Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
Como ocurrió en 1998 con Karla Tucker, cuya ejecución también en Texas inflamó el debate sobre la pena de muerte, la ejecución de Gary Lee Graham pasó a convertirse en Estados Unidos en otro hito significativo para el movimiento contra este castigo caracterizado por los organismos de derechos humanos como �cruel, inhumano y degradante�. Dos semanas después de que la Corte Suprema anulara la condena a muerte del argentino Víctor Saldaño por considerar que se basó en un juicio �racista�, Graham pronunció antes de la inyección letal un conmocionante alegato: �Soy un hombre negro inocente que hoy están asesinando. Lo que está pasando aquí es una atrocidad. Muero luchando por lo que he creído. La verdad saldrá a la luz. Me están matando, me están asesinando�, afirmó furiosa y atropelladamente. Cuando lo declararon muerto, Graham todavía tenía un ojo parcialmente abierto que miraba hacia los testigos de su ejecución.
Gary Lee Graham, condenado a la pena capital, no entró mansamente en la muerte. En la noche del jueves, Graham, un hombre negro de 36 años acusado de asesinato, se resistió vigorosa y desesperadamente, hasta el punto de destrozar su uniforme de reo en la lucha con los carceleros.
El caso Graham dividió no sólo a la opinión pública sino también a la Justicia. La Corte Suprema se pronunció a último minuto en favor de la ejecución por cinco votos contra cuatro. Y previamente, 5 de los 18 miembros del Comité de Perdones de Texas se habían manifestado en contra de la ejecución.
Concitó además el interés y la simpatía hacia el condenado de líderes políticos como los reverendos Jesse Jackson y Al Sharpton, y de celebridades como Bianca Jagger, ex esposa del rolling stone Mick Jagger y actual activista de Amnesty International. Estas tres personalidades presenciaron la muerte de Graham, como testigos en su favor. Consumada la ejecución, Jagger dejó el recinto llorando inconteniblemente.
Al acercarse la hora de la aplicación del castigo, la enorme multitud de manifestantes en contra de la ejecución que se había reunido en las afueras de la prisión Huntsville Walls Unit, comenzó a corear el �¡No matarás! ¡No matarás!� del quinto mandamiento del judeocristianismo.
Cuando los testigos aparecieron en la puerta de la prisión, algo después de las 21, seguidos por oficiales de justicia con bastones y cascos, que parecían preparados para la represión, la multitud hizo un dramático silencio. Pero duró poco. Encarando a los funcionarios, la muchedumbre comenzó a gritar �Shaka (nombre adoptado por Graham) era inocente� y �Shaka vivirá�. Uno de los activistas quemó una efigie del gobernador Bush y vociferó: �Muere, muere, muere�. Para el hijo del ex mandatario y candidato presidencial de hecho por el partido republicano, ésta es la ejecución 135 que autoriza desde que asumió la gobernación de Texas.
Graham fue sentenciado a muerte por haber asesinado a un hombre, Bobby Lambert, en la playa de estacionamiento de un supermercado. La condena se basó en la declaración de sólo una testigo, una empleada del supermercado, que identificó a Graham como el autor de la muerte de Lambert. En los 19 años de prisión por esa muerte, el caso fue examinado �más de 20 veces por cortes federales y estaduales, y por 33 jueces�, señaló Bush. Pero el gobernador no dijo que ninguna de esas cortes tuvo en cuenta a otros testigos que sostuvieron que Graham no había sido el asesino. Varias fueron las razones por las cuales el caso atrajo la atención nacional e internacional. Además de que su condena se fundamentó en un solo testigo, la defensa del abogado designado por la corte se consideró endeble.
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