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Una metamorfosis que convierte a las villas en barrios porteños

La apertura de calles y el trazado de redes de cloacas y agua potable están convirtiendo a las villas en barrios urbanizados. El plan incluye el reemplazo de viviendas irrecuperables.


t.gif (862 bytes)  Empezaron por el trazado de redes de agua y cloacas. Siguieron por el asfalto. Después, el alumbrado público, parquización y arboledas, mientras se levantaban nuevas viviendas. A dos años de iniciado el Plan de Transformación de Villas en Barrios, buena parte de los 100 mil habitantes de los barrios carenciados porteños pueden empezar a creer que la urbanización no les es ajena: 4 kilómetros de pavimento y sendas peatonales ya recorren el corazón de los asentamientos precarios; 128 viviendas nuevas ya fueron levantadas, otras 1202 se encuentran en plena construcción; y 20 mil metros de cañerías de agua potable y 17 mil de cloacas se extienden por debajo de las calles. “Lo que hace que una villa sea una zona marginal, desde el punto de vista físico, es la inaccesibilidad”, sostiene Enrique García Espil, secretario de Planeamiento Urbano porteño. “La apertura de calles, el trazado de una red cloacal y de agua potable, la instalación de luz eléctrica representan un cambio gigantesco en las condiciones de vida. Resulta difícil saber lo indispensable que son para alguien que está acostumbrado a tenerlo”, concluye.
Alrededor de 92 mil personas viven en los 14 asentamientos urbanos porteños, distribuidos en su mayor parte en la Zona Sur. Todos, sin excepción, cargan sobre sus espaldas el nombre de la marginación y todo lo que ello significa en la calidad de vida. Desde 1997, la puesta en marcha del Plan de Transformación de Villas en Barrios intenta revertir esa situación. “Con las obras no se pretende resolver el problema de fondo, que es la falta de trabajo o la pobreza”, sostiene García Espil. “Pero transformar las villas en barrios representa un cambio tremendo en el nivel de vida. Nadie que no haya estado en una villa puede tener idea de lo que significa no tener cloacas ni agua potable, que una ambulancia no pueda entrar hasta la puerta de su casa, o que no haya recolección de basura. Uno se empieza a dar cuenta de lo importante que es cuando no lo tiene”.
El plan se inició con el trazado de calles, continuando las existentes en la periferia de los asentamientos o abriendo nuevas en el núcleo. Como las viviendas fueron estableciéndose en forma desordenada, sin manzanas ni terrenos propios, el trazado de las calles a pavimentar siguió un formato particular: cuatro o cinco líneas de asfalto que atraviesan cada villa, y peatonales que reemplazan a los tortuosos pasillos internos. En total ya fueron abiertas y pavimentados 2335 metros de calzadas vehiculares, 700 metros de sendas peatonales y 250 de aceras. Actualmente están en plena ejecución otros 2025 metros. Las obras corresponden a 13 de los 14 asentamientos de la ciudad. Queda exceptuada la Villa 31, de Retiro, por encontrarse dentro de terrenos que pertenecen al Estado nacional.
Antes del tendido del asfalto fueron colocados 19.700 metros de cañerías de agua potable y otros 17.200 correspondientes a la red cloacal. También fueron construidos dos centros comunitarios en las villas 17 (Villa Pirelli) y 19 (Barrio Inta), y plazas públicas en la 19 y en la 21-24 (Barracas). “Completamos ya el 20 por ciento del plan. Faltan otros siete años para alcanzar el objetivo”, asegura el secretario de Planeamiento Urbano.
Según el análisis previo, los especialistas determinaron que el 30 por ciento de las 20 mil viviendas existentes era irrecuperable, por estar construidas con chapa y cartón. Alrededor del 65 por ciento cuenta con muros de ladrillos, cimientos precarios y techos de chapa, y el restante 5 por ciento, ubicado en los bordes externos, tiene una estructura sólida. El plan entonces consistió en reconstruir aquello que aún era habitable, y levantar nuevas viviendas para las familias que viven en casas irrecuperables, o en aquellas que deberían ser derruidas por encontrarse dentro del trazado de las calles nuevas. Por ese motivo, se encuentran en plena construcción 858 unidades colectivas, de dos o tres pisos, con las comodidades básicas. También fueron completadas 128 unidades individuales, que corresponden a viviendas reconstruidas, en el asentamiento de Lacarra. La posesión de las viviendas se entrega por escritura y créditos a 25 años con cuotas que oscilan entre 30 y 150 pesos mensuales, según el poder adquisitivo de cada familia. “Para cada paso que damos, consultamos al centro comunitario”, dice García Espil. “Es una alianza clave. La gente nos apoya, pero necesitamos hacerlo porque de esa forma se superan las rencillas internas, las diferencias personales o del barrio. Si un habitante se opone al trazado de una calle que beneficia a toda su comunidad, una cosa es que se oponga ante nosotros y otra que se enfrente a todos sus vecinos”, concluye el funcionario.

 

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