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LO DICE HUGO ALBANI, ALTO EJECUTIVO DE INVAP 
�Para desarrollar tecnología hace falta decisión política�

Invap, la empresa estatal rionegrina que le vendió a Australia un reactor nuclear de 180 millones de dólares y además fabrica satélites, se empeña en demostrar que la primarización argentina no es un destino inevitable.


Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) La Argentina hoy exporta casi solamente productos primarios e insumos. ¿No hay margen para aspirar a más?
�El país puede exportar productos de alto valor agregado. Nosotros lo estamos haciendo desde 1984.
�¿A pesar de la hiperinflación y de toda la inestabilidad?
�Sí, a pesar de todo. Casi la mitad de la facturación de la empresa son ventas al exterior. Estamos preparados para trabajar en el campo nuclear y en el espacial. A nivel mundial somos proveedores confiables de bienes y servicios de la industria nuclear, en particular hasta los reactores de investigación y producción de radioisótopos. Todavía no tenemos experiencia�aunque sí proyectos muy adelantados� en reactores para la producción de electricidad. También proveemos plantas para la producción de radioisótopos y de elementos combustibles.
�¿Con qué ventaja cuentan respecto de grandes compañías de países centrales que compiten en este mismo sector?
�Tenemos la ventaja comparativa de poder adaptarnos a lo que el cliente desea. Otros proveedores no poseen esa ductilidad. Las grandes compañías están más estructuradas: tienen un determinado producto y es ése el que venden. Nosotros no tenemos un reactor de estantería. Somos buenos en prototipos, no en hacer siempre la misma cosa. Además somos más serviciales, tal vez por idiosincrasia. 
�¿Cómo pueden mantenerse tecnológicamente al día cuando las inversiones argentinas en investigación y desarrollo (I+D) son infinitesimales?
�Invap es una empresa de base tecnológica. No somos científicos: somos tecnólogos. Usamos toda la información científica disponible para desarrollar un bien o un servicio. Y la Argentina tiene acumulada una cantidad enorme de información de ciencia básica, experimental o aplicada, sobre todo en el terreno nuclear. No se olvide que la CNEA acaba de cumplir 50 años. Acá en los �50 había dos cosas para hacer: energía nuclear e industria aeronáutica. Y el país apostó a las dos, pero sólo le dio continuidad a la actividad nuclear, aunque en 1955 tenía desarrollos aeronáuticos a nivel de los mejores del mundo. Lamentablemente, todo eso se perdió.
�De su respuesta se deduce que en otras áreas, donde a diferencia de la nuclear no hay medio siglo de acumulación, no podría haber otros Invap...
�Yo creo que sí. Hoy el acceso a la información es mucho más veloz. No tenga la menor duda de que la Argentina podría apostar, por ejemplo, a la biotecnología. El país tiene una gran capacidad instalada en laboratorios de investigación y en profesionales. Harían falta algunos recursos económicos y, sobre todo, decisión política y coherencia.
�Pero si una sola multinacional invierte en I+D varias veces lo que toda la Argentina, ¿qué chance podemos tener? 
�En el país tenemos laboratorios con capacidad ociosa. Lo que realmente falta es un objetivo. Pero como esas metas no se alcanzan en un año sino en siete u ocho, es preciso que haya continuidad, que no dejemos las cosas a medio hacer. En el tema nuclear hemos tenido esa suerte.
�¿A ustedes no los afecta el tipo de cambio, el peso sobrevaluado?
�No, porque el valor en dólares de la hora-hombre nuestra está muy por debajo del que rige en los países desarrollados. Cuando vamos a vender afuera un producto no nos encontramos con competidores de países como China, Paquistán o la India, sino de Alemania, Estados Unidos o Francia. Allí la hora-hombre cuesta como mínimo el doble.
�¿Cuánto puede ser eso?
�Tanto como 130 dólares. Nosotros la tenemos alrededor de 50.
�¿Cuánto pesa este factor en la estructura de costos?
�Tal vez cerca de la mitad.
�¿Les sirve entonces para compensar otros sobrecostos?
�No, no es así. No es que estemos balanceando con la hora-hombre otra cosa que nos salga más cara.�Pudiendo ganar más afuera, ¿no se les van los técnicos?
�La gente se siente muy a gusto en Bariloche, aunque trabajen doce horas por día. La calidad de vida ayuda mucho a retenerlos. Además hay algo ideológico: toda la gente de Invap tiene la camiseta puesta, no sé si me entiende.
�¿Las condiciones de financiación que pueden ofrecer no los descoloca respecto de competidores de países triple A?
�Todas nuestras exportaciones son al contado, y el cliente nos desembolsa de entrada un anticipo de entre el 5 y el 15 por ciento del monto total. Se firma el contrato, uno asume un compromiso como proveedor y, una vez entregada la obra, debe dar una garantía bancaria de buena ejecución por el 10 por ciento del valor. Frente a cualquier nota de protesta del comprador, el banco tiene que efectivizarle la garantía. Por esa razón el banco nos requiere avales.
�El anticipo les sirve para financiar el comienzo del trabajo...
�Lo primero que se hace es la ingeniería, la documentación técnica. Cuando la entregamos, el cliente nos paga la parte proporcional del precio, descontada la parte también proporcional del anticipo. Y así sucesivamente en las siguientes etapas, que corresponden a los componentes pesados, la instrumentación, el montaje y la puesta en marcha. 
�¿A qué banco recurren para las garantías?
