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Por Pedro Lipcovich Me parece que hay un error..., dijo César Rodríguez, con esa timidez que tienen los pobres delante de los doctores, pero en el Servicio de Obstetricia del Hospital Heras en Concordia, Entre Ríos le contestaron que no, que esa bebita era su hija. César y su mujer, María de los Angeles Salas, no se conformaron y fueron a los Tribunales: un análisis de ADN estableció que la chiquita no es hija de ellos. Todo indica que, por error, su hijo fue entregado a otra pareja, la de los verdaderos padres de la nena que los Rodríguez bautizaron Soledad. Esos padres recibirán esta semana la amarga novedad. Entretanto, los nenes han pasado ya diez meses con los papás equivocados, y los Rodríguez ahora tienen miedo de, en vez de recuperar a su hijo, perder a la nena con la que se han encariñado: temen que al vernos humildes, piensen que no somos buenos padres. En el parto, el lunes 16 de agosto de 1999, la doctora le había dicho a María de los Angeles que había nacido un varón pero después, cuando le entregaron el bebé, se trataba de una nena. De manera simétrica, otra mujer en la maternidad había comentado: Yo creí que había tenido una nena pero es un varón. Entonces ellos preguntaron, pero les dijeron que todo estaba bien. La llamaron Soledad Antonella. Al día siguiente, cuando César fue a pedir la constatación de nacimiento para anotarla en el Registro Civil, figuraba: Sexo: masculino. Insistió en que había un error y, después de hacerlo esperar un rato, le contestaron que sí, que el certificado estaba mal y le dieron otro con Sexo: femenino. Los Rodríguez no se dieron por conformes y fueron a la Defensoría de Pobres y Menores de Concordia, donde la abogada Patricia Pérez les sugirió hacer la denuncia ante el Juzgado de Instrucción Nº 1, a cargo de Martín Carbonell. El juez ordenó un análisis de ADN: con un 99,99 por ciento de probabilidad, el examen determinó que la nena no es hija de María de los Angeles. Ya con la certeza de que había habido un error, el juez Carbonell secuestró las historias clínicas de todas las mujeres que habían dado a luz ese día en el Heras, y tomó declaración a médicos y enfermeras. De la docena de partos de aquel lunes, tres se produjeron casi al mismo tiempo, alrededor de las 7 de la mañana: uno fue el de María de los Angeles Salas y otro el de la señora que se sorprendió cuando le entregaron un varón: ella será citada esta semana por el juez, quien pedirá una prueba de ADN. No es seguro que esta mamá acepte hacerle la prueba al nene: Si se niega, todo va a ser más difícil pero el juez va a ordenar el análisis de manera compulsiva, ya que el derecho del niño a su identidad tiene rango constitucional, adelantó a este diario una fuente próxima al juzgado. La misma fuente comentó que todo hace presumir que en el Hospital Heras hubo un error pero que no hubo dolo, intención de perjudicar. Ya que, tratándose de sustitución de identidad, el Código Penal no prevé la figura del delito culposo por negligencia, impericia o imprudencia, los responsables no serían procesados, aunque podrán merecer sanciones administrativas en el Hospital. Por otra parte es previsible que ambas familias entablen contra los responsables un juicio civil por daño moral. El obstetra Julián Rivas, que en ese momento ejercía la jefatura del Servicio de Obstetricia del Heras, reconoció para este diario que pudo haber un error en la entrega de los bebés. Allí, la rutina es tomar a los recién nacidos una impresión plantar; en la misma hoja se registra la huella digital de la madre; enseguida, se le pone al bebé una pulsera identificatoria. En ese momento no había pulseras, de modo que los identificábamos con cinta adhesiva; pudo haber una equivocación al escribir el nombre en la cinta, dijo Rivas, y señaló que el sistema de identificación no había fallado nunca. En rigor, si los bebés intercambiados hubieran sido del mismo sexo, los padres no habrían tenido motivo para sospechar un error. El actual director del Hospital Heras, Miguel Angel Nicola, destacó ante este diario que el servicio de Obstetricia siempre fue un orgullo delhospital: es el segundo de la provincia por la cantidad de partos, más de 3000 por año, y siempre funcionaron las precauciones para evitar robos de bebés. La doctora Patricia Ledo, quien dirigía la institución el año pasado, afirmó que en ningún momento quedó asentado un reclamo de los Rodríguez. Entretanto, el juez Carbonell solicitó al juzgado de menores de Concordia la intervención de sus psicólogos: El final previsible es que cada bebé vuelva con su familia biológica, pero no será fácil: lo mejor será que las familias se conozcan y se vayan adaptando de a poco, observó la fuente judicial. Mientras tanto, los Rodríguez todavía no encontraron a su hijo pero ya saben que Soledad Antonella, según las leyes de la biología, no es hija de ellos. Ante las cámaras de la tele local, María de los Angeles sólo pudo llorar en silencio mientras Mariana Rojas, hermana de César, decía: No queremos que se lleven a la nena porque es la primera hija y ellos están muy encariñados. Acá la cuidamos muy bien, aunque mi hermano está por ahora sin trabajo, dijo, con el temor de que otra familia la reclame porque, al vernos humildes, piensen que la nena no está bien.
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