser algo malo.
�¿Hasta qué punto piensa que su libro es representativo de este momento histórico?
�Yo creo que es un libro muy actual, que podría ser comparado con obras como la película Belleza americana, en más de un sentido, porque refleja la manera en que se vive en un barrio marginal, con ternura y a la vez con ironía, sin condenarla. En España, varios críticos descubrieron esa similitud.
�Comparte con esa película, también, la intención de mostrar que detrás de las prolijas fachadas de las casas de clase media y clase media baja pueden esconderse las �turbulencias� o anormalidades de quienes las habitan...
�Sí, porque las emociones del alma humana son comunes a todos nosotros, vivamos donde vivamos. La melancolía es común a todas partes, lo que ocurre es que en la vida cotidiana se nos escurre esa fugacidad. El escritor, en cambio, tiene la posibilidad de atraparla.
�¿Cómo comienzan a cobrar forma sus novelas? ¿A partir de una imagen, de una sensación, de una idea?
�En todos los casos, de la necesidad de decir algo. En este caso, de profundizar en cómo vivimos los habitantes de este inicio del siglo XXI, pero básicamente en cómo viven quienes están algo excluidos del gran confort. Después elijo el tono, que es como el cauce de un río.
�En su opinión, ¿todos los escritores son necesariamente expresiones de su tiempo?
�Sí, por la sencilla razón de que uno no puede escapar de la realidad en la que vive y, queriendo o no, la expresa. Lo que tú eres, y por ende lo que escribes, está condicionado por el momento en el que vives: somos nosotros y nuestras circunstancias, y eso se refleja en la manera en que apreciamos las cosas, y en la manera en que las relatamos.
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