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LA INDUSTRIA RECLAMARA POLITICAS ACTIVAS PARA SALIR DE LA RECESION
Industrial se ofrece para guiar el “Titanic”

La UIA presentará esta semana su propuesta para salir de la recesión. El golpe de timón propuesto ya provocó divisiones en el frente empresario, pero también realineamientos en el oficialismo. En respuesta al ala más ortodoxa del Gobierno, advierte que por el camino del ajuste �la crisis económica devendrá en crisis social y ambas llevarán a una crisis política�.


Por Maximiliano Montenegro

La Unión Industrial Argentina (UIA) hará pública esta semana una propuesta para salir de la recesión que promete dividir las aguas –ya revueltas– dentro del propio oficialismo, inquieto por el creciente descontento que despertó el último ajuste. “Medidas de coyuntura para reactivar la economía”, se titula el documento –al que accedió Página/12– que el jueves la UIA aprobará en una reunión extraordinaria con representantes de todo el país y que el viernes será tratado por el Grupo Productivo, integrado también los empresarios de la construcción y la CRA (Confederaciones Rurales Argentinas). Parte de un diagnóstico oscuro: todavía no se salió de la recesión y de no tomarse medidas para reactivar el mercado interno “la crisis económica devendrá en social y ambas llevarán a una crisis política”. Entre las propuestas se cuenta aumentar las cargas sociales a empresas privatizadas, supermercados y otras grandes empresas de servicios, otorgando con los fondos “un ingreso mensual para los jefes de familia desocupados”, lo cual permitiría “dinamizar el consumo de bienes de la canasta familiar”. Otras medidas son una prórroga generalizada de 90 a 120 días en el plazo de vencimiento de las facturas de servicios públicos y la postergación por 60 días de la moratoria impositiva que vence el próximo lunes.
El documento avivará la interna del poder económico, porque también critica duramente a los banqueros, que “no cumplen adecuadamente su rol básico de proveer financiamiento a empresas e individuos” y se manejan con niveles de ganancias “de los más altos del mundo”. En base a un diagnóstico cercano al de la UIA, importantes dirigentes de la Alianza empezaron a debatir cómo posicionar ante la sociedad una estrategia económica que desplace el ajuste fiscal como único eje de la política oficial. Y en los próximos días el bloque de legisladores oficialista promete avanzar con un “Plan de Desarrollo Regional”, que –como adelantó el suplemento Cash del domingo último– prevé una batería de incentivos fiscales para la radicación de inversiones en las provincias (ver aparte). El martes último, el Comité Ejecutivo de la Unión Industrial resolvió convocar para el jueves próximo una reunión de la Junta Directiva de la entidad que, además de los miembros del Comité, reúne a representantes sectoriales y del interior del país. Allí, se descuenta, se aprobará el documento que al día siguiente será puesto en consideración del Grupo Productivo, compuesto por industriales, constructores y ruralistas.
La propuesta, de cinco carillas, va acompañada por un anexo, de otras cinco, que fija posición respecto de diversos aspectos de la situación económica, social y política del país. La idea esencial es que de la recesión no se sale por el camino exclusivo del ajuste fiscal que –en la versión del ministro José Luis Machinea– mejorará la confianza de los inversores en la Argentina, induciendo a una baja del riesgo país, estimulando la entrada de capitales y poniendo a disposición de individuos y empresas financiamiento barato para consumo e inversión.
En la versión UIA, “en el marco de las restricciones fiscales existentes”, es necesario tomar medidas de estímulo del consumo y la inversión, “para reactivar la economía, generar empleo y mejorar las cuentas públicas”, porque de otro modo la recesión se prolongaría y la crisis social se extendería.
