Por Juan Jose Panno
Los números dicen que River venció 2 a 0 a
Talleres, lo que debe considerarse un muy buen resultado; que sumó
tres puntos vitales en momentos en que el torneo entra en la recta final;
que mejoró su promedio como local; que se despegó de Independiente
y San Lorenzo, dos que se habían arrimado peligrosamente y que no
depende de la derrota de nadie en su carrera hacia el título. Los
números cierran por donde se los analice y quizás por eso
los hinchas hicieron estallar el aplauso en el Monumental apenas terminó
el partido. Pero lo que no cierra por ningún lado es la actuación
del equipo y tal vez por eso, inmediatamente después del aplauso
que subrayó el final, los hinchas hicieron mutis por el foro, derechito
a casa lo más rápido posible, después de una tarde
muy fría en todo sentido. Dicho de otro modo: River ganó bien,
pero jugó mal, en el nivel de sus anteriores producciones en ese
mismo estadio, en el nivel de un campeonato impresentable.
Las cosas no suelen salirle muy bien al equipo de Gallego cuando juega en
el Monumental. Antes del partido de ayer, en su estadio había conquistado
sólo 9 de sus 29 puntos, menos del 30 por ciento. Es fácil
entenderlo: frente a rivales que se agrupan en el fondo, lo esperan y le
quitan espacios, River pierde potencia; de visitante, frente a rivales que
tienen cierta obligación de ir al frente, River maneja cómodo
los espacios y demuele.
El partido de ayer se dio dentro del marco de esa lógica: River yendo
al frente buscando por diferentes vías y Talleres aguantando, esperando
el milagro del cero. Media hora soportaron los cordobeses hasta que Berizzo
metió la pelota en la red con un cabezazo y, de paso, puso las cosas
en su lugar. Hasta ahí River, controlando la pelota, siempre lejos
de Bonano, había generado por lo menos cuatro situaciones de gol
contra cero de su rival. El equipo de Gallego mandaba con el medio porque
Berizzo casi siempre se la pasaba a un compañero; porque Coudet,
supervoluntarioso, quería compensar en un rato todos los partidos
perdidos, recuperaba mucho la pelota y también se la daba a uno de
camiseta rojiblanca; porque Lombardi se sumaba a los del medio; porque Aimar
aparecía de tanto en tanto y porque Talleres era una lágrima
desparramada sobre el terreno de juego y sus volantes cometían decenas
de errores no forzados. Pese a los altibajos de Saviola y la borrada de
Angel, que faltó sin aviso, el gol rondó muchas veces el arco
de Cuenca hasta que Aimar apuntó en un tiro libre a la cabeza de
Berizzo, quien saltó solo y estampó el 1 a 0.
En el arranque del segundo tiempo, a los 3 minutos, Talleres amagó
con cambiar la historia (remate de Oliva en el palo con el arquero vencido),
pero la cosa duró poquito. A los 7, a River le soplaron los
buenos vientos de campeón y Placente, con ayudita, puso el 2 a 0
definitivo. El marcador de punta de River, entrando en velocidad por el
medio le dio con un fierro, desde afuera del área, la pelota rozó
en Lillo se elevó y cayó como una piedra sobre la cabeza de
Cuenca. El arquero voló hacia atrás, con la firme intención
de manotear la pelota al corner, pero calculó mal y cacheteó
el balón hacia el fondo del arco. Ahí mismo debió ponerse
el punto final y evitar todo lo que se vino: varios cambios, cantos de gastada
a Boca, alguna llegada clara de Talleres para hacer más digna la
derrota, un poco de Cardetti, que en 5 minutos hizo más que Angel
en los 85 restantes y nada más.
En ningún momento quedó la sensación de que la victoria
de River corriera peligro, pero en ningún momento River desplegó
el juego propio de un equipo puntero que se encamina hacia el título.
Habrá que mejorar, reconoció Gallego en la rueda
de prensa, después del partido. De eso hablará con los jugadores,
seguramente durante la semana.
