Por José Natanson
El jueves, en una reunión que mantuvieron en la Casa Rosada, Fernando de la Rúa aprobó la idea que le expuso Carlos �Chacho� Alvarez: implementar un ambicioso Plan Nacional de Empleo �basado en la centralización de las partidas sociales y en subsidios a las PYMEs� que permita cambiarle el tono político a un gobierno signado por el ajuste. Luego del ok del Presidente, el jefe del Frepaso siguió adelante con el tema. Es más: para evitar cortocircuitos en el gabinete, el vicepresidente analiza ocuparse personalmente de la coordinación del proyecto.
El miércoles pasado, Página/12 adelantó los detalles de la iniciativa elaborada por instrucciones del vicepresidente y plasmada en un paper del Ministerio de Trabajo: unificar todos los programas de empleo transitorios, como los Trabajar, y algunas de las partidas destinadas a ayuda social que manejan los diferentes ministerios en un solo sistema, cuyo eje vertebrador será el trabajo. De acuerdo al documento, los aportes se distribuirían según un registro único, elaborado juntamente con las provincias y los municipios, que se focalizará en los jefes o jefas de hogar desocupados. Además, a diferencia de los actuales programas, el Plan Nacional de Empleo apuntaría a generar empleo privado, subsidiando a las PYMEs para que contraten a trabajadores desempleados.
Más allá del contenido técnico, lo cierto es que el plan �que Alvarez definió como �la nave insignia de las políticas sociales�� fue conversado en los últimos días con Raúl Alfonsín y con el ministro del Interior, Federico Storani, quienes aprobaron inmediatamente la idea. Se trata en definitiva de una iniciativa de largo plazo que, además de contribuir a cumplir la promesa electoral de bajar el desempleo, apunta a darle un tono más social a la gestión aliancista.
Sin embargo, a pesar de que el proyecto se encontraba bastante avanzado, Alvarez no lo había discutido a solas con De la Rúa. El martes pasado, apenas aterrizó de su gira tricontinental, el Presidente se reunió en Olivos con sus ministros. Finalizado el encuentro del gabinete, De la Rúa discutió temas puntuales con cada uno de sus colaboradores.
En esa oportunidad, el jefe del Frepaso comentó apenas el proyecto, sobre el que volvieron a hablar, esta vez durante un largo rato, el jueves en la Casa Rosada. �Avanzá con el tema�, le dijo el Presidente en la reunión.
Pero las cosas no son tan fáciles. En principio, los tiempos de De la Rúa no siempre equivalen a los del vicepresidente. Y, además, en el Ministerio de Economía todavía no aceptaron totalmente el plan. Cerca de José Luis Machinea sostienen que la iniciativa presenta dificultades en la focalización de los beneficiarios, porque la existencia de un mercado laboral en negro muy amplio impide determinar si la empresa subsidiada está contratando a una persona desocupada. Una dificultad que �según dicen� no existe en los actuales programas de empleo transitorio. �Los planes Trabajar, por ejemplo, se autofocalizan, porque trabajar ocho horas por un sueldo inferior a los 200 pesos es una decisión que sólo toman las personas sin trabajo�, sostienen en Economía.
Para vencer la resistencia de Machinea, Chacho dio instrucciones a un grupo de colaboradores, que mañana se reunirán con el equipo económico para discutir el Plan de Empleo.
El segundo inconveniente es político. El proyecto del jefe del Frepaso contempla centralizar los planes sociales que gestionan diferentes ministerios en un comando único, una tarea que hoy está a cargo de Rodolfo Terragno. En caso de que se concrete el proyecto, sería natural que el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, se convierta en la cabeza visible del plan.
Para evitar roces en el gabinete, el vicepresidente analiza la posibilidad de hacerse cargo personalmente de la coordinación del proyecto. En realidad, se trata de una vieja historia: un mes atrás, cuando el Gobierno discutía cómo darle un lugar más visible a la políticasocial, un grupo de asesores le sugirió a Chacho que se ocupara personalmente de la coordinación de los planes de los distintos ministerios. Luego de pensarlo un par de días, el jefe del Frepaso descartó la propuesta. Ahora parece haber reconsiderado la negativa. �Chacho sabe que es la mejor manera de evitar cortocircuitos entre los ministros. Si se ocupa él ninguno se va a animar a decir nada�, sostienen cerca del jefe del Frepaso.
opinion
Por Víctor Abramovich* |
El ajuste y la Corte
La teoría de la emergencia económica fue un virus que el menemismo dejó instalado en el sistema operativo de la democracia argentina. Según esta teoría, existen en el país dos Constituciones. Una rige en épocas de normalidad y sosiego, de modo que es casi una norma virtual. La otra, la cotidiana, autoriza al Poder Ejecutivo a confiscar por decreto los depósitos bancarios, congelar las jubilaciones que según la Constitución virtual deben ser móviles y rebajar sustancialmente los salarios de los empleados públicos que en aquella otra ley tienen estabilidad en el empleo.
La teoría de la emergencia que le permitió al gobierno de Carlos Menem reformar el sistema económico y desmantelar el Estado por decreto y a espaldas del Congreso nacional se basa en la idea antidemocrática de que en períodos de crisis el sistema político necesita una mano ejecutora y firme que puede disponer casi con discreción de los derechos ciudadanos y que los cuerpos deliberativos demoran irrazonablemente la toma de decisiones. Algunos de los inspiradores de la teoría, como el ex ministro del Ejecutivo y de la Corte Rodolfo Barra, bebieron en las fuentes de Kart Schmit, el teórico del �decisionismo� y luego del �orden concreto�, una concepción del sistema legal y político que ayudó a justificar el poder centralizado en las manos de Adolf Hitler. Acontecimientos extraordinarios requieren poderes extraordinarios y cuando la continuidad de la Nación está en juego se debe fortalecer el poder de decisión del que manda aun por encima de los derechos individuales.
Lo paradójico es que la Argentina en la que viven los ministros de la Corte ha estado ininterrumpidamente en emergencia y al borde de su desaparición desde 1989. Desde entonces, en la jurisprudencia del tribunal la Argentina está viviendo un período extraordinario. Por eso, pese a que el decreto de reducción salarial que acaban de convalidar estos jueces es de 1995, el Gobierno considera que ese fallo será la alfombra roja que recibirá a su último ajuste en su inevitable visita al Palacio de Justicia.
Es extraño cómo esta Corte, que unos meses atrás estaba al borde del juicio político en razón de que una �mayoría automática� solía purgar las ilegalidades de los decretos menemistas, ha devenido en un tribunal respetable y serio por �acompañar� las decisiones políticas del Ejecutivo de la Alianza. Lo único cierto es que el daño que provoca en la confiabilidad de la democracia la obsecuencia de los que controlan es equivalente al que provoca el doble discurso de los que gobiernan. Es por eso que la �esquizofrenia constitucional� es un virus en el disco duro del sistema. Ningún sistema democrático subsiste con dos Constituciones al mismo tiempo. La Constitución, la verdadera, y los pactos de derechos humanos incorporados a ella prevén mecanismos idóneos para tiempos de crisis, pues es obvio que si una Constitución no sirve para regir en las crisis, entonces no sirve para nada. En todo caso en la democracia no hay crisis más grave que el doble standard de valores y de derechos.
* Director del Programa Derechos Económicos, Sociales y Culturales del CELS. |
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