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Para los peritos, el incendiario del cepo �no controló sus actos�

Un tribunal juzga desde ayer al joven que prendió fuego a un policía y a una garita del STO por una multa considerada injusta.

Matías Irigoyen tuvo un día de furia el 13 de abril de 1999.
Está acusado de delitos con hasta diez años de prisión.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Matías Irigoyen es un prolijo muchacho de clase media que escucha desde el rincón del acusado a los testigos de su furia del 13 de abril del �99 con la seriedad del que teme la cárcel, porque la ha padecido. Ellos son los otros protagonistas de aquella noche cuando con el bidón con el que pretendía ponerle nafta a su auto �al que la grúa había llevado a las oficinas de STO� y cuando se hartó de pedir que se lo devolvieran sin pagar los 56 pesos que le exigían, prendió fuego el lugar, a un policía y a uno de los coches estacionados en la playa. Así, en menos de cinco minutos, el plácido chico de Floresta pasó a ser el famoso incendiario del cepo y quedó a caballo entre la Justicia que lo encarceló durante tres meses y la simpatía de los automovilistas porteños que lo pusieron en el sitial de los héroes. Ayer, el Tribunal en lo Criminal Oral Nº 18 comenzó a juzgarlo por delitos que podrían dejarlo diez años preso. Y mientras el policía quemado lo comprometió, la opinión de la psicóloga y el psiquiatra forense podría beneficiarlo. �Si bien tuvo conocimiento de sus actos, no pudo controlarlos. Existe la posibilidad de que haya sufrido un estado emocional intenso�, opinaron. 
Vestido de traje verde recién estrenado y corbata de flores, Irigoyen, el hijo de una familia de Floresta de padres profesionales, de 26 años, prefirió no declarar ante los jueces Armando Chamot, Estela Cárcamo y María Camiña. Por eso se leyó su declaración en primera instancia, la que hizo ante la jueza Cristina Bértola, que ordenó que fuera a prisión a la cárcel de Devoto el 22 de abril del �99. En ella, Irigoyen asegura que sólo recuerda lo que pasó hasta el momento en que comenzó a discutir con los empleados del Sistema de Tránsito Ordenado, en la cabina de la empresa de cepos, en Pueyrredón y Figueroa Alcorta, frente al Predio Municipal de Exposiciones. Dijo que recuperó la conciencia cuando en su casa se dio cuenta de que olía a nafta y que recién supo lo que había hecho cuando al día siguiente, sentado en un bar, vio por televisión el escenario de los hechos y su auto.
La historia de Matías, quien al comienzo fue buscado por la policía como �Cristian, el incendiario�, estuvo llena de esas tragedias que conducen a un hombre al punto límite de su razón. En aquellos días, su padre peleaba inútilmente contra un cáncer que lo mantenía internado en un sanatorio. Su madre tenía graves problemas económicos. Hacía 20 días se había peleado por primera vez con su hermano mayor porque no enfrentaba la mala época. En enero lo había dejado su novia Andrea, con la que se iba a casar. 
El día del incidente, eran las diez de la noche cuando, yendo a la casa de un cliente del negocio de ropa que tiene la familia para cobrar una deuda de 200 pesos y pagarle el sueldo a una empleada pendiente hacía más de dos semanas, se quedó sin nafta en la calle Libertad. En un garaje no lo dejaron estacionar. Colocó un cartel y se fue en el 109 a buscar plata a Floresta. Tardó demasiado. Cuando volvió, el Sierra ya no estaba. En esas condiciones, llegó a la cabina de los fuegos. La psicóloga María Eugenia Juárez dijo ayer ante el tribunal que Irigoyen experimentó �fallas en el control de los impulsos�. El psiquiatra forense Juan Carlos Berdussi habló de la �posibilidad de un estado emocional intenso�.
Lo ocurrido allí lo contaron, con matices y contradicciones, quienes fueron víctimas de su furia. Primero Ernesto Solano, el que le llevó el coche. Luego, Enrique Lousteau, el policía que fue quemado en su mano al intentar detenerlo y quien ante un ofrecimiento económico extrajudicial desistió de ser querellante. Después, Sergio Ruiz, el cajero con el que comenzó la discusión. Hacia el final, el oficial de la Federal, Carlos Barreito, a quien le incendió su Duna estacionado. Y la cajera Graciela Peloso. Los testigos no se pusieron de acuerdo en que si Irigoyen estaba exaltado o prendió fuego el mostrador, la alfombra, el policía y el auto con la displicencia de un psychokiller. Ni sobre quién apagó el fuego. Sí coincidieron en que ante tamaña reacción tuvieron miedo, a pesar de que es habitual que las personas cuyos autos fueron acarreados se exalten. �Discusiones se ven, hasta patean y golpean puertas, yo tuve que detener a dos personas por daños�, contó el oficial Barreito. �Hay casos de personas enojadas y hasta rompieron parte de las instalaciones. A nadie le divierte que le lleven el coche con la grúa�, opinó el oficial de las heridas.