Más aún, la visión es tan claramente diferente de la que defiende el ala más ortodoxa del Gobierno, representada por el influyente jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes, que el documento le reserva –obviamente sin mencionarlo– expresamente un párrafo. Es cuando se refiere a “las economías regionales e integración nacional”. Como se recordará, De Santibañes dijo semanas atrás que debía profundizarse el ajuste y que en los Estados provinciales “sobra gente”, lo cual le valió no sólo el reto presidencial sino también la condena de toda el ala política de la Alianza. El documento de la UIA dice textualmente: “si por una falsa racionalidad económica no se instrumentaran políticas que tiendan a undesarrollo integral y eficiente de este potencial, y se abandonan éstas a su suerte, la crisis económica devendrá en crisis social y ambas llevarán a una crisis política”. Y remata: “El exceso de personal (en las administraciones públicas provinciales) sólo será posible disminuirlo dentro de una política de reactivación y desarrollo”.
El titular de la UIA, Osvaldo Rial, y su secretario, Ignacio de Mendiguren, son las caras visibles de la propuesta. Pero cuentan con el visto bueno de poderosos grupos locales tanto de la industria como de la construcción, entre los que se destaca Techint. El grupo de los Rocca, a través de la activa participación de Eduardo Baglieto y Sergio Einaudi, fogoneó la iniciativa dentro de la Unión Industrial y el Grupo Productivo. Y el propio Roberto Rocca habría bendecido la creación de este último nucleamiento, que significó abrir una zanja en el seno del poder económico que se presentó como interlocutor del Gobierno en la última década, al disolver el antiguo Grupo de los Ocho, que también integraban los banqueros.
En ese quiebre en la cúpula empresarial es notoria la división de industriales, constructores y parte de los ruralistas por un lado, y bancos, empresas privatizadas y grandes holdings de servicios de la nueva economía (desde hipermercados y AFJP hasta fondos de inversión) por el otro. Mientras los primeros promueven políticas promercado interno, reactivantes de la obra pública y del consumo, los segundo adhieren a la fórmula ortodoxa, que hoy sigue Machinea, de cuidar la solvencia fiscal como prioridad absoluta.
Entre el paquete de medidas que presentará la UIA para salir de la recesión se destacan las siguientes:
“Aumentar las cargas sociales de los sectores de servicios (excluidas las PyMEs)”. En esta categoría quedan incluidos las privatizadas, supermercados, bancos, supermercados y grandes empresas de servicios en general. Se calcula que el Estado podría recaudar por esta vía más de 1000 millones de pesos al año, con los cuales –se sugiere– “debe establecerse, por un período transitorio, un ingreso mensual para los jefes de familia desocupados, como manera de asegurarles un nivel básico de subsistencia y dinamizar el consumo de bienes de la canasta familiar”.
“Establecer una prórroga de 90 a 120 días en el plazo de las fechas de vencimiento de las facturas de empresas de servicios públicos (teléfonos, gas, electricidad, agua)”. No sería un jubileo sino que se propone, simultáneamente, que en este plazo se financie a los morosos a una tasa especial, conseguida gracias a una reducción de los encajes bancarios por parte del Banco Central.
“Postergar por 60 días el vencimiento de la moratoria impositiva y previsional” que vence el lunes próximo.
“Inducir la aplicación de los fondos de las AFJP a las inversiones productivas. Eliminar la posibilidad de que se inviertan los fondos en el exterior”.
“Solicitar a Brasil la eliminación inmediata de todos los subsidios que Brasil aún mantiene para sus exportaciones al bloque regional”.
“Implementar un plan federal de infraestructura económico-social. Ampliar la red vial provincial. Ampliar la capacidad prestables del Fondo Fiduciario Federal de Infraestructura Regional”. Estas políticas, de estímulo a la construcción, habrían sido acordadas con las cámaras del sector y terminarían por asegurar el aval de todo el Grupo Productivo a la propuesta.

