Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Más que las ideas, los dividen los intereses


Por Raúl Dellatorre
t.gif (862 bytes)  La vuelta a los planes de ajuste divide aguas en el frente empresario. Por casi una década, el discurso privado estuvo hegemonizado por un bloque dominante, en el que no se diferenciaban el sector financiero, los grupos prebendarios de las privatizaciones y los holdings que se beneficiaban en mercados monopólicos y sin control del Estado. Las cosas empiezan a pintar diferente, cuando los grupos locales chocan con dificultades para acceder al crédito externo, se han visto desplazados de algunas asociaciones que explotaban servicios privatizados y ven depender buena parte de sus resultados del mercado interno. Con una orientación más desarrollista, constructores, ruralistas e industrialistas empiezan a nuclearse para confrontar políticas con los grupos económico financieros más liberal-ortodoxos.
“Están empezando a arder las brasas tapadas por las cenizas”, fue la gráfica descripción que hizo un directivo industrial sobre el debate abierto en el seno de la UIA. La central empresaria vive su propia crisis de identidad, con dirigentes desacreditados por su anterior vinculación con el menemismo y sectores empresarios que se alejan porque no sienten que la entidad defienda sus intereses.
Pocas entidades como la otrora poderosa Copal (Coordinadora de Productores de Alimentos) reflejan ese presente en forma tan marcada. Muchas de sus principales empresas fueron capturadas por grupos internacionales (Danone, Nabisco, Cadbury), que en su doble rol de fabricantes e importadores tienen poca vocación por pertenecer a una entidad de defensa de los intereses locales. En otros casos, como el de la Cámara de Procesadores Avícolas, directamente optaron por retirarse de Copal en repudio a una postura que no responde a sus urgencias. Alberto Alvarez Gaiani, presidente de Copal y vice de la UIA, sufre las consecuencias de su excesiva identificación con el ex presidente Carlos Menem en sus dos últimos años de mandato. Ahora carga con el peso de la crisis y no puede disimularlo: hace ocho semanas que no concurre a las reuniones de comité ejecutivo de la central empresaria.
La apuesta realizada por una franja de la dirigencia empresaria, buscando articular propuestas de políticas activas con la Cámara Argentina de la Construcción y Confederaciones Rurales Argentinas, apunta a recuperar un protagonismo para la central industrial que rápidamente se le va diluyendo. Por lo pronto, han conseguido abrir un debate en el que sus impulsores aseguran contar con el apoyo de todavía fuertes grupos industriales: Techint, SOCMA, Arcor y los laboratorios nacionales nucleados en CILFA, entre otros.
El agrupamiento con constructores y ruralistas es mal visto por los “ortodoxos” de la UIA. Con Diego Videla como mascarón de proa (hace ya un par de años dejó de ser empresario industrial para pasar a ocupar un sillón en el directorio del Banco de Galicia), esta franja promueve una alianza con la banca y los grupos económicos a cargo de los servicios privatizados, justamente sobre los que apunta sus dardos el ala industrialista. Esta propuesta tiene pocos pero poderosos respaldos en el seno de la UIA: petroleras, petroquímicas y automotrices. “Dejar todo tal como está”, podría ser la frase que resuma la propuesta política de este sector. O, en todo caso, profundizar las líneas de acción por si hiciera falta: más achique del Estado, más flexibilización laboral y menos déficit fiscal.
Más que de ideas, es un debate de intereses. Con un mercado interno deprimido, sectores altamente concentrados en grupos que son a la vez productores e importadores y una economía fuertemente volcada hacia el sector servicios (que también se ha concentrado), los grupos locales se enfrentan a las mismas debilidades –aunque con más espaldas– que la pequeña y mediana empresa. Ello los alinea de un mismo lado del mostrador. Del otro lado, los grupos financieros y el capital concentrado siguen siendo los beneficiarios del actual modelo. Unos y otros confían en hacerpesar su influencia sobre el actual equipo económico. Hasta ahora, los últimos tienen la cancha inclinada a su favor. Los primeros, en cambio, sienten que el contexto ahora los favorece para iniciar de vuelta el partido.