 


 

ESTUDIAN CREAR UN CARNET PARA GENTE SIN COBERTURA
Un pasaporte al sistema de salud

El Gobierno estudia la posibilidad de entregar un �carnet sanitario� a las personas que carecen de cobertura médica, con la intención de garantizar a todos el acceso al sistema asistencial. Así lo reveló ayer el secretario de Políticas y Regulación Sanitaria, Héctor Moguilevsky, en el marco del Tercer Congreso Argentino de Salud, organizado por la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (ACAMI). El presidente de la entidad, Rodolfo González, propuso, en tanto, la creación de un �modelo gerenciado de salud�, que incluye la entrega a la gente sin ocupación o subocupada de un cheque que permita la libre elección del prestador.
En la inauguración del encuentro, el ministro de Salud, Héctor Lombardo, ratificó la decisión de desregular el sistema de salud el año próximo �para garantizar equidad para las 11 millones de personas que carecen de cobertura�. �Hay que reconocer la crisis, nos debe avergonzar que somos el tercer país de América Latina en gastos y estamos muy atrás en los resultados obtenidos�, admitió Lombardo.
Moguilevsky, por su parte, precisó que se está �en conversaciones� con el Banco Mundial �para proveer cobertura a la gente que carece de ella�. Además, reveló que se llevan a cabo �estudios de financiamiento� en varias provincias para determinar �cuánto nos saldría� dar el carnet sanitario a quienes no tienen cobertura, a fin de que puedan ingresar al sistema de la seguridad social con libre opción de prestador�.
El congreso que se lleva a cabo hasta hoy en un hotel de Puerto Madero es uno de los más importantes del año en materia sanitaria y en él se discuten las regulaciones del sistema de salud y su financiamiento. ACAMI es una entidad que nuclea a instituciones como la Fundación OSDE, la Fundación Favaloro, los hospitales Alemán, Británico, Italiano, San Juan de Dios, y el sanatorio Mater Dei, entre otras.
Ayer, el presidente de la asociación, Rodolfo González propuso la creación de �un modelo gerenciado de salud, con una base solidaria y de eficiencia, con un trabajo de equipo que se hará con los más destacados profesionales de la Argentina�. El modelo propuesto, �además de ser un marco regulatorio para todos los actores del sistema, prevé que el hospital público sea un hospital gerenciado con técnicas modernas, un protagonista más de los efectores de salud pública�.
Al explicar su iniciativa, González detalló que la idea es que �el Estado entregue a cada usuario un cheque de salud por una cifra a determinarse, que signifique el importe total de la cuota correspondiente al servicio social elegido por los habitantes que se encuentren sin ocupación para que puedan atenderse en cualquier institución sin que nadie le pregunte si tiene dinero o no�.

 

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