CLAVES

La UIA presentará una propuesta para salir de la recesión que dividirá las aguas tanto en el seno del poder económico como del gobierno.
Parte de un diagnóstico oscuro: todavía no se salió de la recesión y de no tomarse medidas para reactivar el mercado interno, “la crisis económica devendrá en social y que ambas llevarán a una crisis política”.
Entre las propuestas se cuenta aumentar las cargas sociales a empresas privatizadas, bancos e hipermercados, otorgando con los fondos “un ingreso mensual para los jefes de familia desocupados”.
Otra medida es una prórroga generalizada de 90 a 120 días en el plazo de vencimiento de las facturas de servicios públicos.
En el quiebre de la cúpula empresarial es notoria la división de industriales, constructores y parte de los ruralistas por un lado, y bancos, privatizadas y grandes holdings de servicios por el otro.
El bloque de legisladores oficialistas promete avanzar con un “Plan de Desarrollo Regional”, que prevé una batería de incentivos fiscales para la radicación de inversiones en las provincias.


DEBORA GIORGI, SECRETARIA DE INDUSTRIA
“Ya hay equipos trabajando”

Por Claudio Scaletta
“Estamos discutiendo el Plan de Desarrollo Regional” propuesto por los diputados Horacio Parnasetti y Beatriz Nofal, reconoció a Página/12 la secretaria de Industria, Débora Giorgi, quien prefirió no pronunciarse acerca de las opciones más ortodoxas elegidas por el equipo económico. El plan de los diputados aliancistas insumiría al fisco 700 millones. Si ese es el costo, “entonces no se va a hacer”, había declarado a este diario el jefe de asesores del ministro de Economía, Pablo Gerchunoff.
–¿Cuál es su opinión sobre el conjunto de políticas activas que propone el Grupo Productivo?
–En principio, aunque todavía no existe un documento definitivo, son las mismas que integraban la agenda que Osvaldo Rial (presidente de la Unión Industrial Argentina) nos presentó hace un mes y sobre la cual ya tenemos equipos trabajando.
–¿Cuál es, entonces, el plan de la Secretaría de Industria?
–Yo preferiría no hablar de un plan de la Secretaría. Lo que hay es un desvelo permanente del equipo económico por medidas que incentiven al sector real de la economía, que tengan efectos reactivantes y que generen empleo.
–¿Cuáles son esas medidas?
–Lo primero en lo que tenemos que perseverar es en el mantenimiento de la solvencia fiscal. Dentro de ese contexto, apuntamos a las áreas de pymes y de programación regional. Con los diputados de la Alianza estamos discutiendo una propuesta que es el “Plan de Desarrollo Regional”. Esencialmente consiste en beneficios sobre cargas sociales, exención de aranceles para bienes de capital, financiamiento del IVA y dinero para repartir entre las provincias de acuerdo con índices de necesidad. El objetivo es ayudar a la recuperación de las economías regionales. Aunque todavía no hayan sido formalizadas, es probable que contemplemos algunas de las propuestas del Grupo Productivo.
–Los diputados de la Alianza no parecen estar muy contentos con la opción de política económica más ortodoxa elegida por el equipo económico. ¿Cuál es su percepción?
–Eso se lo tiene que preguntar al ministro de Economía. Yo trabajo en los temas que él plantea. Además, yo no he estado con los diputados, sólo con dos asesores del titular del interbloque radical, Horacio Parnasetti.
–¿A qué atribuye, entonces, los rumores sobre su renuncia o del desplazamiento del secretario de la Pyme, Guillermo Rozenwurcel?
–No sé de dónde salen esas versiones. Yo trabajo en un equipo sólido que responde a directivas claras.
–Las automotrices no parecen muy contentas con su gestión. Se quejan por la eliminación del Plan Canje y del proyecto del Auto de Baja Contaminación.
–Mantengo reuniones habituales con las automotrices y jamás percibí ningún descontento. Me presentan propuestas. Me visitan. Actualmente estamos analizando la posibilidad de exportar vehículos a México con un régimen muy similar al que emplea Brasil. Tampoco creo que puedan estar disgustados por la eliminación del Plan Canje, pues fue una medida consensuada con las terminales. La prueba es que todavía existen 130 mil bonos del Plan que no se han destinado a la adquisición de unidades cero kilómetro. En cuanto al ABC, que iba a contrapelo de la política regional porque era un auto solamente para el mercado interno, había nueve terminales en contra. Decían que el proyecto era discriminatorio.

 

 

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