Por Mariano Blejman
Mariano Grondona parece haber encontrado el espacio ideal en la radio
para proyectar las conclusiones a las que llega en la televisión.
Dos veces por día y con el tiempo necesario para desarrollarlas
sin que nadie lo interrumpa, La clave del día, por
Radio Continental, cubre otro espacio en la actividad periodística
de Grondona. Su trayectoria radial no es abultada. Sin embargo, desde
principios de los años 80, su voz recorrió Radio Mitre,
Radio Argentina, Radio Belgrano y Radio El Mundo y, por lo general, se
ubicó siempre en los típicos programas de la tarde. Trabajé
con Nelson Castro cuando él todavía era un bebé de
pecho y con Daniel Mendoza. Pero nunca pude acostumbrarme a levantarme
temprano, dice Grondona en una entrevista con Página/12.
La voz del conductor de Hora Clave aparece en un micro de
cinco minutos ubicados cerca de las 9 de la mañana, y se repite
a las 19.
¿Por qué dice que nunca pudo acostumbrarse a la mañana
en la radio?
Una vez incursioné traumáticamente en la mañana,
pero volvía a la tarde. Es que no me acomodaba a los horarios.
Estuve sin hacer radio desde que empecé Hora Clave,
hace ya más de 10 años. La clave... surgió
de una propuesta de Oscar Gómez Castañón, para hacer
un micro en Continental justo a las nueve, entre el programa de Carolina
Perín y el de Oscar, sin ser parte de ninguno de los dos. Hago
un comentario a las nueve menos cuarto y si no pasa nada raro durante
el día, se repite. Si no, hago otro.
¿Cómo se siente, como hombre de la gráfica
y la TV, en la radio?
En realidad lo mío es una columna hablada, lo cual supone
que toco temas de actualidad. Para tener las noticias digeridas necesito
tiempo. Pero es cierto que soy gráfico, que es lo que más
placer me da.
Luego de tantos años fuera, ¿cómo ve la radio
actualmente?
A mí me encanta. Es un ambiente muy relajado, espontáneo
y de muchas amistades. Lo que tiene la radio es un ritmo agotador. En
el diario mis columnas salen una vez por semana o dos, en la televisión
salgo una sola vez por semana, pero aparecer en la radio todos los días
es muy cansador.
¿Qué cosas rescata?
El tiempo, que en televisión no tengo nunca. Hay una cantidad
de notas, entrevistas o debates, que para la televisión no entran
porque exige centralidad. La radio me da margen para trabajar con cosas
que quedan en el tintero, tanto de la columna como del diario o la televisión.
Sin embargo, su paso anterior por la mañana no fue satisfactorio...
No. Para mí fue una experiencia traumática, cuando
en 1985 hice con un Nelson Castro que recién estaba en pañales,
un programa en Radio El Mundo. Lo que pasa es que yo soy un rumiante que
se levanta despacio y me cuesta salir a las cinco para estar a las siete
digiriendo la noticia. Me daba la sensación de que vivía
al revés. Cuando todos iban a trabajar, yo volvía. Magdalena
(Ruiz Guiñazú) tiene una disciplina espectacular, pero yo
no puedo alterar mi forma de vida. Eso me fue destruyendo físicamente.
Además, hay otra cuestión: como rumiante, tenía el
problema de que estaba obligado a reaccionar en el acto. En la radio siempre
daba la sensación de que quemaba los temas, lo cual me bloqueaba
a la reflexión sistemática sobre el asunto. Aguanté
un año porque tenía un compromiso.
¿Cómo ve la radio argentina?
La producción en este país es excepcional. En cualquier
programa de la mañana se actualiza la información de los
diarios y se le agrega un valor tremendo. No sé si hay muchos países
donde se trabaje así.
¿Qué recuerdos tiene de la radio?
Recuerdo mucho a Daniel Mendoza. Un personaje de una vitalidad y
una excentricidad inigualables. Fuimos muy amigos siendo tan diferentes.
¿Escuchaba radioteatros?
Yo de chico escuchaba radionovelas. Me acuerdo de Peter Fox
lo sabía, que era un radioteatro de detectives. Lo bueno
de la radio es que en una novela se ponía la imaginación
en las cosas que faltaban. La radio está basada en la palabra,
no en la imagen. La palabra tiene un valor agregado que es que uno se
imagina lo que falta. Cuantas veces nos habremos decepcionado con una
locutora que tenía linda voz y un día la vemos y... yo me
llevé varias decepciones. Si yo fuera un artista de la radio preferiría
que no me conocieran la cara.
|