�Nuestro operador financiero fue siempre el Banco de la Provincia de Buenos Aires. El nos otorga las garantías, pero como somos una empresa de proyectos, sin un patrimonio que pueda servir de respaldo, la provincia de Río Negro suele entregarnos los avales que exige el banco. Para ello utiliza sus ingresos por coparticipación o por regalías. 
�¿Y en el caso del reactor para Australia?
�Esta vez los avales los pondrá la Nación, aunque también participaría la provincia. Pero quiero aclararle algo: nosotros no ganamos por precio solamente. Ganamos por calidad. Hoy el más moderno reactor de este tipo que está operativo en el mundo lo hemos hecho nosotros y está en Egipto, cerca de El Cairo.
�¿La banca privada se les acerca a ofrecer financiación?
�En las exportaciones siempre nos ayudó el Provincia, pero también recurrimos a algunos bancos privados para tapar baches financieros. Son créditos de corto plazo.
�Cuando exportan un reactor, ¿qué reintegro (estímulo fiscal para mejorar el tipo de cambio) tienen?
�Entre 10 y 15 por ciento. En algunas circunstancias esas operaciones son consideradas como exportaciones de plantas llave-en-mano.
�¿Qué grado de integración nacional hay en el reactor?
�La obra civil obviamente se hace con ingeniería nuestra pero con mano de obra y materiales del país donde se instala el reactor. Algunas veces también ayudamos a la industria local a fabricar algunos componentes. Pero el grueso de los componentes se producen en la Argentina, en Bariloche y en otros sitios del país. Tenemos más de 200 proveedores, pequeños y grandes. No nos importa el tamaño de la empresa sino su confiabilidad y sus sistemas de garantía de calidad.
�¿Y eso se encuentra en la Argentina?
�¡Claro que se encuentra! Y si alguien no cumple del todo con las exigencias, lo ayudamos a cumplir. En cuanto a grado de precisión, en los años �50 pasamos de la décima con que mecanizábamos a la centésima por las exigencias de la industria automotriz. Luego, con la industria nuclear dimos otro salto, y esa capacidad la tenemos en el país. Alguna está un poco venida a menos, pero sólo hay que sacudirle el polvo.
�¿Por qué entonces no hay más casos como el de Invap? 
�Nosotros hemos tenido mucha suerte, porque estamos recurriendo a ese fabuloso inventario de conocimientos y recursos humanos que es la CNEA. Tenemos además una empresa que viene en esta tarea desde 1976. 
�¿Cuál es el status de Invap?�Invap es una sociedad del Estado rionegrino. En su directorio hay cuatro representantes de la CNEA, dos de la provincia y uno del personal. Nunca tuvimos subsidios: vivimos de lo que vendemos. Por principios no nos hemos acogido a ningún régimen de promoción ni tenemos ninguna exención impositiva. Hubo meses en que no pudimos pagarle el sueldo a la gente. Llegamos a deberle varios aguinaldos. Nos manejamos con la ley de sociedades anónimas, como cualquier empresa privada. 
�¿En qué instancia está la operación con Australia?
�Ellos nos comunicaron que fuimos elegidos como �oferentes preferidos�. Ahora viene la firma del contrato, que se haría a comienzos de julio. Todo este proceso licitatorio, de gran transparencia, llevó dos años. A la licitación se presentaron once firmas. Durante un año nos pidieron un cúmulo de información sobre la empresa y el país, y precalificamos cuatro, nosotros y otras tres de Alemania, Francia y Canadá. Ellas nos llevan muchos años de ventaja en este sector, pero nos ayudó mucho estar desarrollándonos en el tema espacial desde 1990. 
�¿Y qué interacción existe?
�Las actividades se realimentan. Cuanto más amplio sea el espectro técnico de la empresa, más confiable será para el cliente.
�¿Cómo llegaron a obtener este contrato?
�El proceso de precalificación fue tremendamente minucioso, y el proceso de calificación más aún. Tras entregar la oferta, a las dos semanas debimos ir a explicarla con un equipo de más de doce personas, frente a unos veinte australianos del otro lado preguntando hasta el menor detalle durante dos días. Después de eso formularon 200 preguntas más que debimos responder. Así ellos lograron llegar al final del proceso con las cuatro ofertas perfectamente ecualizadas. Ahí no regía simplemente la ley del mejor postor. Y la verdad es que nos hemos lucido. No sólo valió nuestra solvencia técnica, sino también la camiseta. Se la transmitimos a los clientes, y ellos se entusiasman como nosotros.


�Usen el Compre Nacional�

�¿A qué apuntan en materia espacial?
�La Argentina posee un plan nacional en materia espacial, vigente desde 1994. El país tiene que ocupar el lugar que le corresponde en el espacio. Para ello se prevé la construcción y puesta en órbita de una serie de satélites, primero científicos y luego de aplicaciones concretas. Nosotros hacemos esos satélites y gran parte de su instrumental para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales. Hasta ahora ya fabricamos tres. Y estamos empezando a hacernos conocer afuera también.
�¿Qué está faltando para el sector tecnológico?
�Debe haber una política de Estado para las empresas de tecnología. Esto no significa subsidiarlas, sino utilizar inteligentemente el Compre Nacional. ¿Cómo es posible que llamemos a licitaciones para la provisión de bienes y servicios de alta tecnología sin exigirle al oferente que le dé participación a la industria argentina? Esto lo hacen en cualquier país del mundo, y nos lo reclaman en Egipto, en Australia y en todas partes.

 

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