Por Cecilia Sosa
La UBA cumplió ayer con su porción del autoajuste que acordaron los rectores de las universidades nacionales y el ministro de Educación, Juan Llach. Mientras en los pasillos del rectorado unos pocos mascullaban su desacuerdo con las medidas, el Consejo Superior de la universidad creaba un �Programa Solidario para la Emergencia Social�, cuya suerte quedará exclusivamente a cargo del rector Oscar Shuberoff. El plan, que regirá sólo hasta fin de año, dispone un recorte del 10 por ciento de los sueldos jerárquicos (rector, decanos, secretarios, etc.) y la apertura de un fondo que se nutrirá, por un lado, con la retención del 10 por ciento de las ganancias generadas por la venta de servicios a terceros y, por otro, con el aporte voluntario de docentes, alumnos y graduados. También se creó otro programa, para fomentar el trabajo solidario de los universitarios. Para diciembre, los más optimistas esperan reunir, en total, unos 3 millones de pesos. Cabe recordar que, tanto la cartera de Educación como la de Economía, han presionado para que todo el sistema de educación superior ahorre en el resto del año al menos 20 millones.
�Acá no ha habido ningún autoajuste. No está involucrado un solo centavo del presupuesto de la UBA �insistió Shuberoff�. Esta resolución lo que hace es evitar que la universidad quede sumida en el autismo. La universidad no es culpable de la crisis, pero se siente éticamente compelida a hacer un esfuerzo para dar una señal solidaria.�
Ayer, la discusión por el Programa Universitario Solidario encontró a los consejeros superiores agotados: se habían pasado horas debatiendo si, en el marco de la estrechez de recursos, correspondía o no comprar un edificio para expandir el superpoblado Centro Cultural Rojas (la compra se realizará con los propios fondos del centro). Por eso, la aprobación de los cinco artículos del programa pareció un mero trámite. En realidad, el rector ya había realizado un sondeo previo y sabía que el texto contaba con un consenso mayoritario. Precedidas por breves intervenciones filantrópicas, a la hora de votar, las manos se alzaron en forma casi unánime. El único detractor público fue el vicedecano de Exactas. �No contamos siquiera con recursos para cumplir con nuestra obligaciones internas y estamos cediendo alegremente fondos generados por recursos propios�, protestó Víctor Ramos.
Ese fue el punto que despertó mayores reticencias: la decisión de retener el 10 por ciento de las ganancias provenientes por la venta de servicios a terceros, medida que regirá �al igual que la reducción salarial� desde julio. �El dinero que generamos en nuestra facultad lo usamos para invertir en equipos, computadoras que de otro modo no podríamos comprar �protestaba el secretario de extensión de una muy poblada unidad académica�. Y esto pasa en varias facultades.� En total, la UBA recibe del Estado cerca de 295 millones de pesos y genera unos 60 millones anuales en concepto de recursos propios. �Estos recursos son usados internamente para suplir las partidas presupuestarias que, en un 85 por ciento, se van en salarios�, admitió un decano. Exactas junto con Ciencias Económicas, Filosofía y Letras y Veterinarias serán las más afectadas por el autoajuste. Con todo, el rector aseguró a Página/12 que el 10 por ciento de las ganancias �no es una cifra que afecte definitivamente a las facultades. Además sólo será por 6 meses�, dijo.
También se aprobó instar a los 220 mil alumnos de la UBA, a sus docentes, graduados y no docentes a sumar su óbolo al fondo solidario, propuesta que ya cosechó la oposición de la FUA y la Conadu. El dinero será depositado a orden del Estado y destinado a financiar acciones para atender emergencias sociales. �¿De qué manera se puede garantizar el correcto uso de los fondos?�, preguntó un consejero. �Eso lo verifica la Auditoría General de la Nación, no la universidad�, replicó el rector.
Cuenta regresiva para Conadu
El interventor de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) le puso fecha a la normalización del gremio que representa a unos 20 mil profesores: el próximo 7 de octubre.
Ese día, los sindicatos de base en condiciones regulares (con personería o inscripción gremial) podrán participar del congreso ordinario que elegirá a la nueva mesa ejecutiva de Conadu, según informaron a este diario colaboradores del delegado normalizador Osvaldo Valiño.
La Conadu fue intervenida por el Ministerio de Trabajo en marzo pasado, tras un interminable conflicto que la mantenía dividida y con dos virtuales secretarios generales: Anahí Fernández y José Luis Molina.
Para el tiempo libre... (si queda) |
Jornada. La cátedra libre de Derechos Humanos y el Cefyl (UBA) organizan unas jornadas en defensa de la educación pública. Mañana, desde las 10 y hasta las 22, cuando empezará un recital. En Puán 480, 4432-0606 (interno 128).
Reyes. Hoy, a las 15, se hará abrirá el ciclo 2000 de la cátedra libre de estudios mexicanos Alfonso Reyes. Hablará Noé Jitrik. En Figueroa Alcorta 2263.
Hijos. Mañana, a las 20, Miguel Bonasso presentará el Nº 7 de la Revista de HIJOS. En el Rojas, Corrientes 2038. Gratis. |
Polémica en Filosofía y Letras |
por Hilda sabato*.
¿Renovación o perpetuidad?
