Hoy podría quebrarse la coalición de gobierno israelí. Mientras, Beirut y la ONU discuten si Israel cumplió su retirada del sur del Líbano. |
Hoy, el premier laborista de Israel Ehud Barak y su estrategia de paz múltiple tienen un día agitado. A nivel interno, Barak podría enfrentar el quiebre de su coalición de gobierno con la renuncia anunciada de los ministros del Shas, el partido ultraortodoxo que condicionó su continuidad al cumplimiento de una extorsiva demanda económica para sostener su red de escuelas. En el frente internacional, el foco sigue en el Líbano y en el desgastante tire y afloje con los palestinos. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, llegó ayer a Beirut, y hoy se reunirá con el jefe del Hezbollah autoridad de facto, apoyada por Siria, en el sur del país desde el repliegue forzoso israelí el 24 de mayo, Hassan Nasralá, para analizar las denuncias de las autoridades libanesas sobre lo que aseguran es una retirada incompleta. Y con los palestinos, el único diálogo que avanza es el de las amenazas cruzadas. El domingo, el jefe de Estado Mayor de Israel, general Shaul Mofaz, advirtió que su país podría usar armamento pesado para contener eventuales revueltas palestinas. Ayer, el ministro de Justicia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Meddein, lanzó una contraamenaza: Hemos sacrificado más de 100.000 mártires durante los últimos 60 años y estamos dispuestos a sacrificar 5000 más. El jefe de la seguridad palestina en Cisjordania, Jibril Rajub, lo respaldó asegurando que los palestinos no vamos a levantar banderas blancas delante de los tanques israelíes. El cruce de palabras se dio al mismo tiempo que el líder de la ANP, Yasser Arafat, reiteraba que los palestinos no renunciaremos ni a un milímetro de la tierra de Jerusalén, y que el ministro israelí de Seguridad Interior, Shlomo Ben Ami, le respondía que Jerusalén seguirá unificada. Ayer, casi 20.000 colonos israelíes reclamaron frente al Knesset (parlamento israelí) que se ponga fin a la transferencia de las tierras en que viven a manos palestinas. En ese sentido, el diario Jerusalem Post informó que Israel finalmente entregaría este viernes a la ANP el control total de los pueblos de Abu Dis y Asaria, en el este de Jerusalén. La entrega, aprobada por el Knesset, fue aplazada semanas atrás por Barak ante nuevos incidentes armados en Cisjordania, pero ahora se aceleraría para calmar la atmósfera antes de la llegada a la región de la secretaria de Estado, Madeleine Albright. Otro pequeño paño frío de Israel fue la liberación de tres prisioneros palestinos acusados por crímenes contra ciudadanos israelíes. Algo que la ANP no consideró significativo en vista de que los prisioneros reclamados son 250. En el Líbano, oficiales de las Naciones Unidas ya iniciaron el trabajo de verificación del repliegue israelí en el sur del país. A pesar de que Kofi Annan confirmó esa retirada, Beirut sigue sosteniendo que Israel violó la frontera y volvió a ocupar 13 lugares abandonados en mayo. El primer ministro libanés, Selim Hoss, exigió ayer a la Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (FINUL) que Israel respete inmediatamente la frontera. Annan, después de reunirse con el presidente egipcio Hosni Mubarak en El Cairo, instó al primer israelí a que las tropas israelíes se mantengan en la frontera porque no queremos ninguna violación. En su país, Barak no tiene menos problemas. Si los anuncios del Shas se cumplen, el premier laborista se quedaría sin los 17 diputados que le daban mayoría en el parlamento, y quedaría imposibilitado para sacar adelante la votación de un eventual acuerdo marco con los palestinos. Los ministros del Shas presentarán sus cartas de dimisión, afirmó ayer el jefe del partido y ministro de Trabajo, Eli Yishai. Sin embargo, hay algunas luces en el camino. El supuesto acuerdo entre Barak y el Shas en relación con el desembolso de casi 6 millones de dólares para reducir el déficit de la red escolar del Shas y la creación de una ley para regularizar las emisoras de radio del partido parece seguir adelante. El Shas habría exigido además que el control de la red escolar deje de estar en manos del ministro de Educación, Yossi Sarid, jefe del partido laico Meretz. Aparentemente, la estrategia de chantaje electoral del Shas yaempezó a dar resultados. Ayer, el Meretz se declaró dispuesto a dejar la coalición de gobierno para facilitar la solución a la crisis.
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