SOMBRAS
Por Rodrigo Fresán Desde Barcelona |
UNO Hay algo terriblemente perturbador en sentarse al sol �parado queda mejor, más lindo� para ir viendo cómo va cambiando nuestra sombra en el piso con el correr de los minutos y la aparente quietud de nuestras vidas. La luz que viene de arriba, la oscuridad que proyectamos y la duda de no saber de qué está hecha nuestra sombra. Los mitos, la literatura y el cine han frecuentado una y otra vez la historia de hombres malditos prisioneros de su sombra, de sombras de expresionismo alemán, de sombras chinescas, de sombras que se extravían, de sombras que se encuentran irreversiblemente cambiadas cuando ya casi es demasiado tarde. Esa sombra nuestra que regala frescura a otros, pero �sabiendo que nunca podremos disfrutar de vivir bajo su consuelo� a nosotros sólo nos ofrece el frío de preguntarnos si no será ella quien se alimenta de nosotros hasta que un día como hoy, agotados, somos pura sombra del cuerpo que alguna vez fuimos y ya nunca seremos.
DOS La sombra de una organización llamada ETA, por ejemplo. Cosa rara el ser testigo de sus evoluciones cada vez más predecibles dentro del terrorífico contexto de lo inesperado. Ir matando de uno en uno, en cada provincia vasca y en cada sector político y social, como si se fuera llenando el más terrible de los álbumes de figuritas. Una y otra vez. Una bomba explota o una pistola dispara y la indignación de la gente, las marchas de protesta, los enfrentamientos entre diferentes facciones nacionalistas y no tanto, la condena desde el gobierno. Una especie de minué eterno donde no alcanza a percibirse quien mueve los hilos de la coreografía. Así, déjà vu y volver a empezar y las sombras que bailan. Hasta la próxima.
TRES Las sombras de los concursantes del ya tantas veces mencionado programa televisivo �Gran Hermano�. Hoy a la noche sale uno, otro. La gran sombra del público baja su pulgar para que una pequeña sombrita salga expulsada de esa casa donde se hizo famosa y trascendente y ridícula y pueda disfrutar de sus quince minutos de fama bajo el sol furioso de la gloria mediática. Después, por supuesto, volverá a ser una sombra como cualquier otra. Una sombra sombría que alguna vez vio la luz.
CUATRO Y aquí viene el sombrío Vladimir Putin en su primera visita oficial a España �en busca de inversiones� aunque las malas lenguas aseguran que suele venir a Europa, de incógnito, cuando se le da la gana, a conversar con varios mafiosos soviéticos responsables de su encumbramiento y de esas bombas que sacudieron a Moscú el verano pasado. Bombas para facilitar y justificar la mano dura en Chechenia de este alguna vez eficiente agente de esa fábrica de sombras conocida como la KGB. Su llegada ha coincidido con la detención en Moscú del presidente del grupo mediático soviético que no se ha rendido a sus más oscuros deseos. Putin no cae bien por estos lados y por algo será. Pensar en la mancha glasnost en la frente de Gorbachov o en los bloopers etílicos de Yeltsin y compararlos con la sombra de este hombre que, no sé, a mí me da un poco de miedito. En algún lugar James Bond y John Le Carré celebran el retorno a los viejos buenos tiempos.
CINCO Joyce Maynard se llama esta mujer con cara de gremlin rapaz quien vino a presentar a Barcelona un libro llamado Mi verdad. Un libro que se dedica a explorar la sombra de un escritor luminoso llamado J. D. Salinger y de quien Maynard fuera pareja secreta cuando tenía 18 años. Sus memorias �pretendidamente amorosas y finalmente sórdidas� hablan de los maltratosdel maestro hechicero para con su adorada aprendiz de brujo. Inducción a la anorexia, prédicas homeopáticas, sexo oral, torturas psicológicas, psicopatías varias y Maynard, ahora, vendiendo el paquete como advertencia de autoayuda para que no les pase lo mismo a las adolescentes de ahora. Caperucita Roja recordando a su Lobo Feroz. En ningún lado explica, claro, para qué se metió en eso y uno �que siempre jurará por ciertos cuentos de este cazador oculto serial de chicas adolescentes� sale de ese libro con un poco de náuseas. Lo cierto es que �a la hora de la verdad, mal que le pese a Maynard� Salinger nunca va a escribir un libro sobre ella.
SEIS Una noche, en las sombras, Robert Louis Stevenson soñó entero un libro sombrío al que más tarde escribió y le puso de título El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. La buena noticia es que en estos días el nunca del todo bien ponderado Raphael se encuentra ensayando la obra musical del mismo título y, claro, la pregunta es una: con Hyde no hay problema, pero cómo va a hacer el encandilante Raphael para interpretar al oscuro Jekyll, ¿eh?
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