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DE LA RUA LLEGO A EGIPTO PARA LA REUNION DEL G-15
La cumbre de la “clase media”

El Presidente llegó a El Cairo para participar de la cumbre de las naciones en desarrollo, que el menemismo despreciaba. Confesó que vino �a vender la imagen de Argentina� y a abrir mercados.

t.gif (862 bytes)  El Tango 01 que llevó a Fernando de la Rúa aterrizó ayer a las 9.30 en el aeropuerto de El Cairo y estableció dos datos: el primero, la vuelta del avión de Carlos Menem a los vuelos internacionales; el segundo –más trascendente–, el retorno de un presidente argentino a las cumbres del Grupo de los 15 (G-15), un conglomerado de naciones en desarrollo demasiado medio pelo para las pretensiones primermundistas del menemismo. Ayer, De la Rúa habló de su deseo de mejorar las relaciones “sur-sur” aunque, más allá de las consideraciones ideológicas, admitió que su presencia en Egipto tiene que ver con los deseos de abrir mercados. “El Estado debe ponerse al lado de los que quieran comerciar. He venido aquí a vender la imagen de la Argentina, a tratar de fortalecer el intercambio comercial y el desarrollo económico”, explicó el Presidente.
La gira emprendida por De la Rúa la semana pasada deja en claro que la política de la Cancillería es la de no descuidar ningún flanco. Primero cumplió la consabida visita a Bill Clinton para continuar la buena relación con Estados Unidos heredada de la gestión Menem. La segunda escala fue en Colombia para ratificar los lazos con los países de América latina del Grupo de Río. Ayer aterrizó en El Cairo para reinsertarse en el G-15, un grupo de naciones que podría definirse como de “clase media”. Durante la década menemista, la representación argentina en el organismo quedó en manos del vicepresidente Carlos Ruckauf y la Cancillería menemista nunca disimuló su desdén por las estrategias del grupo.
Con todo, ayer, De la Rúa aclaró que su presencia en la sofocante capital de Egipto no debía entenderse como un certificado de defunción a la política de “relaciones carnales” con Washington. “Ningún certificado de defunción”, respondió. Y aclaró: “Con los Estados Unidos tenemos una situación de comprensión y respeto mutuo, con los países latinoamericanos estamos estrechamente vinculados a través del Mercosur y con el G-15 tenemos una visión más universalista de los problemas del mundo”.
Apenas llegó al hotel Meridien Heliópolis donde se alojó, a De la Rúa lo esperaba un enviado del presidente egipcio, Hosni Mubarak, que deseaba recibirlo en su residencia. Media hora después, con una temperatura de 38 grados, De la Rúa ingresaba a la mansión presidencial, emplazada en un antiguo hotel de principios de siglo, que en la década del 50 fue restaurado y destinado al presidente. Entre los temas que conversaron estuvieron los efectos de la globalización en los países en vías de desarrollo, el combate al terrorismo y el proceso de paz en Medio Oriente. La agenda de De la Rúa continuó movida. Viajó hasta la localidad de Inshas, en donde el Invap construyó un reactor nuclear en medio del desierto. Quince técnicos argentinos lo aguardaban bajo un sol abrasador. El Presidente destacó frente a ellos la labor del Invap, un instituto con sede en Río Negro, que hace poco vendió a Australia un reactor similar por 180 millones de dólares. Más tarde, De la Rúa y Mubarak volvieron a encontrarse en la feria comercial del G-15. “Me preocupa generar inversiones, hacer crecer la economía y generar puestos de trabajo”, explicó el Presidente. Así justificó esta gira y las por venir que incluirán México, Canadá y China. Con su esposa, Inés Pertiné, participó luego de una misa celebrada por un sacerdote mendocino que reside en El Cairo en una improvisada capilla en la embajada argentina.
Hoy a las 10, De la Rúa participará de la sesión inaugural del G-15 y luego mantendrá reuniones con varios presidentes en donde discutirán el documento final del encuentro que se dará a conocer mañana, con críticas a la globalización. Como respiro en medio del ajetreo, De la Rúa cenó con su mujer a bordo de una embarcación que navegó el Nilo. Entre bocado y bocado, el Presidente y su mujer pudieron apreciar las maravillas arqueológicas egipcias, resaltadas por la iluminación nocturna.

 

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