Si el caso Elián y las bloqueadas relaciones entre Cuba y Estados
Unidos están desde el comienzo ligados a través de intereses
políticos, el factor temporal se sumó ahora como una coincidencia
bastante oportuna. Ayer, los familiares del balserito en Miami presentaron
en Washington ante la máxima instancia judicial del país,
la Corte Suprema, una apelación para intentar conseguir finalmente
la vía libre al pedido de asilo político para Elián,
rechazado repetidas veces en otros tribunales. Hoy, un día después
de esa presentación, la Cámara de Representantes de Estados
Unidos podría votar un proyecto de ley que autorizaría la
venta de productos agrícolas y medicinas a Cuba, en lo que sería
el primer paso formal hacia un eventual desbloqueo reclamado por varios
sectores económicos norteamericanos.
Varios representantes legislativos se reunieron ayer por la tarde con
el congresista republicano George
Nethercutt, autor de la propuesta, para intentar cerrar un trato que permita
debatir y votar el proyecto hoy por la noche en el pleno de la Cámara
baja. Hoy (por ayer) debe lograrse un acuerdo, confirmó
Tom McArthur, portavoz del legislador que promueve la medida que suavizaría
el embargo económico contra Cuba gracias al uso de préstamos
de la banca privada. Sin embargo, los principales referentes republicanos
de los cubanos residentes en Miami, Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz
Balart opuestos a que Elián regrese a Cuba, rechazan
el uso de fondos públicos y privados para financiar esa suavización
del embargo.
En Cuba, el tema principal sigue siendo la vuelta heroica de Elián,
siete meses después de que su madre intentara llegar con él
a las costas de Florida en una balsa junto a otras 10 personas. Después
de que la Corte de Apelaciones de Atlanta rechazara el viernes revisar
su anterior negativa al pedido de asilo político elevado en nombre
del balserito por su tío abuelo Lázaro, la reacción
de Fidel Castro fue celebrar el fallo como el Waterloo político
para los cubanos de Miami: Se les hará muy difícil
pegar los pedazos dispersos de lo que fue su considerable poder y su influencia
política.
El optimismo de Castro es entendible. La apelación del tío
Lázaro ante la Corte Suprema para que el balserito reciba asilo
político en Estados Unidos tiene muy pocas posibilidades de éxito.
Antes que nada, debería lograr que al menos uno de los nueve jueces
del máximo tribunal acepte su interdicto de emergencia
para evitar que Elián y su padre abandonen Washington y vuelvan
a la isla mañana a partir de las cuatro de la tarde, que es la
fecha en que vence el plazo legal fijado por la Corte de Atlanta. En relación
a la apelación, cuatro de los nueve jueves deberían pronunciarse
a favor de aceptar el caso y recién después pasarían
a analizarlo.
Pero si las negociaciones parlamentarias prosperan (como se espera, a
la par de las oportunidades de negocios norteamericanos en Cuba), las
expectativas de revertir en los tribunales la inminente vuelta de Elián
son muy escasas. Sobre todo en una Corte Suprema que, según los
antecedentes, las pocas veces que acepta casos de inmigración ratifica
las decisiones del Servicio de Naturalización e Inmigración
(INS). El INS está a cargo de la fiscal general Janet Reno, alineada
directamente con el presidente Bill Clinton para que el balserito vuelva
a cruzar el estrecho de Florida. Pero esta vez en sentido contrario.
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