En las últimas semanas, Página/12 publicó varias notas en las cuales se criticaba una decisión del Consejo Superior de la UBA que dispone la renovación periódica de los directores de los institutos de investigación de Filosofía y Letras y fija en 8 años el plazo máximo de permanencia en el cargo. Quiero, aquí, defender esa medida, que responde a un viejo anhelo de buena parte de la comunidad universitaria y a una necesidad académica: asegurar la rotación de las personas en los cargos de gestión. Esta práctica, hace tiempo establecida para otras instancias de la gestión académica de la facultad (p.e., la dirección de los departamentos) no estaba, hasta ahora, reglamentada para los institutos. En el pasado, esta situación dio lugar a permanencias larguísimas, de hecho vitalicias, de algunos directores, con la consiguiente simbiosis entre cargos y personas y la conformación de feudos académicos. Durante años, los sectores progresistas luchamos por instalar prácticas que favorecieran la renovación. La medida en cuestión atiende a ese reclamo. Hoy, por fin, podemos cambiar. Para garantizar la rotación, después de 8 años en el cargo nadie podrá presentarse como candidato para el período siguiente. Esta inhibición temporaria impide que las personas se perpetúen en sus funciones, pues no es un secreto para ningún argentino que la permanencia en un cargo de dirección genera espacios de poder que pueden asegurar la eterna renovación. Cesar en la función de director no implica, de ninguna manera, quedar afuera de la universidad, pues no se trata (como se ha afirmado equivocadamente en distintas declaraciones y notas periodísticas) de una cesantía o exclusión, sino de su reemplazo únicamente en las tareas de gestión. Ese cambio tampoco representa una degradación; muy por el contrario, mientras la función directiva es temporaria, la investigación y la docencia son el núcleo fundamental y más permanente del trabajo de los universitarios. En 11 de los 18 institutos de Filosofía y Letras, los directores cesan en sus funciones en este año. La mayoría hace más de 10 años que está en su cargo. Se trata de personas prestigiosas que han realizado una labor meritoria en años difíciles de reconstrucción universitaria. Pero su capacidad y dedicación no los excluyen del principio general de la renovación. Si seguimos pensando que los cargos de gestión académica deben ser temporarios, queda poco lugar para las excepciones. Si no, lo más probable es que volvamos a los institutos con nombre y apellido, que tanto perjuicio causaron a la universidad. Seguiríamos así el ejemplo de Menem, que entendía que nadie como él podía ejercer el cargo de Presidente de la República y se consideraba, por lo tanto, imprescindible.
* Profesora titular y consejera directiva de Filosofía y Letras (UBA).
por Felix Schuster*.
No prescindir de los maestros
Algunos miembros del consejo directivo de Filosofía y Letras (la minoría de profesores y de alumnos, así como la mayoría de graduados) nos vimos sorprendidos por una resolución de la UBA, y específicamente una cláusula transitoria, que establecía la duración en el cargo de los directores de los institutos de investigación y, lo que resultaba más grave, quiénes de ellos podían y quiénes no podían, presentarse a los concursos para la provisión de los cargos de director correspondientes. Nos quedaba claro que esa cláusula había sido gestionada por las autoridades de la facultad, pero también estaba claro que no había pasado por el consejo directivo. Incluso, nos resultó difícil acceder al texto de la resolución. Este es un punto central: se prescindió del necesario, y reglamentario, debate interno, tanto en el consejo como en la propia comunidad de nuestra facultad, que dispone mecanismos institucionales para llevarse a cabo. Ante lo sucedido, y no podía ser de otra manera, se instaló dicho debate, que debía haberse dado previamente, pero expresado ahora como un grave problema, al encontrarnos con un hecho consumado. Y el problema es que se estableció, arbitrariamente, el término de 8 años de permanencia en el cargo, prohibiendo, a quienes lo excedieran, la presentación al concurso. Esto es inaceptable. ¿Por qué? Pues sencillamente porque no respeta la igualdad de oportunidades y es discriminatorio. Se establece que no podrán presentarse figuras clave, no sólo de nuestra facultad, sino también de nuestra cultura: basta mencionar los nombres de Barrenechea, Viñas, Jitrik, Chiaramonte, Arnoux, González de Fauve, Pérez Gollán, Astarita, Lurati, Herrán, Schenone, para darnos cuenta de la dimensión del problema, del dolor que este impedimento constituiría, no sólo para ellos, sino para todos nosotros. No se puede prescindir de los maestros, ni faltarles el respeto impidiéndoles el ejercicio de un derecho. No se trata del plazo establecido (8 años), ni de la negativa a la renovación en la dirección de los institutos (los propios directores están a favor), sino de que la resolución de referencia podrá operar de aquí en más, pero no legislar hacia el pasado (por otro lado, los directores tienen sólo 4 años como concursados). En la facultad se ha instalado un debate, que podrá transformarse en un rico debate, pues podría llevar a resultados fructíferos en la organización de los institutos. Pero deberá tener como base el respeto a quienes han dedicado su vida a la universidad, la investigación y la docencia. Estoy seguro de que, en la próxima discusión, esto será comprendido por todos y saldremos fortalecidos y con la posibilidad de brindar un mensaje positivo a una sociedad que corre el peligro de estar cada vez más decepcionada.
* Profesor titular y consejero directivo de Filosofía y Letras (UBA). |
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