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Recuerden que la Iglesia �no es un partido político�

La frase que clausuró las jornadas de la Pastoral Social fue una clara alusión a Primatesta, que ya se había retirado.

Por Washington Uranga
Desde Mar del Plata

t.gif (862 bytes)  José María Arancedo, obispo de Mar del Plata, fue el encargado de cerrar las jornadas de Pastoral Social que se realizaron allí y aprovechó la oportunidad para manifestar, una vez más, su preocupación por la “inequidad, la concentración de la riqueza y la exclusión social” exhortando a los miembros de la Pastoral Social de la Iglesia “a no quedarse mudos ante una realidad de injusticia y de pobreza”, pero advirtiendo que la acción de la Iglesia tiene que mantenerse dentro de los carriles propios porque “no somos un partido político”.
La clausura de las jornadas de la Pastoral Social tuvo una importancia reducida, porque la mayoría de los protagonistas notables, tanto de la Iglesia como de la vida política y sindical, ya no estaban en Mar del Plata el domingo. Las negociaciones privadas habían permitido concretar en los días anteriores la continuidad de la “mesa del consenso” liderada por el presidente de Pastoral Social, cardenal Raúl Primatesta. La confirmación de que el 9 de julio será la fecha de la reunión hizo que todos los otros debates pasaran a un segundo plano, por lo menos en la expectativa política. Mientras tanto, los delegados de las diócesis siguieron trabajando para elevar sus conclusiones y sugerencias a los obispos. Marcelo Melani, obispo de Viedma, retomó parte de los conceptos de Primatesta al convocar al esfuerzo de todos los sectores. “Si todos ponemos algo en común, podemos hacer una economía distinta a ésta, que es una economía de neoliberalismo”, dijo. “Sin solidaridad, no hay posibilidad de vida para todos”, subrayó Melani.
Arancedo habló en la clausura acompañado por el obispo de Viedma, sin la presencia de Primatesta ni de su secretario, el laico Guillermo García Caliendo, y ante un auditorio que había disminuido en mucho en cantidad, en representatividad y en notoriedad de los participantes. Pero Arancedo no desaprovechó la ocasión para, sin mencionarlo, volver a sentar su posición en relación con las exigencias que plantea a la Iglesia el trabajo en este campo. El obispo marplatense sostuvo que la tarea de Pastoral Social “es muy importante” y por eso mismo “requiere, de aquellas personas que la ejercen, madurez, equilibrio, amor a la Iglesia, porque son caminos difíciles que desgastan y que también requieren de una espiritualidad que deberíamos trabajar”. El párrafo no tuvo destinatarios específicos. Los asistentes tomaron nota y más de uno se lamentó en voz baja porque García Caliendo no estaba allí para escuchar esas palabras directamente de boca del obispo.
El secretario de Pastoral Social será el encargado de ir perfilando los temas de la agenda para la reunión de la “mesa del consenso”, una iniciativa que en su etapa actual tuvo comienzo el 19 de febrero en San Rafael (Mendoza). Pablo Challú, por la Unión Industrial, y Horacio Ghilini por la CGT disidente de Hugo Moyano, son de los principales interlocutores para impulsar el encuentro, frente al cual no se conoce la actitud que tomará el Gobierno que ya ha iniciado su propio camino de diálogo social.
Antes de esa reunión, los días 26 y 27 de junio, los obispos de Pastoral Social tendrán una reunión privada. El principal tema de agenda será la evaluación de la “decisión personal” de Primatesta al enviar a su secretario a la manifestación promovida por Moyano el 31 de mayo y la actitud de García Caliendo al hablar en el acto. La presidencia del Episcopado deploró el hecho; algunos obispos de Pastoral Social pidieron la renuncia de García Caliendo y Primatesta asumió la responsabilidad del hecho y respaldó a su secretario. Ahora este tema será discutido entre los obispos, quienes también tendrán que avanzar en una discusión políticoconceptual acerca de las características de la labor de la PastoralSocial. En Mar de Plata gran parte de los delegados laicos pidieron mayor participación en las decisiones y una estrategia que, sin desatender los diálogos con la dirigencia política y social, dé prioridad al “trabajo con los de abajo”, que es “fecundo” porque ellos son “los que tienen deseos de que las cosas cambien”.

 

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