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�MAREA�, UNA APUESTA DEL GRUPO LOS SUSODICHOS
El sueño de la playa eterna

Un elenco de adolescentes le da un especial calor a una obra, repuesta en el San Martín, generada a partir de improvisaciones grupales.

La dirección del elenco es de Nora Moseinco, ex �For Fai�.
La pieza es una sucesión de cuadros de humor absurdo, casi naïf.


Por Cecilia Hopkins

t.gif (862 bytes) Como si en Buenos Aires fuese pleno verano �este espectáculo se conoció precisamente, en enero de este año�, el grupo Los Susodichos acaba de reestrenar Marea, una creación colectiva que obliga a sus integrantes a pasar la mayor parte de la función entrando y saliendo de un estanque lleno de agua. Conducidos por Nora Moseinco (la responsable de la dirección de actores de los chicos de �Magazine For Fai� y directora de Anteboda, entre otras piezas), los ocho adolescentes trabajaron en base a improvisaciones para crear los diferentes sketches que, a modo de idea vertebradora, transcurren ambientados en una playa. 
Cubierto de arena, el escenario de la sala Ernesto Bianco (la recuperada ETC) se presenta despojado, a la espera de los jóvenes intérpretes. A un costado, el mar toma la forma de un pequeño estanque circular. Sus paredes transparentes dejan al descubierto el paseo submarino que emprende la deliciosa femme fatale que en el primer cuadro seduce a su pareja ensartando en su boca los chorros de agua que salen de la suya. En un simulacro de asfixia bajo el agua, terminan las discusiones que una madre absorbente entabla con su hijo. Y dentro del agua, también, finalmente baila apretujado el elenco completo antes de dar por concluido este montaje de fragmentos marcados por una comicidad absurda y paródica y, por momentos, naïf.
Desafiando el frío invernal, el vestuario que calzan casi todos es el traje de baño. De inspiración retro es el que visten las chicas que practican un gracioso esquema gimnástico con pelotas. Más desinhibidos son los modelos que lucen aquellas que optan por imitar los gestos de seducción que saturan las publicidades y los programas chatarra de la televisión. El quiebre imprevisto llega entonces para desmentir la veracidad de la cita, volviendo torpe aquello que debería ser glamoroso, o violento aquello que sencillamente debería ser galante. La estudiada trivialidad de algunas situaciones parece inspirada en cierto cine argentino de los 60, que no ahorraba extras al momento de rodear al cantante-protagonista de hordas juveniles bailando con ardor. En consonancia con el modelo, los chicos sacan a relucir atuendos a go-go y danzan fervorosos. Dentro de la tónica general del espectáculo, un insólito entrenamiento militar impone una variante: en ese cuadro, los improbables reclutas terminan convertidos en autómatas que bailan sincronizando sonidos y movimientos espasmódicos. 

 

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