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En un partido muy emotivo, San Lorenzo ganó sólo porque pegó justo en momentos clave �final del primero, comienzos del segundo� ante un Argentinos que fue más, aunque estuvo 40 minutos con uno menos. Ahora, los de Ruggeri son también punteros por un rato. Argentinos jugó un buen primer tiempo �con algunos problemas atrás�, tocando y buscándose como en aquellos tiempos de la tradición de los bichitos colorados; jugando así hizo un gol y pudieron ser dos. Prevaleció en la primera mitad, hasta los veinte. San Lorenzo jugó un primer tiempo regular (directamente malo en el fondo), empujando más que jugando, pero con apariciones �de Tuzzio y de Romagnoli� que le permitieron, llegando menos, hacer dos goles, que pudieron ser tres. Tuvo su mejor momento después de la primera ventaja. Lo dos primeros goles fueron calcados: pelota parada, centro preciso (de Romagnoli e Insúa) y anticipo ofensivo (de Tuzzio y Zagharian). El del desnivel conjugó la sutileza del Pipi en el pase a Romeo, la falta de sutileza de éste que la cruza, medio al arco, medio centro, y el ímpetu de Franco que la toca al gol arriesgando su pierna izquierda: el golpe contra el palo fue tan violento que dio miedo verlo... Eso fue a los �40 y Argentinos no lo merecía. Dos minutos después lo echaron a Schiavi y todo cambió. En tres minutos. Y en cinco minutos �al sumarle los dos iniciales del segundo� todo se simplificó aún más para los de Ruggeri, porque Sanzotti salió mal y el buen centro de Grisales cayó en la cabeza libérrima del heroico Franco. Era el 3-1 y partido definido. Sin embargo, no pareció así en los minutos siguientes, cuando Osorio cabeceó bombeado al palo de Campagnuolo. Y menos todavía cuando Sánchez convirtió con otro cabezazo en parábola. Para entonces �los quince finales�, el Santo rezaba y sólo el arquero de San Lorenzo, la figura de su equipo, hacía pie en medio del desorden.
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