OPINION
La
fiesta de los gatos
Por Eduardo Aliverti
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Nombres
y hechos de estos días revelan lo vacuo de la discusión
política argentina, observada desde lo que está instalado
en los medios. Y ya se sabe que los medios pueden equivocarse en determinar
cómo tiene que pensar la gente, pero no en establecer de qué
tiene que hablar.
Algunos jueces de la Corte Suprema se rebajaron los sueldos: coletazo
de decisiones similares adoptadas en diversas legislaturas. Como si
ese tipo de medidas tuviera influencia en la economía real
de la sociedad. Como si no se tratase, otra vez, de que el ajuste
lo haga la política antes que la economía. Los representantes
buenos y malos y los funcionarios. Sólo ellos y
en lugar, por caso, de quienes ganan 500 dólares por minuto
tras el festín privatizador.
Carlos Alvarez, ex Chacho, acusa al Senado de manejarse como una mafia
de caja chica. Senadores del PJ le responden que no diga gansadas.
Como si una caja efectivamente enana, en comparación con un
país que paga por intereses de su deuda un millón de
dólares por hora, y como si la respuesta de café, importasen
más que un comino.
El Gobierno limita las horas extra para evitar abusos. Como si tuviera
la vocación de controlarlos. Si no lo hizo hasta aquí,
¿por qué lo haría de aquí en adelante?
El Presidente dice que no le gusta el plan presentado por los españoles
de Aerolíneas, porque implica echar gente y rebajar salarios.
Como si él no estuviera amenazando y haciendo exactamente lo
mismo desde el Estado.
La explicación de éstos y otros episodios es reconocida
en la intimidad por sus propios protagonistas: se miente o se habla
de pavadas porque la política quedó tan reducida a la
nada, frente al poder económico, que directamente no tiene
espacio para el abordaje de asuntos estructurales. Si no se quiere
tocar a los grandes grupos, ni cobrarle más impuestos a los
que más tienen; ni discutir la deuda externa; ni el cepo impuesto
por la convertibilidad; ni el drama de la falta de trabajo, ¿qué
otra cosa le queda a la política que sumergirse en tonterías?
Los sindicalistas canallas, la imagen honesta de De la Rúa,
las andanzas de Alderete, los hechos policiales o los fondos con que
el hijo presidencial pasea a su novia se convierten así en
debate nacional. Con la complicidad de quienes en lugar de un divague
sobre la inmortalidad del cangrejo creen polemizar sobre hechos graves
y trascendentes.
En eso andan los ratones mientras los gatos siguen de fiesta. |
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