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REUNION SECRETA PARA REACTIVAR LAS INVESTIGACIONES DEL CASO AMIA
Una causa seca y “semivegetativa”

Un encuentro de ministros con legisladores de la Comisión Bicameral que sigue la marcha de la causa AMIA reconoció el estado catatónico de la investigación. A la Task Force se le ordenó empezar a trabajar desde cero.

Por Raúl Kollmann
t.gif (862 bytes)  Más allá de las declaraciones públicas, en la última reunión que mantuvo en privado el Gobierno –estuvieron los ministros Federico Storani y Ricardo Gil Lavedra y el viceministro Carlos Becerra– con la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Investigación de los atentados, se reconoció que “la causa AMIA está en estado semivegetativo” y que “la causa está seca”, según lo que dijeron textualmente Gil Lavedra y Becerra. Lo que se anunció en el encuentro es que el Poder Ejecutivo hará todos los esfuerzos necesarios para aportar más pruebas de cara al juicio oral, por lo cual se pondrá a funcionar –con dos meses de atraso– la llamada Task Force, un equipo especial integrado por las fuerzas de seguridad. Lo curioso es que las órdenes con las que trabajará ese equipo están en un escrito –al que accedió Página/12 en forma exclusiva– firmado por cinco fiscales y en el que prácticamente le dicen a la Task Force que debe investigar el atentado desde el principio, es decir desde cero. Por ejemplo le piden que averigüe dónde se armó la camioneta bomba o cómo se consiguieron los explosivos para el ataque. También le solicitan al equipo especial algunas medidas de investigación que debieron hacerse hace cinco años.
El encuentro entre los ministros y la Comisión se produjo el miércoles, pero buena parte de su contenido se mantuvo en secreto. Los integrantes del Gabinete dialogaron por primera vez con la Bicameral sobre la preocupación que existe por el inminente juicio oral. La postura del Gobierno es dar la batalla para conseguir más y mejores pruebas para afrontar las audiencias que, según los cálculos, empezarían antes de fin de año. En el banquillo de los acusados estarán el armador de autos truchos Carlos Telleldín, último poseedor de la Trafic que estalló frente a la AMIA, y un grupo de policías bonaerenses, encabezados por el ex poderoso comisario Juan José Ribelli, imputados como cómplices del atentado.
En principio, la idea era que la Task Force –integrada por dos departamentos de la SIDE, la Brigada Antiterrorista de la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la División Inteligencia del Servicio Penitenciario– se dedique a investigar las 60 causas paralelas del caso AMIA: entre otras, el fabuloso enriquecimiento de Ribelli, el caso de un testigo falso preparado para desviar la investigación, la participación del comerciante en autos Alejandro Monjo, la desaparición en la Policía Federal de casetes con desgrabaciones de escuchas de la causa y el resto de los expedientes que tienen un atraso notable. En esas causas paralelas se esperaba encontrar algún indicio adicional para el juicio oral, ya que quien intentó desviar la investigación, manejó dinero sin explicación o estuvo relacionado con la mafia de los autos, pudo tener que ver con el núcleo que organizó el atentado.
Lo cierto es que los hombres del Gobierno diagnosticaron una situación mucho más precaria de la esperada, al punto que utilizaron los calificativos de causa semivegetativa o causa seca para referirse a la pesquisa que encabezó el juez Juan José Galeano, supuestamente con la colaboración de las fuerzas de seguridad. Esto es lo que explica el carácter del escrito que firman los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia –que vienen trabajando en el caso desde el principio– y los fiscales asignados a la Task Force, Germán Bincaz, Pablo Rechini y Alberto Fohrig. Estos son algunos de los puntos que le piden que investigue el grupo especial.
El punto 1 es que se hagan pruebas para determinar el origen de la tierra que había dentro de la camioneta Trafic y que supuestamente se utilizó para direccionar la explosión. Parece más que ilógico que no se haya hecho en los seis años transcurridos desde el atentado, aunque algunos análisis se hicieron. Esto indica que a pesar del tiempo que yapasó no se completaron esos análisis y ahora se le piden a la Task Force. Para colmo se observa una contradicción: en la última pericia realizada por Galeano se determinó que no hubo tierra para direccionar la explosión.
El punto 2 es que se averigüe de dónde salieron los explosivos. Otra tarea de la investigación central, no de las causas paralelas. Se está reconociendo que sobre esto no hay nada averiguado en cinco años.
En el punto 5 se le indica al Equipo Especial que detecte dónde se armó la camioneta antes del atentado. Esto y esclarecer el ataque es prácticamente lo mismo. El juez Galeano y principalmente las fuerzas de seguridad nunca pudieron localizar la casa o el garaje donde se hizo el armado. No hay siquiera una pista sólida.
En el punto 6 se ordena investigar quiénes dejaron la camioneta en el estacionamiento Jet Parking tres días antes del atentado. Se cae de maduro que el que estacionó la camioneta era, como mínimo, parte del plan. En casi seis años no se pudo establecer esto, a pesar de que hubo indicios. Ahora se le pide al Equipo Especial.
En el punto 8 se pide averiguar la situación patrimonial de los miembros de la banda de Telleldín. Parece increíble que esto no se haya podido hacer hasta ahora.
En el punto 10 se le pide al Equipo Especial que determine si el ex comisario Juan José Ribelli tiene alguna causa penal. Este es un pedido insólito. Es casi un trámite burocrático que demuestra que las fuerzas de seguridad no hicieron nada de nada para investigar el caso AMIA.
Además de estos puntos hay otros en los que se pide investigar las conexiones entre los funcionarios argentinos e iraníes, las declaraciones de un testigo falso, Ramón Emilio Solari y dos datos claves que son fundamentales para el juicio oral: qué carrocería llevaba la Trafic cuando explotó y dónde se encuentra otra carrocería que fue la que originalmente tenía la camioneta cuando, pocos días antes del atentado, seguía en manos de Carlos Telleldín.
El escrito que enumera las órdenes iniciales para la Task Force es un reconocimiento de los agujeros que tiene la investigación, fundamentalmente porque fue catastrófica en sus dos primeros años. En la Casa Rosada y en la Justicia están alertados porque sostienen que el millonario Ribelli y los integrantes de su banda están preparándose con uñas y dientes para el juicio, coordinando esfuerzos, movilizando fondos y especialistas, para voltear las acusaciones. Como respuesta, el Gobierno y el Equipo Especial parecen haber emprendido una carrera contra reloj para ayudar a juntar más pruebas.

 

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