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La generalización según la cual en las naciones industrializadas el voto es conservador en los períodos de crisis tuvo ayer una confirmación en los comicios generales japoneses, donde el oficialismo se impuso muy claramente. Luego del recuento de todos los circuitos electorales, la coalición integrada por el centroderechista Partido Liberal Democrático (PLD), el budista Komeito y el Partido Conservador obtuvo 271 escaños y logró su objetivo de alcanzar la mayoría de las 480 bancadas en la Cámara baja del Parlamento. El mayor partido opositor, el Demócrata (PDJ), logró 127 bancadas, lo que representa un significativo aumento respecto de las 95 que poseía hasta ahora. Con lo que verifica otra regla del pulgar: las crisis también se caracterizan por la polarización. Colegas y líderes partidarios manifestaron su apoyo a Yoshiro Mori, presidente del PLD y primer ministro. Mori llegó a la jefatura de gobierno de manera inesperada a principios de abril, sucediendo al fallecido Keizo Obuchi. Tras controvertidas declaraciones religiosas, que recordaron a japoneses renuentes a hacerlo la divinidad del emperador, su popularidad personal descendió. A pesar de ello se prevé que Mori será elegido nuevamente primer ministro en breve. Por lo tanto, representará a fines de julio a Japón en la cumbre del G-8 (las siete grandes naciones industriales más Rusia) en Okinawa. Mori también es arquitecto de la controvertida coalición con Komeito, el brazo político de la organización budista Soka Gakkai. El PLD integró al Komeito en el gabinete para asegurarse la mayoría en ambas cámaras parlamentarias. Este partido sufrió pérdidas en estas elecciones. En círculos económicos hubo manifestaciones de conformidad por el resultado general de los comicios. Durante la campaña preelectoral, los líderes empresariales no ocultaron sus simpatías por la coalición oficialista, y pidieron medio billón de yenes (unos 4700 millones de dólares) en nuevas medidas revitalizadoras para que la recuperación no pueda dar marcha atrás. Con los resultados electorales en la mano, el presidente de la patronal nipona Keidanren, Takashi Imai, se felicitó por ellos y recordó en la madrugada de ayer que ése era el sueño del mundo empresarial hecho realidad. Hemos querido una administración fuerte y estable que pueda poner en práctica las políticas de una forma expeditiva y con valentía, resumió. Según los comentaristas de las cadenas de televisión japonesas que hacían los recuentos de los votos, la coalición pudo mantenerse gracias a la aún poderosa maquinaria electoral del PLD, las promesas de estabilidad de la coalición, y el fracaso de la oposición para dar una imagen capaz de gobierno alternativo futuro. El PLD, que desde hace medio siglo se mantiene en el poder con una breve interrupción, hizo hincapié durante la campaña en el impulso económico y en la necesidad de una continuidad en el poder. En caso de ser necesario, se analizará un nuevo programa coyuntural a pesar del alto endeudamiento del Estado, prometieron sus líderes. Los demócratas, en cambio, destacaron la necesidad de sanear las finanzas estatales, meta para la cual aumentarían los impuestos. En total, 101 millones de japoneses fueron convocados a las urnas para decidir la futura composición del Parlamento. La participación electoral apenas superó el nivel más bajo de 59,65 por ciento que se alcanzó hace cuatro años. Los votantes japoneses, que en todos los sondeos manifiestan su rechazo a la clase política, no se movilizaron especialmente por estas elecciones anticipadas cuatro meses por la muerte del ex premier Keizo Obuchi.
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