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Claves para entender qué significa el genoma humano

 

El anuncio sobre el genoma, comparado por los líderes políticos con la llegada del hombre a la Luna y los estudios de Galileo, fue presentado por científicos de los grupos público y privado, que frenaron así su enfrentamiento. El mapa permitirá diseñar terapias para enfermedades como el cáncer o el Alzheimer.


Por Leonardo Moledo
t.gif (862 bytes)  Por enésima vez se anuncia la decodificación del genoma humano, esta vez a cargo de los dos rivales científicos: el Proyecto Genoma Humano (PGH), una iniciativa internacional encabezada por Estados Unidos, y Craig Venter, el controvertido director de la empresa privada estadounidense Celera. Ayer anunciaron haber logrado un “mapa” del 97 por ciento del genoma humano. No es que uno dude, pero hace un par de meses, en un confuso episodio, que mezclaba hechos científicos y bursátiles, Craig Venter había proclamado la decodificación del 99 por ciento. La autoinsistencia es comprensible si se toma en cuenta la magnitud del proyecto: descifrar los 3000 millones de “letras” del ADN humano es sin duda alguna uno de los mayores logros científicos de la humanidad. Algunas precisiones.
El genoma es el conjunto de los genes que, herencia mediante, determinan las características de una especie. En este caso (genoma humano) de la nuestra.
El GH está compuesto de unos cien mil genes.
Un gen es un trozo de ADN (ácido desoxirribonucleico), compuesto, a su vez, por una secuencia de bases químicas (nucleótidos). Estas bases químicas son cuatro (adenina, timina, citosina y guanina). La secuencia específica de estas bases en un gen determina la función y lo que ese gen hace, del mismo modo que la secuencia de puntos y rayas en un mensaje en morse determina de qué palabra se trata.
Así como el orden de puntos y rayas en morse determina de qué palabra se trata, el orden de las bases determina qué proteína se fabricará a partir de ese gen.
Los cien mil genes comprenden, en total, unos tres mil millones de bases.
La falla de un gen (una composición defectuosa) determina que la proteína codificada por él no se fabrique, o se fabrique mal, y produzca cualquier tipo de deficiencia. Hay enfermedades, como el síndrome de Hutchinton que se deben al mal funcionamiento de un gen específico.
Algunos genes tienen funciones más generales, como controlar el correcto funcionamiento de otros genes; “prenderlos” o “apagarlos” para que entren en acción o dejen de actuar.
Saber el código genético (y la función que cumple cada gen) permitirá, en muchos casos, elucidar si tal o cual enfermedad se debe o no a la falla de un determinado gen, y eventualmente, corregirlo.
Es decir, abrirá las puertas para las terapias génicas: ante una falla genética, se podrá diagnosticar, y, quizás, activar o desactivar, y en una de ésas “reparar” a los genes que están molestando. Si por ejemplo falla el gen que comanda la producción de insulina, se podría introducir en el genoma un gen “correcto”, o si un gen produce alguna proteína peligrosa, se lo podría “bloquear” para que ésta desaparezca.
Es probable que una vasta gama de enfermedades, incluyendo diversas formas de cáncer, enfermedades cardiovasculares y males hasta ahora incurables, trastornos del sistema inmunológico y las degeneraciones nerviosas y cerebrales como el mal de Parkinson o de Alzheimer tengan origen genético. Saber cuáles son los genes involucrados permitiría diseñar terapias más avanzadas, siempre y cuando las enfermedades en cuestión se deban a una disfunción genética.
Lo cual, dicho sea de paso, explica el interés de las compañías farmacéuticas por un negocio multimillonario, y la controversia sobre las patentes.
Es muy auspicioso que los científicos del proyecto y Venter acordaran solucionar sus diferencias y reivindicar conjuntamente esta hazaña científica.
A pesar de lo cual, sigue siendo dudoso que se preserve el reclamo de los científicos del Proyecto Genoma Humano, que sostienen que elconocimiento del genoma debe ser patrimonio de la Humanidad en su conjunto y no debe estar sujeto a apropiación privada.
La magnitud del logro científico, sin embargo, no debe dejar paso a la fantasía y la ciencia ficción: no estamos a las puertas de la fabricación de seres humanos a medida (signifique esto lo que signifique), no hay ninguna evidencia de que rasgos básicamente culturales, como la inteligencia, la belleza (en el improbable supuesto de que sepamos qué significan “inteligencia” o “belleza”), o determinadas aptitudes (musicales, físicas, creativas) estén relacionadas con la genética. Tampoco hay que esperar que las terapias génicas sean la panacea y la solución de todas las enfermedades. La apocalíptica utópica, benéfica o maligna, es muy común ante cada adelanto científico-técnico de importancia (pasó con la electricidad, con la radiactividad, con la microbiología, con la carrera espacial, con la informática, con la energía nuclear, está pasando con Internet en este mismo momento). Es verdad que, seguramente, la biotecnología planteará problemas éticos y morales nuevos (y tal vez peligrosos) que requerirán soluciones nuevas, pero también es verdad que el reduccionismo genético (la creencia de que todas las aptitudes del ser humano están codificadas en los genes, hecho del cual no hay hasta ahora ninguna evidencia) puede ser mucho más peligroso todavía.