 

LOS CRITICOS TAMBIEN SUMAN A SECTORES DE LA ALIANZA
A pelear antes que sea tarde

Por David Cufré
Los alineamientos en torno de la política económica cruzan al Gobierno y al sector empresario. Existen tres grupos definidos en una puja que empieza a ser cada vez más abierta. Por un lado, está el ala ortodoxa, que hasta el momento logró imponer sus programas y tiene llegada directa a Fernando de la Rúa. Un segundo grupo plantea objeciones a las medidas adoptadas por el equipo económico, pero lo respalda con el argumento de que, si se presiona a José Luis Machinea hasta poner en riesgo su estabilidad en el cargo, el reemplazante sería un miembro del núcleo ortodoxo, como Fernando de Santibañes, Ricardo López Murphy o Adalberto Rodríguez Giavarini. El tercer sector, en formación pero con bases amplias, es el que se va animando a confrontar abiertamente con la estrategia económica oficial. Empresarios, funcionarios del Gobierno y legisladores ocupan casilleros en estos lugares y se asocian para defender sus posiciones.
La reaparición del Grupo Productivo, con un plan de acción para reactivar el mercado interno y poner límites al establishment financiero, es la primera acción coordinada del último de aquellos sectores. La Unión Industrial, Confederaciones Rurales Argentinas y la Cámara de la Construcción intentan levantar la cabeza luego de seis meses en que soportaron en silencio las políticas de ajuste, y retoman el discurso productivista que habían enarbolado con fuerza en la última etapa del gobierno menemista.
Sin plantear la salida de Machinea, pero dispuestos a discutir sus políticas públicamente, aquel grupo es respaldado por dirigentes del Frepaso y radicales. Algunos de ellos son los legisladores Leopoldo Moreau, Elisa Carrió, Alicia Castro, Alfredo Bravo, Jorge Rivas, Enrique Martínez y Marcela Bordenave. Acompañan a este nucleamiento economistas como Roberto Frenkel, Mario Damil, José María Fanelli, Alberto Sánchez, Manuel Herrera y el presidente del INTA, Guillermo Moore de la Serna. Desde el lado empresario, también se ubican en la línea confrontativa las distintas cámaras de pequeñas y medianas empresas y otras entidades ligadas a la producción y el mercado interno.
El segundo grupo lo constituye el 90 por ciento de los bloques de diputados y senadores de la Alianza. En lo ideológico comparten los planteos del Grupo Productivo y de los dirigentes políticos de la coalición que discrepan en público con el Gobierno, pero su estrategia de acción es diferente. En Diputados, hombres como Jesús Rodríguez y Raúl Baglini operan en favor de Machinea para sostenerlo en el cargo. Aunque les disguste acompañar las medidas de ajuste, entienden que si le sacan el cuerpo al ministro de Economía, será aplastado por la presión del ala ortodoxa y reemplazado por uno de sus integrantes.
En esa línea se encuentran figuras de peso en el Congreso como Darío Alessandro, Horacio Pernasetti, Juan Carlos Passo y el presidente del bloque en el Senado, José Genoud. Una abrumadora mayoría de legisladores comparte el alineamiento. Su idea es discutir hacia adentro con Machinea, para convencerlo de que cambie el rumbo de la ortodoxia y generar políticas de contrapeso al establishment. Raúl Alfonsín eligió ubicarse dentro de este arco, y Chacho Alvarez trabaja en sostener a Machinea, fortalecer la figura de De la Rúa y disciplinar a su propia tropa, lo que suele dejarlo pegado al tercer sector.
Este último grupo es monolítico. Desde el gobierno lo integran Fernando de Santibañes, Ricardo López Murphy, Juan José Llach y Adalberto Rodríguez Giavarini. Además de disfrutar de llegada directa a De la Rúa, este sector está asociado con los representantes de las finanzas, las empresas de servicios públicos privatizadas y los organismos multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial. Hasta el momento, sus opositores más reconocidos públicamente fueron los sindicalistas. Ahora empiezan a organizarse otros actores, y la primera muestra la da el Grupo Productivo.

 

PRINCIPAL