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Borramientos
Por Juan Gelman

Se están desvaneciendo las marcas que Mao Tse-tung imprimió en China. �Reforma económica�, la que lanzó Deng Xiao-ping en 1978, es una expresión que encubre su substancia: la apertura cada vez mayor a las formas capitalistas de producción en lo interior, y a la inversión extranjera en lo exterior con la creación de Zonas Económicas Especiales donde abundan las maquiladoras y la explotación de la mano de obra es la misma que en cualquier rincón del llamado Tercer Mundo. Crecen los rascacielos en Beijing y en las grandes ciudades del país, y también un fenómeno que Mao afirmaba haber �desterrado para siempre�: hombres, mujeres, niños y mutilados pidiendo limosna por la calle. Junto a ellos pasan jóvenes de traje caro, celular en mano, y muchachas vestidas a la última moda. En fin, lo conocido.
La nueva clase de empresarios privados está, como era previsible, muy vinculada con los cuadros del Partido Comunista y con los funcionarios del Estado. La corrupción florece sobre todo en provincia: hay colusiones con funcionarios para evadir los impuestos nacionales y esto ha dado origen a lo que se denomina �la avaricia de los cuadros�, que se enriquecen cobrando �honorarios de gestión�, recibiendo �donaciones voluntarias� y aun acciones en compañías del lugar. La situación influye no poco en las decisiones locales de política económica. Ciertas distorsiones son notorias en el sistema bancario y financiero en general.
El desprecio por la ecología iguala al de muchos países industrializados. El economista Nicholas R. Lardy señala que en los centros urbanos más grandes �los niños tienen en la sangre niveles de plomo superiores en un 80 por ciento al techo ya considerado peligroso para el desarrollo mental�. La presencia ambiental de partículas nocivas y de azufre alcanza niveles que superan de 2 a 5 veces las normas fijadas por la Organización Mundial de la Salud y por las propias autoridades chinas. En consecuencia, la tasa de mortalidad por enfermedades pulmonares duplica el promedio registrado en los países en desarrollo. Se estima que hacia el año 2020, la contaminación causará anualmente unas 600.000 muertes prematuras.
La retórica oficial acerca de la sexualidad no ha sufrido variantes, pero las nuevas generaciones no parecen acatarla. Desde las cúpulas se insiste en proclamar un rígido código de conducta que no sólo diferencia didácticamente lo laudable de lo condenable desde el punto de vista moral: esgrime una suerte de lógica científica para explicar cuál debería ser el comportamiento sexual apropiado. Los jóvenes no tienen que masturbarse; se impone respetar el ideal monogámico-heterosexual; la mujer no hará el amor durante la preñez y los períodos menstruales, y la homosexualidad está prohibida por ley. Pero la marcha hacia el capitalismo recortó el peso del Estado también en la vida cotidiana y esto ha creado cambios inimaginables durante la era Mao.
Hay quienes han descubierto que el uso publicitario de imágenes de mujeres más o menos incitantes ayuda a vender. Otros encontraron que es posible hacer fortunas editando libros cargados de sexo; si alguno se prohíbe y confisca, mejor: la nueva edición se venderá más cara en el mercado negro. La comercialización del cuerpo femenino no se limita al material impreso. Cada tanto la prensa denuncia casos de niñas y de jóvenes compradas para ser esposas, concubinas o simplemente prostitutas. Es curioso ver en la China que ha abierto una Bolsa de Valores en Shanghai la reaparición de esos �y otros� estigmas feudales. Su misterio sigue en pie.
La moralina oficial tiene dos caras. Una es durísima y puede conducir a la pena de muerte por delitos sexuales como la violación, la violación calificada (de menores de 14 años) o la prostitución forzada. La otra es complaciente: pese a las campañas contra corruptos y trabajadoras del sexo �así se dice en México�, se sabe que miembros o protegidos de las altas esferas no sólo frecuentan las discos donde el proxenetismo se despliega; además son dueños de algunas y regentean otras. Claro que las prostitutas chinas de hoy no son como las cortesanas de rango del siglo XIX �personajes de obras literarias y más famosas que estrellas de Hollywood�, que solían dictar normas a la moda femenina.
Es natural que la gente ocupe los espacios que ninguna hegemonía política o estatal logra llenar. Así lo muestra, en este caso, una suerte de Informe Kinsey chino, cuya traducción al inglés lleva el título de �Sexual Behavior in Modern China�. Reúne encuestas sobre el tema realizadas por varios investigadores del país bajo la dirección de Dalin Liu. El tono de la obra es más estadístico que ensayístico, pero su publicación hubiera sido impensable 20 años atrás y aporta datos reveladores. El 10 por ciento de los estudiantes universitarios encuestados admitió haber tenido relaciones sexuales antes de �o sin� casarse. El 86 por ciento de estudiantes varones y el 66 por ciento de estudiantes mujeres respondieron que el sexo premarital es aceptable en determinadas circunstancias. Los porcentajes son inversamente proporcionales entre los adultos mayores, lo cual subraya el desgaste de una prédica puritana que Mao estimó imprescindible para construir el socialismo.
Visité China en 1960 formando parte de un grupo de periodistas latinoamericanos que llevó a cabo una gira de 45 días por todo el país. Nos acompañaban ocho jóvenes intérpretes y sólo al volver a Beijing, y un día antes de nuestra partida, supimos que dos de ellos eran pareja y estaban casados. Nunca les habíamos visto un gesto que delatara su estado civil y le pregunté al varón: �Dígame, Wang, ¿usted nunca besa a su mujer?�. Se ruborizó violentamente y me contestó: �Camarada, eso es de alcoba�. Esa China se está borrando.

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