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Por Roque Casciero Cuando los cuatro miembros de la banda mexicana Café Tacuba dan una entrevista, es raro que Emmanuel Del Real abra la boca. No es falta de interés, porque sigue las preguntas y respuestas con atención, ni tampoco porque no le guste hablar. La verdad es que me entretengo mucho haciendo la música, pero no soy de los mejores cuando se trata de explicarla, se excusa el tecladista en conversación telefónica con Página/12. A Rubén (Albarrán, alias Nrü, cantante) y a Joselo (Rangel, guitarrista) les gusta más hacer un poco de filosofía. Pero cuando yo me pongo a hablar, tienen que ponerme un lazo para callarme, advierte. Es verdad: cuesta que Del Real modere su entusiasmo por los shows que Café Tacuba, la banda más importante del rock latino actual, compartirá con Gustavo Cerati este viernes y sábado en el estadio Obras. Los conciertos serán una especie de continuación de la gira que los Tacuba y el ex Soda Stereo presentaron en México, llamada Bocanada al revés (nombre que mezcla los títulos de los últimos álbumes de ambos, Yo soy/Revés y Bocanada). Allá, a pesar de la enorme popularidad de Cerati, eran los locales quienes cerraban los conciertos, pero aquí será a la inversa: el público argentino que sigue al cuarteto de Satélite (que completa el bajista Quique Rangel) dista mucho de las multitudes que puede reunir en otros países. Obviamente, la inmensa mayoría de la gente va a ir a escuchar a Gustavo, pero sabemos que sus seguidores disfrutan de la música y no les va a costar trabajo asimilar lo que vamos a hacer, afirma el tecladista. Nuestro afán no es ser los más populares de todos, pero sí nos interesa compartir nuestra música con la mayor cantidad de gente posible y disfrutar en conjunto. Aunque en México funcionó bien, al principio llamó la atención la unión de Café Tacuba con Cerati, porque las propuestas son muy diferentes. Es verdad, pero nos tiene ligados la forma en la que hemos encarado la música en cuanto a no repetirse, arriesgar, experimentar e ir evolucionando. Y también nos parecía que su show y el nuestro juntos podían ser interesantes a nivel escénico para los fans de ambos. Y la verdad es que resultó mejor que lo que habíamos pensado; fue muy emocionante poder compartir el escenario. Para nosotros es magnífico poder hacerlo también en Buenos Aires, porque podemos seguir con este concepto y presentarlo allá. Además, nunca tuvimos la oportunidad de tocar para tanto público en la Argentina. Cuando Tacuba toca en Buenos Aires, ¿le resulta extraño tener que presentarse en lugares reducidos como La Trastienda, donde hicieron sus últimos shows? No. En México también tocamos en lugares pequeños como clubes o discotecas; nos gusta mucho hacerlo. Y esa vez de La Trastienda fue algo impresionante para nosotros. Incluso planteamos la posibilidad de hacer un show ahí después de los de Obras, pero nos dijeron que no era buena idea. Cuando tocás frente a un público pequeño la energía es diferente y se disfruta mucho. La verdad es que no me cuestiono si un día toco para trescientas personas y al otro día para cinco mil: me parece lo más natural. ¿Es verdad que antes de la gira nunca habían hablado con Cerati? Sí. Yo iba a los shows de Soda y siempre lo vi desde las gradas, como público, pero nunca lo había conocido más que por la televisión, las revistas y los discos. Recién nos conocimos el día que hicimos la conferencia de prensa para la gira. Y después tampoco tuvimos tanto tiempo como para ahondar en una amistad, pero el hecho de charlar un poco, compartir el escenario y hacer algunas canciones juntos ya fue una especie de lazo que establecimos. En México, su banda hizo una versión de Juegos de seducción, de Soda Stereo, e invitó a cantar a Cerati. ¿Por qué eligieron esa canción? Apenas nos propusieron la idea de Bocanada al revés, pensamos que estaría bueno arreglar a nuestro modo una canción de Soda. El disco Nada personal fue el que sonó en México durante el boom del rock en español, en el 85 y 86, liderado por Soda Stereo: para todos los que vivimos ese momento, ese álbum fue muy trascendente. Y dentro de Nada personal, elegimos ese tema porque es una gran composición. La estuvimos analizando y es una cátedra de canción pop: el estribillo, el verso, la parte de la guitarra, la manera en la que entra el primer verso son puros ganchos. ¿Van a tocarla en Buenos Aires? Si Gustavo está dispuesto, por supuesto. Hace algunos meses, Café Tacuba abrió doce conciertos de la gira de Beck por Estados Unidos. ¿Cómo fue esa experiencia? Fue impresionante. Pudimos conversar poco con Beck, porque es un tipo introvertido fuera del escenario. Además, la prensa y su entorno lo asediaban en todo momento. Tuvimos más contacto con sus músicos, intercambiamos discos y cantidad de cosas. En los shows de cierre de la gira, en el Teatro Griego de Los Angeles, Beck los invitó a tocar con él. Sí. Hay un single llamado Jack Ass (de Odelay), que en su lado B tiene una versión en español con mariachi. Ese día, Beck intentó hacer esa versión con un mariachi que llegó hasta ahí, pero el tipo no enganchó bien. Entonces nos propusieron acompañar a Beck... y salió bastante bien. Se puede decir que hicimos de mariachis (risas), aunque unos bastante contemporáneos. Fue bárbaro poder tocar con él. Encima, cuando terminamos, Beck nos hizo un halago, porque le dijo al público: Bueno, ya pueden irse a sus casas, lo mejor acaba de pasar. ¿Ya empezaron a pensar en el sucesor de Revés/Yo soy? No, por ahora estamos tocando mucho. Siempre cada quien tiene sus canciones; el oficio de componer y hacer música existe en cada uno de nosotros. Pero seguramente sí grabaremos otro disco, tal vez el año próximo. Al día de hoy, lo que sí puedo decir es que cuando nos juntamos los cuatro, mantenemos la química que nos permite desarrollarnos creativamente. Mientras eso ocurra, existirá música hecha por Café Tacuba.
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