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�La mayor parte de las cosas que yo digo... son boludeces�

Juan Di Natale elabora el duelo por el final de �C.Q.C� abocándose a full a la conducción de �Day Tripper�, su programa radial vespertino.

Por Mariano Blejman
t.gif (862 bytes)  En 1991, el joven Juan Di Natale era docente en una cátedra universitaria, prolongación de sus propios estudios superiores, y coordinaba un taller de radio en una escuela de Martínez. En ese momento, un poco sin buscarlo, fue que comenzó a hacer notas en la calle para “La TV ataca”. Un año después fue llevado a la radio, cuando todavía no tenía canas. Entró en la Rock & Pop, en el programa de Mario Pergolini, con su coequiper televisivo Leo Fernández cuando “La TV ataca” pasaba por su mejor momento. El programa de radio se llamaba “Podría ser peor” y Di Natale todavía curtía ese personaje como de película muda, especie de hijo putativo del Les Luthiers Carlos López Puccio: un tipo no del todo ubicado en una realidad que lo desborda, que, entonces, elige reírse de ella.
Con el tiempo Di Natale fue adquiriendo mañas mediáticas, mientras iba perdiendo color en el pelo. Un año después, mientras la televisión lo mimaba como notero estrella, antes de pegarle un voleo, comenzó el ciclo “Se nos viene la noche”, siempre por FM Rock & Pop. Desde entonces no paró de trabajar en radio. Hoy, con el fin de “Caiga Quien Caiga” –en que hizo de notero y coconductor– bien asumido, y el fracaso de otro proyecto televisivo que iba a involucrarlo, bajo el nombre de “Trip”, Di Natale está refugiado en “Day Tripper”, de lunes a viernes, de 13 a 17. “En nuestro programa hay una deriva constante y mucha improvisación, pero si me dicen que debo dejar de trabajar en radio sentiría un gran escalofrío”, dice en una entrevista con Página/12.
–¿Qué implica para usted hacer radio todos los días?
–Es una especie de lucha contra la rutina. Pero con la rutina uno gana en experiencia y la radio permite resolver situaciones espontáneas o cosas que uno hace sin darse cuenta cómo. Uno tiene que darse cuenta de cuándo empieza a aburrirte para no aburrir a los demás. Trabajar todos los días implica que hay mucha gente escuchándote todos los días.
–¿Por qué hace radio?
–Me gusta la posibilidad de hacer muchas cosas con pocos recursos. Obviamente necesito gente. No me resulta interesante sostener un programa sobre mi propia sanata. Cuando estoy solo, me gusta manejar climas en la radio y jugar la con gente que es lo que hacemos en “Day Tripper”.
–Eduardo de la Puente dice que la radio funciona si hay “boludos hablando boludeces”.
–Seguramente la mayor parte de las cosas que digo... son boludeces. Es un buen título ¿no? En general trato de que el programa no se sostenga sobre eso. Por lo general trato de que sea un servicio. Es difícil en una radio mainstream que, además, está tan imbrincada con la industria discográfica.
–Y en ese contexto, ¿cuál es el papel de la ironía?
–La ironía también es lo que te permite moverte en el medio sin quedar completamente absorbido. Es lo que me permite, tal vez, establecer cierta distancia con respecto al lugar en el que estoy, para no convertirme en una especie de parlante de la maquinaria de la industria del entretenimiento. Trato de no hacer tele en la radio. De no hacer burla e ironía constante, pero tampoco me gusta ser políticamente correcto, pero hay momentos y maneras de hablar en serio también.
–Desde 1992 hasta ahora, ¿qué cambió en su vida?
–Definitivamente, los medios me cambiaron la vida. Yo vivo cuatro horas al aire todos los días. Recuerdo que cuando se separó Rock & Pop con Radio Buenos Aires, por unos días no tuve radio y la sensación fue horrible. Era como tener una mordaza en la boca, como un síndrome de abstinencia.
–¿Lo ayuda ser una cara conocida?
–Por supuesto. De todas maneras creo que es un fenómeno de los últimos diez años. Cuando empezamos a trabajar en Rock & Pop, no era lo más frecuente que gente conocida de la televisión pasara a la radio. Era al revés. Cuando yo era chico eso pasó con Bety Elizalde, a quien nadie leconocía la cara y apareció en tele. Pasó un tiempo antes de que se conociera la cara de Mario. Después la gente de las radios se empezó a dar cuenta de que podía explotar el reconocimiento de una cara para usar esas figuras en la radio. Una cara bonita no garantiza hablar bien por radio. La televisión, en cambio, parece que legitima que alguien con lindos ojos pueda escribir en un diario.
–¿Se puede hacer periodismo independiente desde el centro del negocio?
–El camino con los medios independientes es muy complicado y lo sé porque soy socio de una revista independiente, Los Inrokuptibles, a la que le cuesta competir. El camino independiente es cada vez más tortuoso y no me parece agradable. Pero ¿qué podemos hacer? Tenemos dos opciones: retirarnos y trabajar en otra cosa o tratar de hacer las cosas lo mejor posible, desde adentro. Mi idea era hacer un espacio independiente a partir de lo que había generado trabajando para otros. No sabía que era tan difícil. En la radio pasa más o menos lo mismo. Sin embargo, yo no elogio al aire aquello que personalmente no me gusta de los negocios de la empresa. Claro que tampoco lo critico abiertamente. En estos casos... informo.

 

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