Por M. G.
Desde Washington
Las sirenas de alarma sonaban tan fuerte que Madelaine Albright abrió la puerta de su despacho y salió al pasillo. Custodiando a la secretaria de Estado del país más poderoso del mundo había, en lugar de un gigantón del Servicio Secreto, un simple bombero despachado allí por un alerta de incendio más abajo. Era una buena metáfora: el tema que estaban desarrollando Albright y Adalberto Rodríguez Giavarini era la calidad de las democracias en América latina.
La secretaria de Estado y el canciller argentino compartieron un almuerzo en el Departamento de Estado, un típico edificio racionalista de los �50, funcional y sin duda menos imponente que otro edificio cercano, el de la Reserva Federal, donde medio punto más arriba o más abajo en las tasas de interés pueden significar más o menos penuria en las economías débiles como la argentina.
Albright recién llegaba de los funerales de Hafez El Assad en Damasco, impresionada, según contó un funcionario de la Cancillería, por el palacio de gobierno cubierto de negro en señal de duelo. Naturalmente comentó a los argentinos que Washington seguirá participando del proceso de paz en Medio Oriente, donde Bill Clinton cuenta con la ventaja doble de sus buenas relaciones con los israelíes y, también, con los palestinos.
Pero la preocupación compartida, según el propio Rodríguez Giavarini, fue la democracia en el continente:
�Le gustó cuando usamos la expresión �calidad de la democracia� �aseguró el canciller después de la reunión�. Dijo: �Es una buena definición�. Se refiere no solo a votar regularmente sino a elecciones libres, a libertad de prensa, a Poder Judicial independiente. Por eso estuvimos de acuerdo en que la OEA debe cumplir un rol de liderazgo en la cuestión.
Democracia más OEA tiene un nombre concreto: Perú. Según el ministro, �es evidente que en la primera vuelta de las últimas elecciones hubo más votos que votantes�. La segunda vuelta, como se sabe, no llegó a realizarse. El opositor Alejandro Toledo no quiso presentarse por el clima de fraude, y Alberto Fujimori quedó consagrado para un tercer mandato, o para un cuarto si se considera que en 1992 concretó un autogolpe con el apoyo de las Fuerzas Armadas y la pasividad del resto de América.
Hoy Fernando de la Rúa llega a Cartagena, para una cumbre del Grupo Río de la que también participará Fujimori
. El canciller dijo que �no está prevista� una reunión bilateral con el presidente peruano.
La otra situación institucional que preocupa a Washington y Buenos Aires, aunque por motivos distintos, es Colombia. La Argentina se incorporará al grupo de países amigos que convocó el presidente Rafael Pastrana para que lo ayuden con el terremoto político colombiano, integrado por americanos y europeos, y eso le gustó a Albright.
�Y para nosotros Colombia también es un tema de calidad de la democracia, de instituciones, no solo de narcotráfico�, aclaró Rodríguez Giavarini mientras tomaba un café, quizás buscando conseguir un poco de acidez para su clásico almuerzo de yogur, hábito que repitió ayer en el Departamento de Estado.
Tercer país que fue objeto de comentarios, Paraguay.
�Coincidimos en que la captura de (Lino César) Oviedo fue una buena noticia, porque refuerza el calendario electoral paraguayo.
�¿Hablaron de lo que hará Brasil luego de detenerlo?
�Dijimos que es una buena noticia, también, cumplir con lo que corresponde, con lo que marca la ley.
Traducción posible: que Brasil extradite a Oviedo a Paraguay. O que lo expulse, como hizo por ejemplo con el juez argentino Ricardo Trovato, que había entrado ilegalmente a territorio brasileño.
En su discurso en la OEA, De la Rúa dijo que constataba �preocupación en el hemisferio porque el ejercicio efectivo de la democracia representativa pueda verse vulnerado, estimulándonos a estar atentos y considerar conjuntamente las medidas adecuadas para mejorar la calidad institucional de nuestras democracias�.
En la misma OEA terminó la conversación con Rodríguez Giavarini, que había empezado en la calle y caminando, único modo de salir del Departamento de Estado. Es que la entrada principal de la calle C estaba atascada por autobombas, camionetas negras del servicio secreto y patrulleros, y poblada por evacuados. Las típicas credenciales colgadas del cuello identificaban, en una misma, democrática concentración, diplomáticos de alto rango, embajadores, novatos, empleados administrativos, secretarias, personal de limpieza y custodias, todos ellos en la calle disfrutando en traje de la insoportable humedad cálida de Washington.
Albright no debió salir durante la reunión porque no se llegó al nivel de alerta máxima. Por las palabras de Rodríguez Giavarini parece que tampoco llegó la señal de peligro en el conflicto de cielos abiertos. Los Estados Unidos quieren ya la desregulación y la Argentina prometió un proceso que incluye discusión del tema en el Congreso y la apertura progresiva de nuevas frecuencias para American y United Airlines, que competirán con Aerolíneas Argentinas.
�Pero no es un problema grave, no se habló de cielos abiertos durante más de un minuto� subrayó Rodríguez Giavarini aunque, como le recordó una periodista, si el propio Clinton planteó el tema el día anterior con De la Rúa es que a Washington le interesa en serio. Tan en serio que el martes Clinton sacó la cuestión a relucir tras leerla en una ficha que tenía delante en pleno almuerzo de trabajo con la delegación argentina.
En otro momento de la reunión, el canciller agradeció a Albright el apoyo norteamericano al ajuste argentino, que, ironizó, era un punto que no les gustaba nada a los funcionarios que lo acompañaban, con su sueldo también recortado. Albright miró a sus colaboradores, que suspiraron.
No abundaron en materia de comercio, un capítulo en el que De la Rúa había elegido ser duro en público, durante la mañana, cuando habló ante la Cámara de Comercio y criticó el aumento a los subsidios agrícolas internos por parte de los Estados Unidos y las barreras disfrazadas que terminan siendo aranceles de hecho a las importaciones.
Otro bombero ahí, por favor.
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