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�No nos van a sacar clientes porque nos movemos como baqueanos�

Juan Carlos Fissore, titular de la Federación de Cooperativas Telefónicas, explica cómo harán las cooperativas para �defender el principio de solidaridad� y competir desde noviembre con los monstruos de la telefonía mundial.

Por Raúl Dellatorre
t.gif (862 bytes)  En medio de la competencia que se abrirá a partir de noviembre el mercado telefónico entre los dos monopolios actuales y más de una docena de empresas extranjeras entrantes, en su mayoría norteamericanas, las cooperativas telefónicas surgen como un “rara avis”. Unas 297 cooperativas que operan desde hace más de una década la telefonía local en otras tantas localidades medianas y pequeñas del interior se unieron en Tecoop, empresa asociada que disputará en el mercado desregulado no sólo la defensa de casi 500 mil abonados que hoy atienden, sino que además avanzará sobre otras zonas que las grandes empresas consideren “no rentables”. “Es el desafío de defender otros valores, el principio de la solidaridad, aunque resulte difícil de entender en un marco en el que nadie plantea una alternativa de esta naturaleza”, definió ante Página/12 Juan Carlos Fissore, titular de la Federación de Cooperativas de Telecomunicaciones y de Cooperar (Confederación de Cooperativas de la República Argentina).
–En un mercado que hace nueve años fue dividido a nivel nacional en dos monopolios, ¿cómo sobrevivieron como operadores?
–El fenómeno de las cooperativas como operadores telefónicos ya tiene 40 años en el país. Nació y creció en pueblos chicos “no rentables”, para el criterio de los actuales monopolios, pero también para Entel, que no llegaba a esos lugares. Cuando llegó la privatización, Telefónica y Telecom nos tuvieron que asimilar, aunque se resistieron mucho al principio. Para los españoles, italianos y franceses, nuestra existencia era una aberración, pero terminaron aceptándonos. El 13 de julio de 1992 nos otorgaron por decreto la exclusividad del servicio en nuestras zonas y la licencia a cada cooperativa.
–¿Por qué la gente de sus pueblos va a preferir a la cooperativa cuando tengan la posibilidad de ser clientes de una gran empresa que le ofrezca todo un menú de servicios?
–Los usuarios son socios en la cooperativa. Son los dueños, y como tal pueden exigir lo mejor ante la oficina comercial de la cooperativa. El trato es directo, no como en las grandes telefónicas donde la única posibilidad es hablar con una voz metálica, tan maleducada que ni siquiera le contesta (bromea en tono campechano). Además, el sentido de la inversión de las utilidades es diferente. Mientras los grandes grupos están obligados a rendir utilidades a sus accionistas, las nuestras se destinan a mejora tecnológica, obras de infraestructura, viviendas y a servicios de los que nuestros pueblos carecen, como agua potable, electricidad, TV por cable, ambulancias, sepelio y hasta un banco ortopédico, que mejoran la calidad de vida de nuestra gente. Y lo que sobra, se puede destinar a préstamos personales, para refacciones o construcción, a baja tasa. Tampoco es una ventaja de las telefónicas internacionales los servicios de valor agregado respecto a lo que ofrece una cooperativa: nosotros incorporamos la identificación de llamadas, el despertador telefónico, llamada en espera, transferencia de llamada y otros desde hace 13 años. Ya estamos llegando con Internet a las chacras, y en pueblos con 800 teléfonos ya hay más de 100 que se incorporaron a la red (en algunos casos, con abono gratuito).
–¿No le temen a la competencia?
–No nos van a sacar clientes. Por un lado, porque por el tamaño de los pueblos no les interesa. Pero, además, nadie conoce como nosotros cada lugar. Es como largar en el campo a un hombre de ciudad y a un baqueano. ¿Quién va a saber mejor cómo orientarse? Nosotros somos baqueanos (se sonríe). Además, la atención personalizada y la relación directa tiene un valor. En un pueblo del tamaño de los nuestros atendido por Telefónica o Telecom, no hay oficina ni empleados. Por este camino, les van a dar la razón a los que dicen que en el interior sobra gente (por las declaraciones de Fernando de Santibañes).–¿Qué va a pasar en lugares más próximos al área metropolitana, como Pilar, Tortuguitas o Grand Bourg, que hoy atienden cooperativas?
–Ahí sí es probable que haya competencia de las grandes. Pero son cooperativas muy fuertes, con mucho prestigio, que han crecido con poblaciones que se han multiplicado por diez en una década. Y dan mucho servicio. Van a resistir bien la pelea.
–Las telefónicas grandes opinan que las cooperativas fueron subsidiadas porque cobran un porcentaje sobre las llamadas a sus clientes.
–No es verdad, a nosotros no nos subsidió nadie. Las redes locales las hicimos nosotros, y sin embargo en las llamadas entrantes al pueblo no les pagaban nada a las cooperativas. En las salientes (las llamadas de larga distancia hechas por los abonados de la cooperativa), hasta el año ‘95 las telefónicas se quedaban con el 60 por ciento de lo que pagaban nuestros abonados, y nos facturaban a nosotros mensualmente el total. Es decir, que la cooperativa pagaba independientemente que le cobrara o no al usuario. A partir de ese año, por decreto, se les reconoció a las cooperativas el 78 por ciento del valor de la llamada, es decir que pasamos del 40 a casi el doble. El reclamo es que no nos cobren las salidas, así como tampoco nosotros cobramos las entradas.
–¿Cuál es el propósito de armar una nueva sociedad, Tecoop, para operar en el mercado desregulado?
–Es una licencia de operación de todas las cooperativas telefónicas en conjunto, a nombre de Fecotel, para tener un carrier (operador de larga distancia) propio o contratarlo a un tercero, pero en grupo. En telefonía local, permitirá que una cooperativa eléctrica asociada a Tecoop pueda dar el servicio telefónico a través de la licencia de Fecotel. Luján, San Pedro, 9 de Julio y Azul, por nombrarle sólo localidades próximas al Gran Buenos Aires, son algunas en las cuales podría ocurrir. Es un emprendimiento argentino para ofrecer una alternativa diferente en el mercado. Es una respuesta estratégica a la liberalización comercial, para salir a comprar servicios (carrier) o tecnología (equipamiento) en conjunto. Donde podamos instalar redes regionales, lo vamos a hacer. Hoy la tecnología, desde el punto de vista económico, es más accesible, incluso la inalámbrica que ahorra mucho costo de tendidos en distancias largas. Partimos de una base de 400 mil a 500 mil abonados y la atención del 20 por ciento del territorio nacional, aunque con menor densidad de población que el resto. Solamente esta manzana (las oficinas de Cooperar en Buenos Aires están en Avenida de Mayo al 1400) debe tener más gente que la mitad de mi pueblo.