Plata fresca
para techar el estadio y otros negocios
Nuevo capítulo en la novela del gerenciamiento
Por Adrián De Benedictis
Los dirigentes
de River protagonizarán el próximo jueves un nuevo capítulo
por el posible gerenciamiento del merchandising y la imagen de la entidad
de Núñez. En la reunión de la comisión directiva
que se realizará ese día se analizará el ofrecimiento
que realizó la empresa estadounidense Hicks.
En principio, esta compañía está dispuesta a desembolsar
150 millones de dólares por todo concepto.
El desglose de la oferta sería éste: 20 millones en el
momento de la firma del contrato y 26 millones anuales durante cinco
años. Además, el vínculo contaría con una
opción renovable por otros cinco años más.
La intención del grupo Hicks es que con esa inversión,
River pueda concretar distintas obras, entre las que figuran el techado
del estadio Monumental; y la construcción de varias instalaciones
en el predio de Ezeiza que le fue entregado por el Estado el año
pasado, del cual River dispondrá por el plazo de diez años.
Otro de los puntos fundamentales del contrato es el tema del fútbol,
en el cual los dirigentes mantienen distintas posturas respecto del
pase a manos privadas.
El duro enfrentamiento que mantuvieron en la semana el secretario de
actas Ricardo Grosso y el tesorero Roberto Jakobi, que incluyó
un escupitajo para este último, sólo sería el comienzo
de una lucha entre dos frentes bien diferenciados.
Entre los principales defensores del gerenciamiento estarían
Alfredo Dávicce, Jorge Arias y el mencionado Jakobi; y los opositores
serían César Traversone, José Aguilar, Mario Israel
y Rodolfo Cuiña, además de Grosso.
En el cónclave del jueves se comenzará a tratar todas
las posibilidades que puede arrojar el convenio, pero la resolución
final tardará un tiempo largo en llegar. Mientras, la disputa
de poderes seguirá cobrando víctimas en esta trama.
En tanto, la renovación del contrato del técnico Américo
Gallego también sería discutida en la misma reunión.
Astrada y Berti
pegarían la vuelta
Cambio: Cavallero por Bonano
Por
A.D.B.
Al mismo tiempo que River
se perfila para conseguir el bicampeonato, el técnico Américo
Gallego y los dirigentes ya comenzaron a pensar en el plantel que afrontará
la próxima temporada. Por ello, entre los nombres que tienen
posibilidades de incorporarse al equipo de Núñez se encuentran
los ex River Leonardo Astrada (Gremio de Brasil) y Sergio Berti (América
de México). Por este último, algunos dirigentes de River
mantuvieron contactos con el representante, cuando el volante estuvo
en Buenos Aires para disputar una de las semifinales de la Copa Libertadores
ante Boca.
Además, en el caso de que River decida vender al arquero Roberto
Bonano a Francia, el que llegaría
para ocupar su lugar sería Pablo Cavallero. Como el Espanyol
de Barcelona resolvió que no le comprará el 50 por ciento
del pase a Vélez, el jugador volvería a jugar en Argentina.
La idea de las autoridades de Liniers es desprenderse de ese porcentaje
a cambio de cuatro millones de dólares. A su vez, en las próximas
horas pedirían cotización por el defensor de San Lorenzo
Eduardo Tuzzio, por quien los directivos del club del Bajo Flores le
pidieron 10 millones al Olympiakos de Grecia.
Entre los futbolistas que se encuentran a préstamo, el delantero
Juan Antonio Pizzi volvería al finalizar el actual campeonato,
ya que las gestiones para que se sume a un club de España no
llegaron a concretarse hasta el momento. El que también retornará
será el defensor José María Paz, que se encuentra
en Unión. Al parecer, Gallego está muy conforme con el
rendimiento que viene manteniendo el juvenil en la institución
santafesina.
Asimismo, en los alrededores del Monumental circuló ayer una
versión que indica que si el candidato a presidente del Barcelona,
Jaime Llaudaró, logra vencer en las elecciones del club catalán
del mes que viene, su intención sería comprar al delantero
Javier Saviola. Llaudaró es el mismo que anticipó que
está dispuesto a pagar 26 millones de dólares por el volante
de Boca, Juan Riquelme.
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