 

El anuncio analizado por dos científicos argentinos

Lucio Castilla*

“Se abre un debate ético”

El anuncio común es el resultado de negociaciones que fueron incentivadas desde la Casa Blanca para que el grupo público y el privado no compitan en esta etapa. Muchos científicos en EE.UU. estaban pidiendo que minimicen esta competencia, que no hacía otra cosa que menospreciar o subestimar la importancia de esta investigación.
Además, se anuncia que todo el público va a tener acceso a esta información. En los últimos meses, Craig Ventor se mostró mucho menos interesado en patentar genes que hace un año. Lo que él quiere patentar son usos específicos para el desarrollo de drogas, y eso sí es aceptado por la comunidad científica: las compañías farmacéuticas o biotecnológicas que quieren invertir dinero para desarrollar fármacos para curar una enfermedad ocasionada por un gen, pueden hacerlo. Patentar los genes significa prohibir o impedir que otros laboratorios hagan la misma investigación. Había un rechazo muy grande y creo que se dieron cuenta. La secuencia, ahora, está en Internet, a disposición de todos.
Se abren muchas posibilidades. Por un lado, el diagnóstico de enfermedades. Al conocer toda la secuencia de ADN de un gen, pueden desarrollarse métodos diagnósticos muy eficientes. Por otro lado, al conocer todos los genes que hay en las células se puede saber qué gen está relacionado con una enfermedad. A partir de eso se pueden desarrollar compuestos químicos específicos. La terapia génica va a ser una de las más grandes beneficiadas.
Pero también se abre un debate ético y moral muy importante. El paciente tiene que tener el derecho de no hacer el diagnóstico si se lo exige el empleador o su cobertura de salud, porque puede ser una fuente de discriminación. Hoy no existe ninguna legislación, ni siquiera en los Estados Unidos, que proteja al paciente de eso.

* Investigador argentino. Trabaja en el Instituto Nacional de Investigaciones en el Genoma Humano, en Washington DC.


Mariano Levin*.

“Invertir en investigación”

“La integración de los proyectos público y privado corresponde a una etapa precompetitiva. La competencia empieza ahora, porque esta información es patrimonio de la humanidad. La participación privada aceleró el proyecto oficial: estaba anunciado para el 2005 y logró concluirse en el 2000. La información disponible permitirá mejorar el diagnóstico de enfermedades complejas con raíz genética, como la diabetes, el Mal de Alzheimer, el Parkinson o determinados tipos de cáncer. Pueden elaborarse terapias de dos tipos: el reemplazo de genes que funcionan mal y el desarrollo de nuevas drogas adaptadas al perfil genético de cada paciente. Pero para nosotros esta información no significa mucho porque no estamos en condiciones utilizarla.
El problema para nosotros es que no estamos equipados. El trabajo científico a este nivel requiere de equipamiento pesado: secuenciadores automáticos de última generación, aparatos de espectroscopia y robots para automatizar una serie de reacciones. Y también se necesitan recursos humanos mejor pagos.
Nosotros estamos trabajando en el secuenciamiento del genoma del Tripanosoma Cruzi, el parásito causante del Mal de Chagas. Una investigación que no vamos a poder completar porque se ha conformado un consorcio entre Estados Unidos y Suecia para trabajar en ese proyecto con muchos más recursos. Esa investigación no ha sido importante para el gobierno argentino y sí para los Estados Unidos.
Este año tenía que haberse lanzado el programa de equipamiento de material pesado para este proyecto, pero no se hizo. No se ha tomado conciencia de la necesidad de invertir en investigación científica para el desarrollo estratégico de la Argentina.

* Investigador del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular, dependiente del CONICET y la UBA.

 

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