 

�Dos engendros empresarios�

–Las cooperativas de San Carlos de Bariloche y Pinamar suscribieron acuerdos con Telecom Argentina para prestar servicios telefónicos en conjunto. ¿Cómo se compadece esto con lo que ustedes proponen?
–Esos casos son dos engendros empresarios que no tienen que ver con el movimiento cooperativo. La de Bariloche es una cooperativa eléctrica que pasó a prestar el servicio telefónico, por cuenta de Telecom, en un área que pertenecía a Telefónica. El de Pinamar es un caso diferente, porque es una cooperativa telefónica con mucho prestigio, que da un muy buen servicio. Pero también termina jugando para Telecom sacándole clientes a Telefónica en sus áreas aledañas, utilizando el nombre de la cooperativa. Su presidente, Jorge Shaw, ha hecho un muy buen negocio empresario, que no tiene nada que ver con el cooperativismo. Es una lástima que no nos haya acompañado, poniendo su talento empresario al servicio de un proyecto solidario.

 


El fondo de inversiones

–¿Cómo va a funcionar el fondo de inversiones para zonas marginales?
–Tal como está armado, es caótico. El reglamento establece la obligación de cada operador de invertir el uno por ciento de su facturación en zonas marginales, o aportarlo a un fondo que lo destinaría a ese mismo fin. Pero el Estado no administra el fondo, entonces tampoco se obliga a prestar el servicio por sí mismo allí donde las empresas no vayan. Yo creo que va a ser al revés de lo que pretende el Gobierno: las empresas no sólo no van a ir, sino que las que están en áreas marginales se retirarían de zonas que dan pérdidas, si pudieran. El movimiento cooperativo va a tomar toda área que se caiga. Sin las cooperativas este sistema fracasaría.


 

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