Edward N. Luttwak*.
Padrino II se busca
El modelo del presidente sirio Hafez al-Assad era muy distinto al del Stalin de las detenciones en masa y los juicios escandalosos. El suyo era el del próspero padrino mafioso, que consigue la lealtad de todo el mundo castigando duramente la traición, sin duda, pero sobre todo repartiendo recompensas a sus esbirros. Assad no podía emular a los gobernantes de Arabia Saudita y el Golfo y regalar palacios y aviones privados a sus acólitos y partidarios. Pero sí disponía de un botín que podía dividir entre su ejército y sus camarillas policiales y que, a su vez, le garantizaba la permanencia en el poder: el contrabando en la frontera con Líbano. La parte más importante de ese contrabando es, desde luego, la exportación de narcóticos, tanto hachís como opio, desde la Bekaa, a cuyos señores feudales tradicionales se les despojó hace mucho del negocio de la droga, pese a que las tierras en las que se cultivan las plantas son suyas. En un gesto de equilibrio lleno de delicadeza y elegancia, Assad otorgó el comercio, sobre todo, a los jefes de las facciones no alawitas, que no tenían por qué apoyarle por lealtad étnica. Bashar, joven y con buena formación, resulta muy plausible como reformista y modernizador, pero mucho menos como padrino mafioso, clave para la paz interna. Precisamente, su juventud y su educación serán un estorbo a la hora de aglutinar a los partidarios de su padre, todos ellos mayores, más duros y experimentados en los entresijos del poder.
* Directivo del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos de Washington. |
Edward Said *-
Israel es demasiado pequeño para un apartheid
El resultado de la ronda de negociaciones que se anuncia está cantado y no significa nada. Israel va a reconocer el Estado palestino aunque sin darle fronteras concretas. Cisjordania estará dividida en dos o tres grandes bloques separada por carreteras israelíes y será Israel quien controle los temas de seguridad, defensa y exteriores. Será como un protectorado, sin auténtica soberanía y sin derecho al retorno de los refugiados. Es una bomba de relojería y volverá a estallar. No es nuevo, llevamos así cien años. Nadie en el mundo árabe va a aceptar un acuerdo de este tipo y los israelíes no van a poder tener las relaciones normales que tratan de conseguir. Esto se puede convertir en Irlanda del Norte o la antigua Suráfrica. Arafat es una marioneta de los israelíes. Está acabado, después de esto no tiene nada que hacer. Los norteamericanos y los israelíes sólo lo necesitaban como en Africa a principios de siglo, los colonizadores trataban con el jefe nativo. El hombre ha perdido todo el sentido de la realidad, es como el personaje de El Otoño del Patriarca de García Márquez. Sus colaboradores tardaron un año después de Oslo en convencerle de que lo que había firmado no le garantizaba un estado. Debemos impulsar movimientos de resistencia pacífica. El problema es que nuestros líderes no han aprendido ni de la violencia ni de la paz, de figuras como Nelson Mandela o Martin Luther King. En el Sur del Líbano, Hezbollah va a plantear ahora un serio reto a las autoridades libanesas porque quiere una mayor participación en los asuntos del país. Podemos aprender mucho de este movimiento, de su capacidad de organización, de movilización y de ayuda. Esto no quiere decir que esté a favor de un régimen religioso ni mucho menos. Imponer un régimen islámico sería imposible, porque la gente ha cambiado demasiado. El premier laborista israelí Ehud Barak es un político mediocre, una creación de los medios de comunicación. Es una persona brutal que no tiene ninguna simpatía por la gente con la que negocia y que está manipulado por la derecha. Es apenas diferente de su antecesor Benjamin Netanyahu. Lo que no quiere decir que en Israel todo el mundo piense como él. Israel es un país demasiado pequeño para un nuevo apartheid. La separación es absurda porque vivimos juntos. Por mucho que los israelíes intenten evitarlo, incluso en el centro mismo de Tel-Aviv, deben tratar con los palestinos. Aunque nos estemos ignorando vivimos demasiado cerca. Hay datos que van cambiar la situación: dentro de cinco años habrá tantos palestinos como israelíes. En estos momentos hay un millón de palestinos viviendo dentro de Israel y el 30 por ciento de los israelíes asegura no sentirse sionista. No llegará a la implosión violenta pero se producirán cambios, sin duda. Por eso estas negociaciones resultan triviales frente a la magnitud del problema.
* Intelectual palestino, profesor de Columbia University. De una entrevista publicada en El País. |
SADIK J. AL-AZM* .
A la manera de Damasco
Está Siria, como nación y no como un gobierno y un régimen, lista en estos momentos para la paz con Israel? La respuesta debe ser un cuidadoso y condicionado �sí�. Consideren si no los intensos debates actuales dentro de la sociedad siria sobre Israel, sobre el �proceso de paz� y la naturaleza de nuestras futuras relaciones con el vecino israelí. Noten también los temores, ansiedades, desilusiones, fracasos y expectativas inspirados por la perspectiva de un tratado con nuestro vecino, aunque a regañadientes aparentemente se acerca.
Ahora hay que hacer una advertencia para impedir posibles malentendidos. Las intensas discusiones en el seno de la sociedad siria no son debates abiertos difundidos por radio y televisión o distribuidas mediante revistas, panfletos, etc. Son intercambios muy abarcativos y amplios, cuyo principal vehículo son los tradicionales métodos de transmisión oral, mediante las conversaciones cara a cara. Esta es a la vez y al mismo tiempo la usina de rumores de Damasco y la prensa libre del pueblo. A través de estas redes personalizadas, muy eficaces y siempre activas, se crea una opinión pública informal sobre los temas, anomalías y problemas del día. El resultado es una opinión pública que los centros de poder toman siempre en cuenta, sin admitir nunca que lo hacen.
Lo que es especialmente interesante sobre estas discusiones es que han llegado a dar por sentado a Israel, a suponer que es algo seguro, que la paz finalmente llegará. Lo que se discute son cuestiones tales como ¿está Siria realmente preparada para los conflictos y rivalidades que se avecinan con Israel? En vista de su superioridad económica, su alta tecnología, avanzadas técnicas de planeamiento y gerencia de calidad internacional, ¿no es seguro que Israel dominará en poco tiempo a la región, transformándose en un país central rodeado por una periferia, mucho menos desarrollada, de países árabes? Detrás de esta preocupación se encuentra el temor no tanto hacia un Israel fuerte en paz con sus vecinos, sino hacia la aparición en la región de un dinámico país central, que utilizaría sus superiores capacidades económicas, militares y estratégicas (bajo la protección norteamericana) para reestructurar al Medio Oriente árabe acorde con sus propios intereses vitales a largo plazo.
* Profesor emérito de la Universidad de Damasco. |
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